Tambi¨¦n los musulmanes pueden defender la libertad de Salman Rushdie
La ¡°incitaci¨®n al asesinato¡± como respuesta pol¨ªtica solo apunta a un problema m¨¢s profundo: la creencia de que cualquiera que insulte al islam, especialmente a su profeta, merece ser asesinado
La Instituci¨®n Chautauqua, al norte del Estado de Nueva York, es un campamento de verano para estadounidenses liberales interesados en las ideas y las artes. Es un lugar felizmente pac¨ªfico, como pude comprobar personalmente hace dos a?os durante mi discurso all¨ª sobre los matices de la teolog¨ªa isl¨¢mica. No es el tipo de escenario en el que cabr¨ªa esperar un ataque terrorista contra un autor de renombre mundial.
Sin embargo, eso es exactamente lo que ocurri¨® el pasado 12 de agosto, cuando el novelista Salman Rushdie, cuya vida ha estado amenazada desde 1989, cuando el l¨ªder iran¨ª Ayatol¨¢ Jomeini emiti¨® su infame fetua (edicto isl¨¢mico legal) llamando a su asesinato. Un estadounidense de 24 a?os, de ascendencia libanesa, llamado Hadi Matar, salt¨® al escenario y apu?al¨® al menos diez veces a Rushdie, de 75 a?os. Pronto, la polic¨ªa descubri¨® que su tel¨¦fono y sus cuentas en las redes sociales estaban llenos de contenido proiran¨ª. Algunos informes afirman tambi¨¦n que hab¨ªa estado en contacto con el cuerpo de Guardias Revolucionarios Isl¨¢micos de Ir¨¢n.
As¨ª pues, parece que la ¡°fetua de la muerte¡± contra Rushdie dio por fin en el blanco, unos 33 a?os despu¨¦s, cuando el propio Rushdie, y gran parte del mundo, empezaban a pensar que la amenaza hab¨ªa disminuido.
Pero, ?por qu¨¦ el r¨¦gimen iran¨ª y sus activos tienen como objetivo a un novelista de forma tan persistente?
La respuesta tiene que ver con la pol¨ªtica. Tras la Revoluci¨®n Isl¨¢mica de 1979, los dirigentes chi¨ªes de Ir¨¢n se presentaron como los m¨¢s firmes defensores del islam, a menudo superando a los poderes sun¨ªes. La novela de Rushdie, que entonces muchos musulmanes tomaron como una ofensa al profeta Mahoma (y a sus esposas), supuso una oportunidad para mostrar esta ferocidad. En ¨²ltima instancia, como explica el periodista Arash Azizi en la revista Newlines, la ¡°incitaci¨®n al asesinato [de Rushdie]¡± se convirti¨® en ¡°parte integrante de la identidad del r¨¦gimen¡±.
Sin embargo, esta respuesta pol¨ªtica solo apunta a un problema m¨¢s profundo: la creencia de que cualquiera que insulte al islam, especialmente a su profeta, merece ser asesinado. Es una creencia que comparten no solo el r¨¦gimen chi¨ª de Ir¨¢n, sino tambi¨¦n algunos reg¨ªmenes o grupos de l¨ªnea dura del mundo sun¨ª. En Pakist¨¢n, especialmente, casi todos los meses, alguien es encarcelado por las autoridades o linchado por turbas furiosas, bas¨¢ndose en acusaciones de ¡°insultar al profeta¡±.
El problema m¨¢s profundo, en otras palabras, es la criminalizaci¨®n de la blasfemia en la ley isl¨¢mica, la shar¨ªa, tanto en las interpretaciones sun¨ªes como chi¨ªes. En sus aplicaciones principales, esto conduce a castigos legales dictados en los tribunales, que son lo suficientemente preocupantes. En sus aplicaciones extremas, conduce a la violencia de las turbas o a los atentados terroristas, como tambi¨¦n se ha visto en el salvajismo contra la revista Charlie Hebdo en Francia.
Todo esto puede parecer una mala noticia sobre el islam y su lugar en el mundo moderno, pero tambi¨¦n hay buenas noticias: al igual que otros veredictos preocupantes de la shar¨ªa ¡ªcomo la ejecuci¨®n de ap¨®statas o la segregaci¨®n de las mujeres¡ª, las leyes sobre la blasfemia solo tienen una base d¨¦bil en los dos fundamentos del islam: el Cor¨¢n y el ejemplo del profeta.
En primer lugar, el Cor¨¢n simplemente no tiene mandamientos para que los musulmanes castiguen a los blasfemos. Al contrario, un vers¨ªculo ordena una respuesta muy suave: ¡°Si oyes que la gente niega y ridiculiza la revelaci¨®n de Dios, no te sientes con ellos a menos que empiecen a hablar de otras cosas...¡± (4:140)
As¨ª que simplemente ¡°no te sientes con ellos¡±. Esa es realmente la respuesta cor¨¢nica a la blasfemia. No es matar o encarcelar. Ni siquiera es censura.
En segundo lugar, en las biograf¨ªas del profeta Mahoma, hay algunos informes sobre poetas sat¨ªricos ejecutados por los primeros musulmanes, que han sido tomados posteriormente por los juristas medievales como la base misma de las leyes sobre la blasfemia. Pero, como argument¨¦ en mi libro Reopening Muslim Minds, un examen minucioso sugiere que esos ¡°poetas¡± pueden ser el objetivo de otros actos, como la incitaci¨®n a la guerra contra los musulmanes o la violencia directa contra ellos. No es de extra?ar que haya otros informes que demuestran que Mahoma realmente toleraba o perdonaba a sus cr¨ªticos m¨¢s duros.
Con estos argumentos, algunos destacados eruditos isl¨¢micos han desafiado ¨²ltimamente las leyes sobre la blasfemia en el islam. Entre ellos se encuentran Rached Ghannouchi, l¨ªder del partido islamista moderado tunecino Ennahda; Javed Ghamidi, un popular erudito de Pakist¨¢n; o Mohsen Kadivar, un te¨®logo isl¨¢mico de Ir¨¢n. Y justo despu¨¦s del reciente ataque a Rushdie, un grupo de destacados intelectuales isl¨¢micos iran¨ªes public¨® una contundente declaraci¨®n en la que rechazaban cualquier ¡°asesinato en nombre del islam¡±, as¨ª como cualquier ¡°gobierno desp¨®tico¡±.
Todo esto demuestra que se puede ser un musulm¨¢n fiel y al mismo tiempo defender la libertad de expresi¨®n para todos, incluido Salman Rushdie.
Pero, ?pueden estas ideas reformistas cambiar realmente las actitudes en el mundo del Islam, hacia la libertad y la tolerancia?
Como musulm¨¢n, creo que s¨ª. Y si tiene dudas, solo recuerde que el cristianismo ten¨ªa actitudes a¨²n m¨¢s preocupantes hace unos siglos, con veredictos a¨²n m¨¢s duros contra los blasfemos, los herejes e incluso las ¡°brujas¡±. Las cosas cambiaron gracias a las dolorosas pruebas y tambi¨¦n a las ideas terap¨¦uticas.
Hoy, el mundo isl¨¢mico se encuentra en un momento muy cr¨ªtico. Y Salman Rushdie, para quien deseo sinceramente una r¨¢pida recuperaci¨®n, quiz¨¢s pase a la historia como alguien que cataliz¨® algunas ideas terap¨¦uticas con su propia y dolorosa prueba.
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