Verano, fraudes y mentiras
Existe el peligro de que la pol¨ªtica y la prensa caigan en una burbuja autorreferencial, donde lo esencial nunca es qu¨¦ sino qui¨¦n
A lo largo de la historia, los principales generadores de noticias falsas han sido los medios y los gobiernos. Las alarmas ante las noticias falsas de los dem¨¢s pretenden poner barreras a la competencia. Pero eso no es raz¨®n para el cinismo, sino para la vigilancia. Muchos de los debates de este verano tienen un componente fraudulento. Combinan la tradici¨®n estacional con el esp¨ªritu de la ¨¦poca: el presidente del Gobierno ha repetido la c¨¦lebre falsedad de que Espa?a es el segundo pa¨ªs con m¨¢s desaparecidos despu¨¦s de Camboya; el Ministerio de Igualdad lanz¨® una campa?a en defensa de la diversidad anat¨®mica donde utilizaba y manipulaba sin permiso im¨¢genes de cuerpos ¡°no normativos¡±; hemos vivido una alerta por una supuesta trama de pinchazos en discotecas cuyo objetivo, se dec¨ªa, era inducir a la sumisi¨®n qu¨ªmica para abusar sexualmente de las v¨ªctimas (medios que extendieron un rumor amenazante denuncian luego la expansi¨®n del miedo).
En el caso del decreto energ¨¦tico que se vota hoy en el Congreso, las diferencias reales son menores que las escenificadas: en el estilo de hechos consumados del Gobierno y en el histrionismo de la oposici¨®n. Se exageraban los efectos negativos y las ventajas. Como ha escrito Janan Ganesh, la pol¨ªtica actual es una lucha cada vez m¨¢s feroz por cada vez menos, y quiz¨¢ lo m¨¢s interesante es ver a los defensores y a los atacantes cambiando de direcci¨®n al ritmo de los vaivenes de su partido, con la elegancia de una estampida de ?us. As¨ª, las consecuencias que se atribuyen a una medida son una exageraci¨®n malintencionada hasta el momento en que se convierten en una necesidad urgente (por ejemplo, en la ley de la memoria democr¨¢tica); las soluciones que propon¨ªa el adversario eran delirantes hasta el momento en que uno mismo las adopta y al rev¨¦s (por ejemplo, en los test de ant¨ªgenos en la pandemia o en el decreto energ¨¦tico).
Uno de los peligros es que la pol¨ªtica y la prensa caigan en una burbuja autorreferencial, donde no tratas de los problemas, sino de sus efectos sobre ti, donde lo esencial ¡ªen una medida, en un indulto, en el cumplimiento de la ley¡ª nunca es qu¨¦ sino qui¨¦n. Su consecuencia es la p¨¦rdida de credibilidad: seg¨²n el Eurobar¨®metro, el 90% de los espa?oles desconf¨ªa de los partidos pol¨ªticos y, seg¨²n un informe del Instituto Reuters y la Universidad de Oxford, Espa?a es el pa¨ªs donde m¨¢s ha ca¨ªdo el inter¨¦s por las noticias. Es algo que puede ocurrir cuando, como escribi¨® Karl Kraus, todo es verdad, y al contrario.
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