Resistencias al impuesto global
El freno al impuesto a las multinacionales tecnol¨®gicas debilita la capacidad de resistencia de la UE ante la crisis actual
La urgencia de la reforma fiscal para que paguen impuestos justos las multinacionales tecnol¨®gicas no es hipot¨¦tica o relativa sino perentoria. Las oscuras perspectivas del pr¨®ximo a?o en t¨¦rminos econ¨®micos, sin incurrir en ning¨²n catastrofismo, merecen y hasta exigen que tales gigantes econ¨®micos dejen de eludir sistem¨¢ticamente el pago de impuestos en los pa¨ªses donde obtienen sus ingresos, como hacen en la actualidad compa?¨ªas como Amazon o Facebook. Pese a ello, la OCDE acaba de reconocer que el impuesto avanza con retraso y que habr¨¢ de esperar al menos un a?o m¨¢s, hasta 2024. Tanto en EE UU como en algunos pa¨ªses de la UE se mantienen las reticencias que explican el retraso. Pero la globalizaci¨®n, la crisis clim¨¢tica y la revoluci¨®n digital ya hace mucho que exigen un cambio profundo e innovador en unas normas tributarias que se dise?aron para una realidad empresarial y fiscal que hace d¨¦cadas que no existe. Los gobiernos de todo el mundo dejan de ingresar cada a?o entre 100.000 y 240.000 millones de d¨®lares por la elusi¨®n fiscal, mientras las estimaciones m¨¢s cre¨ªbles apuntan a que las grandes compa?¨ªas desv¨ªan anualmente 1,2 billones hacia para¨ªsos fiscales.
Para activar la reforma se aducen problemas t¨¦cnicos que en el fondo esconden causas pol¨ªticas. El inter¨¦s general ha prevalecido en la modificaci¨®n legislativa impulsada por Biden en Estados Unidos, el pa¨ªs en el que est¨¢ la sede principal de la gran mayor¨ªa de multinacionales que tendr¨ªan que pagar m¨¢s si la reforma entra definitivamente en vigor. Las dificultades t¨¦cnicas que a menudo se esgrimen, en realidad tienen que ver con el dise?o mismo de los impuestos, sus exenciones, los conceptos que se gravan o no, y es ah¨ª donde vuelve a jugar un papel clave la determinaci¨®n pol¨ªtica de cambiar el sistema impositivo por desequilibrado y visiblemente injusto. La propia UE es un claro ejemplo. Entre los Veintisiete hay pa¨ªses que, de una forma u otra, mantienen una pol¨ªtica fiscal laxa para atraer empresas (Irlanda, Luxemburgo, Malta, Chipre, Holanda). Por esto ¨²ltimo, pasos como el de fijar un suelo m¨ªnimo del 15% en el impuesto de sociedades van en la direcci¨®n correcta, aunque voces autorizadas, como las de los economistas Gabriel Zucman o Thomas Piketty, consideran esa base todav¨ªa insuficiente, y otras etapas hist¨®ricas en situaciones de emergencia ofrecen ejemplos de tipos que duplican y hasta triplican esa base.
La pandemia ha puesto al l¨ªmite las costuras de los servicios p¨²blicos en casi todos los pa¨ªses occidentales donde hay un Estado de bienestar digno de este nombre. Pero uno de los instrumentos capaces de reparar esos agujeros financieros es evitar la elusi¨®n de impuestos para las compa?¨ªas multinacionales. La UE y las dem¨¢s democracias necesitan pol¨ªticas fiscales que reduzcan la desigualdad galopante que han generado las ¨²ltimas crisis, y ahora la guerra en Ucrania. Las revoluciones contempor¨¢neas exigen respuestas m¨¢s ambiciosas, innovadoras y r¨¢pidas para revertir la erosi¨®n fiscal de las ¨²ltimas d¨¦cadas. La UE es el mercado m¨¢s grande del mundo y con mayor poder adquisitivo, y por eso est¨¢ llamada a tener un papel protagonista. La eficiencia de las democracias depende de una base fiscal suficiente para redistribuir. Dejar de arrastrar los pies ante el poder de las multinacionales tecnol¨®gicas puede salvaguardar su propio sistema pol¨ªtico del acecho de los nacionalpopulismos aupados por el descontento, la desigualdad y la exclusi¨®n social.
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