Plebiscito en Chile: el guion de Donald Trump
La campa?a del rechazo ha estado apoyada por grandes grupos econ¨®micos que han realizado donaciones multimillonarias dentro y fuera del marco de la ley
Chile ha sido siempre un pa¨ªs extra?o, me digo a m¨ª misma en el medio de una gigantesca multitud. Estoy en Santiago, en el acto de cierre de la campa?a del Apruebo y a mi lado un hombre baila reguet¨®n disfrazado de nueva Constituci¨®n. Otro, ya anciano, alza un cartel que dice: ¡°Por una vida digna¡±. En la fachada de un edificio: ¡°Un nuevo Chile florecer¨¢¡± y m¨¢s all¨¢ un enorme lienzo: ¡°Ya nada nos dar¨¢ lo mismo. Lo mismo nunca nos dar¨¢ nada¡±. Estamos cerca del refer¨¦ndum, donde el pa¨ªs decidir¨¢ si aprobar o no una nueva Constituci¨®n. El ambiente es festivo pero tambi¨¦n crispado. Es una elecci¨®n hist¨®rica, la m¨¢s importante de mi vida, y la campa?a, siguiendo el guion de Donald Trump, ha estado dominada por la desinformaci¨®n y noticias falsas propagadas sin pudor por los representantes del rechazo.
La comparaci¨®n, aunque inc¨®moda, es acertada. Al igual que en el caso de Trump, la campa?a del rechazo ha estado apoyada por grandes grupos econ¨®micos que han realizado donaciones multimillonarias dentro y fuera del marco de la ley. Por si esto no bastara, la desinformaci¨®n y las mentiras han sido sus herramientas predilectas. Mintieron en la franja televisiva, que debi¨® ser fiscalizada a diario por la sociedad civil, desinformaron en las propagandas de radio e imprimieron miles de volantes con medias verdades sobre el texto. As¨ª lo han indicado medios internacionales como Reuters, en una nota titulada ¡°Chile combate un mar de medias verdades a d¨ªas del refer¨¦ndum¡± o la BBC que habl¨® de ¡°La brutal desinformaci¨®n sobre la nueva Constituci¨®n propuesta para Chile¡±.
Las mentiras abarcaron puntos sensibles para la sociedad. Dijeron, por ejemplo, que la nueva constituci¨®n permitir¨ªa el aborto sin l¨ªmite de semanas, cuando lo que hace el texto es mandatar al legislador para que fije las condiciones de la interrupci¨®n voluntaria del embarazo. Dijeron tambi¨¦n que la nueva constituci¨®n dividir¨ªa el territorio, cuando el texto dice expl¨ªcitamente que Chile ser¨¢ un Estado unitario. Dijeron que con el nuevo marco constitucional se acabar¨ªa ¡°el sue?o de la casa propia¡± aunque el nuevo texto no solo reconoce la propiedad privada sino que establece por primera vez el derecho a la vivienda digna. Dijeron que los pueblos ind¨ªgenas tendr¨ªan m¨¢s derechos que el resto de los chilenos cuando lo que hace el texto es reconocer una plurinacionalidad que siempre ha estado ah¨ª y saldar una deuda de despojo largamente arrastrada.
Desconcertados y molestos, sin medios de comunicaci¨®n a su servicio ni donantes millonarios, los partidarios del apruebo recurrieron a una herramienta inesperada. Un arma antigua que, sin embargo, por lo general no defrauda: la lectura. La nueva constituci¨®n se transform¨® en el best-seller del a?o. Largas filas se agolparon ante las puertas de las librer¨ªas. Mujeres y hombres, ni?os y ni?as, chilenos, migrantes, y hasta algunos turistas despistados ansiaban leerla. El libro se vendi¨® en los quioscos, se grit¨® a viva voz en las esquinas, se discuti¨® en las aulas y en las sobremesas de los almuerzos. Se rayaron en las paredes sus palabras: ¡°dignidad¡±, ¡°igualdad¡±. Se tarare¨®, se declam¨®, se convirti¨® en poema y hasta en canci¨®n. Y esto permiti¨® que algunos puntos valiosos rompieran el cerco de desinformaci¨®n y mentiras.
El texto no tiene parang¨®n en el mundo y no lo digo livianamente. Soy una abogada renegada, tal vez deb¨ª empezar esta columna por ah¨ª. Fui una buena alumna, aplicada y seria, aunque inc¨®moda en ese papel. Sentada en la ¨²ltima fila de la Facultad de Derecho, pronto comprob¨¦ que Kafka ten¨ªa raz¨®n: estudiar derecho era como alimentar el esp¨ªritu con aserr¨ªn. Y tal vez el peor aserr¨ªn de todos fue la Constituci¨®n de 1980. Un texto ultra-conservador, aprobado en un plebiscito fraudulento en plena dictadura de Pinochet y que ha regido en el pa¨ªs m¨¢s de cuarenta a?os. Esa Constituci¨®n hizo de Chile el laboratorio neoliberal del mundo: transform¨® la educaci¨®n y la salud en bienes de consumo y privatiz¨® todo lo privatizable incluidas las pensiones y las aguas. Una vez que recuperamos la democracia, los gobiernos progresistas bailaron conformes al ritmo de ese modelo. Hablaron del ¡°milagro chileno¡±, del gran crecimiento del PIB, se autodenominaron ¡°jaguares¡± e ¡°ingleses¡±, apostaron a un supuesto chorreo de las riquezas, y escondieron bajo la alfombra una desigualdad francamente vergonzante. Adem¨¢s de materias primas, Chile produjo en treinta a?os a los ricos m¨¢s ricos del continente.
Transcurrieron d¨¦cadas: los noventas, los 2000. Generaciones nacieron y crecieron con el neoliberalismo como modelo. Pagar para educarse. Pagar para sanarse. Todo para jubilar, a?os despu¨¦s, con una deuda impagable y pensiones de hambre. El modelo perme¨® todo: las subjetividades, los v¨ªnculos, el cine y hasta la literatura. Pero subterr¨¢neo y mudo fue creciendo el descontento y de ese descontento multitudinario naci¨® la necesidad de escribir un nuevo libro.
Se trata de la primera constituci¨®n ecologista del planeta. La primera en admitir que existe una crisis clim¨¢tica y que debemos tomar medidas para mitigar sus consecuencias. Para ello, no solo establece deberes para el Estado sino que redefine al ser humano, abandonando la fantas¨ªa de liberal cl¨¢sica de la autonom¨ªa individual a favor de un paradigma de interdependencia. Dependemos los unos de los otros y a la vez dependemos de la naturaleza, dice un texto francamente innovador. Es un cambio profundo, pero no es extra?o que esto ocurriera en Chile. Se trata del pa¨ªs que lleva m¨¢s a?os regido por el modelo neoliberal y sus consecuencias se han hecho visibles de maneras muy concretas. Se han secado los r¨ªos y otros han sido desviados por las mineras o los monocultivos. Hay zonas de sacrificio medioambiental y miles de personas sin agua potable. Hemos tenido, en Chile, un atisbo de lo que nos espera como humanidad. Y ante esa imagen devastadora no hubo m¨¢s opci¨®n que cambiar el paradigma.
Se trata, adem¨¢s, de una Constituci¨®n feminista. No solo consagra el derecho a interrumpir en forma voluntaria un embarazo, sino que establece que la democracia deber¨¢ ser paritaria. Reconoce, adem¨¢s, que los trabajos dom¨¦sticos y de cuidados son socialmente necesarios y establece la necesidad de avanzar hacia la corresponsabilidad. El texto tambi¨¦n reconoce a las diversidades y disidencias sexuales, a una amplia variedad de familias, establece que los tribunales deber¨¢n fallar con enfoque de g¨¦nero y mandata una educaci¨®n no sexista.
Todos estos art¨ªculos fueron le¨ªdos a coro en el cierre de campa?a del Apruebo. Yo los escuch¨¦ como quien escucha la descripci¨®n de un pa¨ªs imaginario. Eso hace el lenguaje, tanto el de la literatura como el del derecho. Palabra tras palabra, crea realidad.
En unas horas m¨¢s finalmente conoceremos el resultado. Como en toda elecci¨®n, habr¨¢ ganadores y perdedores. Sin embargo, de aprobarse el nuevo libro, quienes votaron en contra habr¨¢n ganado tambi¨¦n. Habr¨¢n ganado derechos. Habr¨¢n ganado democracia. Habr¨¢n ganado igualdad. Habr¨¢n ganado dignidad. Si esta noche Chile se declara un Estado social y democr¨¢tico de derecho, si se reconoce plurinacional y ecol¨®gico, si fuerte y claro declara que su democracia es paritaria y que es una rep¨²blica solidaria, habr¨¢, apenas, unos pocos perdedores: el machismo, la mentira, la codicia y, por cierto, el guion de Donald Trump.
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