Las zapatillas feas del amigo pobre
La desigualdad es material, de pertenencias, de dinero o facilidades. Pero sus implicaciones son tambi¨¦n psicol¨®gicas, como fuente de autoestima que forja identidades o imaginarios de grupo
La precariedad juvenil suele presentarse como un todo compacto, pero los j¨®venes entre ellos no acabar¨¢n siendo iguales. Las redes ardieron al publicarse esta semana que existe una brecha de la riqueza entre los 20 y los 30 a?os, donde las diferencias de salario rompen amistades que no pueden permitirse el mismo nivel de vida. Aunque lo c¨ªnico es creer que la estratificaci¨®n juvenil empieza con la n¨®mina, y no en la clase social o en los privilegios de los padres.
Sirva la vez en que una amiga de origen pudiente me pregunt¨® ¡°c¨®mo un ni?o pod¨ªa ser consciente de su realidad humilde¡± frente a otros compa?eros. Cit¨® el compartir cuarto con los hermanos, o no tener libros en casa. Pero es dif¨ªcil saber tan peque?o el freno que ello implicar¨¢ en su rendimiento acad¨¦mico o sus oportunidades. Cog¨ª una imagen m¨¢s inocente de mi infancia: las ni?as que llevaban zapatillas de deporte de marca, frente a las m¨ªas, no tan sofisticadas, dentro de los posibles de mi familia.
Las bambas feas constituyen as¨ª la met¨¢fora de las diferencias tan sutiles, aunque identificables, que existen a la hora de construir relaciones sociales y que nos acompa?an a lo largo de la vida. La desigualdad es material, de pertenencias, de dinero o facilidades. Pero sus implicaciones son tambi¨¦n psicol¨®gicas, como fuente de autoestima que forja identidades o imaginarios grupales. La desigualdad se traduce incluso en una liturgia social, una est¨¦tica, unos h¨¢bitos que unen a quienes se reconocen como iguales.
Por tanto, ser¨ªa hip¨®crita escandalizarse por una ruptura de lazos a los 30 a?os entre esos amigos que ya no pueden ir de restaurante fino o de fines de semana. Cuando, de entrada, hay amigos que nunca hicimos, entornos que jam¨¢s frecuentaremos, por raz¨®n del estatus econ¨®mico. Igual no vivimos en su barrio ni asistimos a su colegio, o no toc¨¢bamos el piano; tampoco nos invitar¨¢n a sus fiestas, y raramente viajaremos juntos en vacaciones.
Sin embargo, la vida baraja las cartas, permitiendo a un gran grupo mezclarse m¨¢s adelante por sus aficiones y afinidades, un cambio de ciudad o de trabajo. Los entornos elegidos acaban forjando entonces una falsa apariencia de igualitarismo. El problema llega al apreciar, de nuevo, que los j¨®venes compartir¨¢n una cultura similar, o dramas generacionales comunes, pero no, no todos son iguales, as¨ª hayan frecuentado incluso el mismo instituto o cuadrilla universitaria.
En la treintena uno vuelve a notar el peso de la riqueza ajena; son las bambas adultas de la diferencia. Otro es la dificultad generalizada de ahorrar en Espa?a, mientras que la madre de mi amiga pod¨ªa aflojarle 100.000 euros para la entrada de un piso y otros heredar¨¢n valiosos inmuebles. La brecha entre quienes compartan casa con amigos y quienes tengan una hipoteca propia puede condicionar sus expectativas vitales a largo plazo, como formar familia.
En la treintena uno valora adem¨¢s las decisiones que ha ido tomando; son las bambas de la diferencia elegida. Los bajos salarios son una constante en nuestro pa¨ªs. Ahora bien, nunca se aspirar¨¢ al mismo sueldo, de entrada, viniendo de una carrera como inform¨¢tica que habiendo estudiado humanidades. Algunos amigos se pueden sentir culpables de c¨®mo su situaci¨®n econ¨®mica moldea su vida, alej¨¢ndose, mientras otros buscan formas de sobrellevarlo.
Pese a todo, ser¨ªa una visi¨®n lamentable de las relaciones humanas fiarlas s¨®lo al dinero. La empat¨ªa es lo que une precisamente a las personas cuando conviven en un mismo espacio. Una muestra son los pueblos o los barrios medios, donde las interacciones entre clases resultan m¨¢s habituales. Qu¨¦ tipo de amigo no busca la forma de integrarte, por muy bien que le vaya, si no te puedes tomar un caf¨¦ con ¨¦l.
A saber: la amistad puede ser comunista, anticapitalista y revolucionaria, pues el afecto supone la forma m¨¢s noble de igualar a las personas de distinta cuna o estatus. La amistad puede hasta ayudar a mitigar la desigualdad, en el intercambio de consejos o informaci¨®n del mundo entre quienes tienen or¨ªgenes distintos. Las zapatillas feas del amigo pobre son ah¨ª la met¨¢fora de que, bajo las apariencias, la humanidad se une m¨¢s por sus valores, y sus bondades del alma. Eso si uno ha tenido la dicha de interactuar con ese otro o no es un clasista redomado, est¨¢ claro.
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