La credibilidad del Reino Unido
Los mercados dan la espalda a los planes econ¨®micos de Liz Truss y fuerzan al Banco de Inglaterra a acudir al rescate de la libra
El Reino Unido tuvo el mi¨¦rcoles su momento Mario Draghi. Aquel famoso ¡°lo que haga falta¡± del entonces gobernador del Banco Central Europeo logr¨® contener la crisis del euro. El Banco de Inglaterra ha anunciado que comprar¨¢ bonos a largo plazo del Gobierno ¡°en la escala que sea necesaria¡± para estabilizar los mercados y frenar el desplome de la libra esterlina. Y es que los mercados y sus inversores han dado la espalda al reci¨¦n estrenado Gobierno conservador de la primera ministra, Liz Truss. No se f¨ªan de sus planes econ¨®micos, que amenazan con elevar en casi 200.000 millones de euros la deuda del pa¨ªs, y hacerla insostenible. El ¨²ltimo patrimonio de prestigio que reten¨ªan los tories era el de su rigor en el equilibrio de las cuentas p¨²blicas. De un plumazo, y con un plan cargado de ideolog¨ªa neoliberal, Truss y su ministro, Kwasi Kwarteng, destrozaron esa idea.
En el peor momento, con una inflaci¨®n que se dispara hasta el 9,9% y una crisis energ¨¦tica que obliga ya a muchos ciudadanos a elegir entre poner comida en la mesa o mantener caliente la casa, el nuevo Gobierno ha enviado a los mercados un mensaje econ¨®mico irresponsable, y a los ciudadanos un mensaje pol¨ªtico insoportable. A los primeros les ha dicho que todas las alegr¨ªas anunciadas, en forma de ayudas para pagar la factura del gas y la electricidad, o la descomunal bajada de impuestos, se har¨¢n con cargo directo a la deuda p¨²blica. A los ciudadanos, que lo urgente es acabar con el tipo m¨¢ximo del 45% del IRPF para las rentas m¨¢s altas, aliviar la carga fiscal de las empresas y rechazar cualquier impuesto adicional sobre los beneficios extraordinarios de las energ¨¦ticas. Hasta el Fondo Monetario Internacional ha reclamado a Truss que se replantee unas medidas que solo provocar¨¢n m¨¢s desigualdad y mayores tensiones inflacionistas.
Los brit¨¢nicos han vuelto a girar su mirada hacia el principal partido de la oposici¨®n. Su l¨ªder, Keir Starmer, cuya estrategia moderada desat¨® al principio la inquietud de los m¨¢s radicales de los suyos, promete una pol¨ªtica rigurosa y responsable, y acusa al Gobierno de ¡°haber perdido el control de la econom¨ªa del Reino Unido¡± y de bajar los impuestos a los m¨¢s ricos.
Todo sugiere que el Partido Conservador ya solo aspira a sobrevivir a base de experimentos sociales, sin calcular el sufrimiento sobre ciudadanos o empresas. Primero fue el Brexit, que dividi¨® y debilit¨® al pa¨ªs. Le sigui¨® una pol¨ªtica de inmigraci¨®n restrictiva, que dej¨® al Reino Unido sin mano de obra cuando m¨¢s la necesitaba. Finalmente, el nuevo Gobierno ha rescatado la vieja teor¨ªa del efecto derrame, seg¨²n la cual bajar los impuestos a los de arriba extiende hacia abajo la riqueza. La respuesta de los mercados ha sido doble: obligar al Banco de Inglaterra a que ponga orden al sinsentido, con una subida dr¨¢stica de los tipos de inter¨¦s, y a Liz Truss a que enmiende unas medidas claramente equivocadas.
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