Mantener el fuego a raya
Los bomberos de Castilla y Le¨®n aciertan en reclamar que no se escatimen medios para prevenir los incendios forestales
Apagados los ¨²ltimos fuegos del verano, llegan las cartas de despido. Muchos de los bomberos forestales que han participado en las agotadoras tareas de extinci¨®n de los incendios que han asolado el pa¨ªs este verano, ven ahora rescindidos sus contratos. Algunos de ellos, contratados por el Gobierno de Castilla y Le¨®n, han emprendido una marcha de protesta para llamar la atenci¨®n sobre un error: el desmantelamiento de unos servicios que podr¨ªan realizar una importante labor de prevenci¨®n. Lo que plantean es razonable. Tan importante como disponer de efectivos para apagar los fuegos cuando arden es poderlos evitar. No se trata de dimensionar el servicio permanente con los efectivos necesarios para los momentos de m¨¢xima necesidad, porque eso ser¨ªa insostenible, pero tampoco de resignarse a una pol¨ªtica meramente reactiva a los acontecimientos.
La pen¨ªnsula Ib¨¦rica resulta especialmente vulnerable a los efectos del cambio clim¨¢tico. En la ¨²ltima d¨¦cada se han contabilizado las temperaturas m¨¢s altas desde que se tienen registros. Eso explica las catastr¨®ficas cifras de suelo devastado por el fuego este ¨²ltimo verano. Hasta el 1 de septiembre, se hab¨ªan quemado en Espa?a y Portugal m¨¢s hect¨¢reas de bosque (393.283) que en el resto de los 25 pa¨ªses de la UE juntos (352.592). De ellas, 293.326 corresponden a Espa?a.
Las condiciones adversas no van a desaparecer de repente. Al contrario, las proyecciones cient¨ªficas indican que el riesgo de incendios aumentar¨¢. Habr¨¢ que tomar medidas para mitigar sus efectos y dimensionar los recursos a las nuevas necesidades. Castilla y Le¨®n, que este a?o ha perdido 80.000 hect¨¢reas y ha tenido que lamentar tres v¨ªctimas mortales, dedica 65 millones de euros anuales a extinci¨®n y prevenci¨®n, lo que supone 13,65 euros por hect¨¢rea forestal, frente a los 88,2 euros de Galicia o los 39,2 de Andaluc¨ªa. Cada comunidad debe adecuar los recursos a la magnitud del desaf¨ªo.
Los servicios de extinci¨®n est¨¢n hoy mejor preparados y dotados que en 1985, cuando se bati¨® el r¨¦cord de hect¨¢reas quemadas (484.475), pero los fuegos son ahora mucho m¨¢s peligrosos porque han aumentado las condiciones adversas que los propagan: temperaturas mucho m¨¢s altas, baja humedad y bosques cada vez m¨¢s densos y extensos, con una gran masa cal¨®rica acumulada. El abandono de cultivos ha propiciado que se formen grandes masas de bosque continuo que, una vez que el fuego alcanza determinada potencia, ya es muy dif¨ªcil de parar. Sobre el aumento de temperaturas no se puede incidir en el corto plazo ni a nivel local, pero s¨ª podemos intervenir sobre las condiciones en que se encuentran los bosques, desbrozando, retirando la le?a seca, abriendo corredores y cortafuegos, entre otras medidas preventivas que se deben hacer en invierno. El dinero que se gaste en prevenci¨®n nunca estar¨¢ mal gastado.
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