Puigdemont recupera la iniciativa
Con la victoria del ¡®no¡¯ en el voto interno se difumina el espejismo de quienes quer¨ªan creer que Junts a¨²n ten¨ªa algo que ver con el posibilismo de Pujol
La crisis del Govern en Catalu?a no es el resultado de las inconsistencias y de la fatiga del proyecto independentista. Estas siempre estuvieron presentes, pero eran compensadas por un electorado tan diverso internamente como fiel (el proc¨¦s nunca alter¨® el equilibrio entre bloques de identidad que se mantienen en Catalu?a desde hace d¨¦cadas) y por un sistema electoral que favorece su predominio parlamentario (?antes habr¨¢ independencia que modificaci¨®n de esa regla provisional desde 1980!).
Tampoco es el producto de las discrepancias program¨¢ticas entre ERC y Junts per Catalunya. Aunque muchos insisten en ello, lo cierto es que las ¨²ltimas dos d¨¦cadas fueron m¨¢s bien un proceso de emparejamiento progresivo entre ambos espacios pol¨ªticos, hasta el punto de que en las elecciones de febrero de 2021 arrojaron el mayor nivel de solapamiento entre los electorados de ambas fuerzas: en realidad, con la deriva antisistema de muchos l¨ªderes de Junts y la acumulaci¨®n de pragmatismo en ERC, las dos fuerzas han acabado compitiendo por un votante bastante parecido.
La crisis pol¨ªtica catalana surge de los problemas de Junts para dilucidar qu¨¦ es, qui¨¦n debe liderarla y c¨®mo contrarrestar el ascenso de ERC. Son los dilemas que el pospujolismo no ha sabido responder desde que perdi¨® la Generalitat a manos de la izquierda encabezada por Pasqual Maragall. En aquella primera legislatura del tripartito, CiU revent¨® la sobrepuja en la reforma del autogobierno. Despu¨¦s abraz¨® el soberanismo para desbordar el Estatut. En 2012, cuando contaba con 62 esca?os, apost¨® por la autodeterminaci¨®n para tapar la austeridad. Ninguno de esos saltos adelante le devolvieron el brillo del pasado. M¨¢s bien al contrario: fue reduciendo el per¨ªmetro social y pol¨ªtico de sus bases, y acab¨® alentando una nueva generaci¨®n de independentistas sin ansias inmediatas de gobierno y con un esp¨ªritu antipol¨ªtico que esta semana ha acabado de desplazar el pragmatismo convergente que quedaba en pie.
Con la victoria del no en el voto interno por un margen claro, y con una participaci¨®n muy alta, se difumina el espejismo de quienes quer¨ªan creer que Junts a¨²n ten¨ªa algo que ver con el posibilismo de Jordi Pujol, y de que consejeros como Victoria Alsina o Jaume Gir¨® pod¨ªan recuperarlo. Junts es hoy el partido-movimiento de Puigdemont, quien ahora logra recuperar la iniciativa (tras perderla en los pasos iniciales debido a la lejan¨ªa de Bruselas), a fin de alinear, de nuevo, la pol¨ªtica catalana con la conveniencia de su calendario.
En las cruciales elecciones municipales del pr¨®ximo mayo, Puigdemont corr¨ªa el riesgo de que los sectores pragm¨¢ticos de Junts se hicieran con los restos (en disputa con ERC) del poder nacionalista territorial. Ahora podr¨¢ imprimir un nuevo giro en el debate electoral, que lo aleje de las cuestiones locales y de los temas sociales, algo que siempre perjudic¨® al independentismo m¨¢s exaltado. M¨¢s importante a¨²n, Puigdemont tratar¨¢ de alterar el camino hasta las pr¨®ximas elecciones generales, desafiando la pol¨ªtica de pacificaci¨®n de Oriol Junqueras y Pere Aragon¨¦s (y su mesa de di¨¢logo), y desestabilizando la minor¨ªa gubernamental de Pedro S¨¢nchez.
Queda el interrogante de c¨®mo piensa Junts per Catalunya resolver estos calendarios electorales renunciando a puestos de poder e influencia gubernamental. Quiz¨¢ la respuesta venga de la mano del calendario judicial que marca la vida pol¨ªtica y personal del expresident catal¨¢n desde hace cinco a?os. En pocas semanas, cabe esperar la respuesta del Tribunal de Justicia de la Uni¨®n Europea a la cuesti¨®n prejudicial elevada por el juez Pablo Llarena. Si se confirman los criterios avanzados por el abogado general el pasado julio, se abrir¨ªa la puerta a que, esta vez s¨ª, la justicia belga entregara a los pol¨ªticos independentistas. ?Buscan los de Puigdemont afrontar ese desenlace sin las ataduras institucionales de ser el socio menor de un Ejecutivo que no controlan? ?Podr¨ªa ¨¦l mismo acelerar los tiempos regresando antes de hora y poniendo contra las cuerdas a quienes, desde Barcelona y Madrid, han tratado de enterrarlo en el ostracismo de Waterloo? Como apunta el polit¨®logo Benjamin Moffit (The global rise of populism), los nuevos l¨ªderes emergentes que se apoyan exclusivamente sobre la apelaci¨®n al pueblo necesitan ofrecer excepcionalidad continua. De lo contrario, la rutina de lo institucional los acaba sepultando. Puigdemont consigue su ¨²ltima oportunidad.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.