Rusia y China, dos imperialismos vergonzantes
El enga?o fue largo y profundo, hasta el punto de que todav¨ªa funciona, entre las izquierdas y entre los pa¨ªses del Sur Global
Cada ¨¦poca depara sus novedades y sorpresas. Entre las del siglo XXI se hallan los imperios vergonzantes, que act¨²an como imperios, como tales son percibidos por los propios imperialistas, pero por nada del mundo quieren que se les identifique como tales. En nada tienen que envidiar a los imperialismos del pasado, ni de los antiguos ni de los recientes. De hecho, son una reminiscencia de viejos imperios, bajo cuyo prestigio no tienen rebozo en promover un renacimiento. Pero les conviene disimular sus ambiciones imperialistas con los modestos h¨¢bitos propios de los pa¨ªses descolonizadores.
Como sus verdaderos predecesores, son autoritarios y rinden el culto debido a quien manda, el emperador. No hay ciudadanos en estos pa¨ªses, sino obedientes siervos y esclavos encadenados. Y una corte fiel, como el zar sus boyardos y el emperador chino sus eunucos. Son naciones imperiales, lejos de las modernas naciones pol¨ªticas surgidas de los principios republicanos y liberales. Rige en ellas la homogeneidad de ideas y creencias, cultura y lengua e incluso etnia y costumbres, m¨¢s propia de los nacionalismos que de los viejos imperios.
No hay imperio sin dominaci¨®n, ni dominaci¨®n sin una polic¨ªa temible que controle el interior del imperio y un ej¨¦rcito que asegure sus inevitables planes expansivos. Estos imperios del siglo XXI han demostrado una enorme eficacia en la seguridad interior, pero est¨¢ por demostrar que tambi¨¦n sean eficaces sus ej¨¦rcitos. De momento, el mundo est¨¢ con la guardia alta ante sus agresivas ambiciones.
No hay mayor paradoja que un imperialismo antiimperialista. Se explica por sus antecedentes inmediatos. Vienen del quiebro comunista, cuando fueron adalides de la descolonizaci¨®n sin dejar de colonizar. No dejaron de oprimir, encarcelar y matar, prohibir religiones y culturas cuando hizo falta, ni arrinconar lenguas y aniquilar minor¨ªas, como todos los imperios que en el mundo han sido. Pero el enga?o fue largo y profundo, hasta el punto de que todav¨ªa funciona, entre las izquierdas occidentales y entre los pa¨ªses anta?o no alineados, hoy el llamado Sur Global.
Este antiimperialismo impugna la democracia liberal, p¨¦simo ejemplo emancipador que anima a los pueblos encarcelados, y ve su mera existencia como una interferencia en su soberan¨ªa. A sus s¨²bditos jam¨¢s se les ocurrir¨ªa emanciparse por s¨ª solos, sin la acci¨®n oculta del imperialismo antirruso y antichino que impulsa las revueltas.
El imperialismo vergonzante sirve a los intereses econ¨®micos particulares de la casta imperial, en el mejor de los casos tan capitalistas como los de las ¨¦lites de las antiguas metr¨®polis y, en el peor, los propios de unas nuevas ¨¦lites corruptas y mafiosas, hijas del matrimonio entre los servicios secretos y las mafias criminales. As¨ª es como se enmascara la realidad expansiva y colonizadora de Rusia ante Ucrania y el C¨¢ucaso o de China ante Xinjiang, Hong Kong y Taiw¨¢n.
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