Guerra fr¨ªa, imperialismo, tel¨®n de acero
Se ha abierto una fase de desglobalizaci¨®n, con consecuencias imprevisibles
Conceptos como guerra fr¨ªa, imperialismo, tel¨®n de acero son los m¨¢s utilizados ahora para describir el estado de animosidad permanente que se ha instalado entre una potencia emergente, China, y la superpotencia mundial, EE UU. Recu¨¦rdese que la Guerra Fr¨ªa fue el enfrentamiento entre EE UU y la Uni¨®n Sovi¨¦tica, tras finalizar la Segunda Guerra Mundial, en ¨¢mbitos como el econ¨®mico, pol¨ªtico, social y hasta militar; que el imperialismo era la fase superior del capitalismo y se manifestaba en ideas como la superioridad y dominaci¨®n entre pa¨ªses; o que el tel¨®n de acero trataba de la frontera ideol¨®gica y pol¨ªtica entre Europa occidental y Europa oriental.
?Qu¨¦ ha ocurrido? Que a la guerra comercial, considerada hasta ahora de baja intensidad, entre Washington y Pek¨ªn, con subidas mutuas de aranceles, se le ha a?adido un conflicto tecnol¨®gico de gran significaci¨®n mundial: la firma china Huawei ha sido incluida en una lista negra por Donald Trump, por lo que a partir de hacer efectiva esa decisi¨®n ninguna empresa norteamericana podr¨¢ venderle ni soft?ware nihardware sin licencia estatal. Huawei es una de las sociedades m¨¢s agresivas en el desarrollo de la tecnolog¨ªa 5G, que, seg¨²n los expertos, va a cambiar la visi¨®n econ¨®mica del planeta en poco tiempo.
La primera inc¨®gnita es si China establecer¨¢ una reciprocidad con Apple u otra gran empresa tecnol¨®gica americana. Y m¨¢s all¨¢, si esta confrontaci¨®n se extender¨¢ a otros sectores, incluido el de la deuda p¨²blica (China es el gran comprador de bonos americanos). Al final de la reflexi¨®n est¨¢ la lucha por la hegemon¨ªa tecnol¨®gica ¡ªy a trav¨¦s de ella, pol¨ªtica¡ª de los dos grandes pa¨ªses.
Se demuestra as¨ª que Trump est¨¢ dispuesto a utilizar todas las armas de la pol¨ªtica para contener la rivalidad de un pa¨ªs que se incorpor¨® a principios de siglo a las reglas de la Organizaci¨®n Mundial de Comercio, aprovech¨¢ndose de ellas en lo que le interesaba, pero sin cumplir con el resto de las normas de la competencia internacional (entre ellas, aplicando el dumping social y una m¨ªnima protecci¨®n social a sus ciudadanos).
En otro momento de la historia, con gobernantes distintos a estos, el resto de los pa¨ªses occidentales no hubieran tenido dudas del lado en el que se situar¨ªan; hoy esto est¨¢ mucho m¨¢s difuso, como muestra la recepci¨®n de la tecnolog¨ªa china 5G en muchos pa¨ªses europeos, as¨ª como la buena acogida a las inversiones multimillonarias relacionadas con la red de infraestructuras chinas conocidas como Ruta de la Seda. Trump asusta.
El investigador Federico Steinberg ha sido de los m¨¢s incisivos (¡®La guerra tecnol¨®gica y el nuevo imperialismo¡¯, diario Expansi¨®n, 21 de mayo). Describe lo que sucede como un neoimperialismo en el que tanto EE UU como China utilizar¨¢n su poder para debilitar al otro (lo que Joan Robinson denominaba ¡°pol¨ªticas de perjuicio al vecino¡±), obligando a los dem¨¢s pa¨ªses a tomar partido y someterse a las normas del imperio al que se adhieran, y siendo las amenazas estadounidenses a las empresas europeas que hagan negocios con Ir¨¢n o Cuba parte de esa clave neoimperialista. Recuerda Steinberg que los actuales l¨ªderes imperiales, Trump, Xi Jinping y Putin, ¡°no son precisamente admiradores de la democracia liberal¡±.
El profesor Dani Rodrik, de la Universidad de Harvard, ha tratado de matizar en sus ¨²ltimos textos la idea de que todo libre intercambio de bienes y servicios trae beneficios al conjunto de las partes. En uno de sus libros (Hablemos claro sobre el comercio mundial, editorial Deusto) pone numerosos ejemplos de una globalizaci¨®n mal gestionada en la que no se logra un equilibrio entre la apertura econ¨®mica y el derecho a la gesti¨®n del espacio pol¨ªtico de los Estados. En todos ellos los protagonistas act¨²an como representantes del ¡°capitalismo de Estado¡±. Ahora, el temor es que la tensi¨®n acabe en dos sistemas tecnol¨®gicos incompatibles entre s¨ª, lo que obligar¨ªa al resto del mundo a elegir. Ello supondr¨ªa una fase de desglobalizaci¨®n que podr¨ªa semejarse a la que se desarroll¨® en el periodo de entreguerras, con el resultado padecido por todos.
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