La paz total o la guerra total
La paz total no es una idea loca, es ambiciosa, grandilocuente, y quiz¨¢ una utop¨ªa. Lo que pedimos los colombianos es que, si no es exitosa, no nos lleve a un recrudecimiento de la violencia
El 7 de febrero del 2003 las FARC volaron en pedazos el Club el Nogal en Bogot¨¢. En el atentado murieron 36 personas y 200 m¨¢s quedaron heridas. El estremecimiento con la noticia trajo en segundos el recuerdo del anuncio del fin del proceso de paz. Estaba claro, la bomba era una consecuencia de ese proceso frustrado. Era la cuenta de cobro.
El 23 de enero del 2019 el ELN estall¨® una bomba en el interior de la Escuela General Santander en la que murieron 22 j¨®venes que estudiaban para ser polic¨ªas. El estremecimiento con la noticia trajo de inmediato el recuerdo del anuncio del fin del proceso de paz. Estaba claro, la bomba era una consecuencia de ese proceso frustrado. Era la cuenta de cobro.
Poner bombas desvirt¨²a el argumento de la lucha armada, aleja las posibilidades de pactar la paz, confunde las emociones y el prop¨®sito de las negociaciones, increpa la moral e invoca la barbarie. Pero la guerra en Colombia se volvi¨® una guerra de bombazos y bombardeos. De t¨² me matas y yo te mato porque aqu¨ª nada se ha terminado, y ninguno ha ganado.
Cada vez que la paz se frustra, la guerra muestra su peor cara. La m¨¢s desgraciada y cruel, porque es la cara de la venganza, de la humillaci¨®n, y de esas demostraciones de fuerza que no reparan en inocentes, en desarmados, en j¨®venes, en ni?os, en el campo o en la ciudad. Es esa la principal raz¨®n por la que cada paz que se logra, hay que cuidarla.
Una pol¨ªtica de paz de Estado es el empe?o decidido de ponerle fin a la confrontaci¨®n armada de tal manera que no termine en la voluntad de un gobernante. Eso puede disminuir el riesgo de esos coletazos que, como en los ejemplos anteriores, convierten el fin de un proceso de paz en el incremento de la violencia y en atentados que cierran las puertas con montones de muertos de por medio.
El empe?o del presidente Petro entonces comienza planteando ese marco general y jur¨ªdico sobre un camino de largo plazo. Lo hace en la nueva Ley de orden p¨²blico que ya est¨¢ en tr¨¢mite en el Congreso, sin embargo, esa Ley no asegura que las din¨¢micas de la confrontaci¨®n no sigan su curso y se salten por supuesto la Ley y cualquier pol¨ªtica.
Por esto es necesario advertir que al comenzar procesos de conversaciones simult¨¢neos, con varios ceses al fuego de diferentes naturalezas, el Gobierno de Petro tendr¨¢ que tener previsto que, si no se terminan con ¨¦xito, podr¨ªamos pasar de la paz total a la guerra total.
Es una apuesta audaz que demandar¨¢ un permanente y potente liderazgo del Presidente que tendr¨¢ que dedicarle un alto porcentaje de su tiempo como gobernante, y requerir¨¢ de temple para mantener el margen de maniobra pol¨ªtico y social, incluyendo la cohesi¨®n de las Fuerzas Militares, elementos esenciales para cumplir con su prop¨®sito.
El nuevo intento de negociar con el ELN es la punta de lanza para desactivar una buena parte de la confrontaci¨®n armada que hoy tiene el pa¨ªs. Por muchas razones. La primera es que representa la guerrilla m¨¢s antigua de Am¨¦rica Latina, la ¨²nica que persiste desde la d¨¦cada de los a?os 60, la m¨¢s reacia a creer en las bondades de las negociaciones con el Estado y la que m¨¢s tiempo ha estado en una mesa de di¨¢logo durante su historia. La segunda es que en su proceso de resistencia ha logrado permear las comunidades y las instituciones en muchas regiones del pa¨ªs en las que son autoridad. La tercera es que, como actor ilegal en permanente lucha territorial, tiene sus propias guerras con la mayor¨ªa de grupos criminales que se han enquistado en sus tradicionales zonas de influencia. Por lo tanto, es un actor que articula en muchos sentidos el desmonte de la violencia en la naci¨®n.
Desde el 2019 el ELN sab¨ªa que ser¨ªa un gobierno de izquierdas el que les cambiar¨ªa el panorama y los conminar¨ªa a una nueva etapa de di¨¢logo. En una entrevista que concede Pablo Beltr¨¢n en 2019, dice que dados los 8 millones de votos que obtuvo Gustavo Petro en el 2018 se abrir¨¢n las puertas a una etapa para la paz del pa¨ªs. El ELN sabe esperar y ese momento ha llegado. Aun as¨ª, no es claro que las condiciones de una paz definitiva est¨¦n a la vuelta de la esquina.
En campa?a, el candidato del Pacto Hist¨®rico dec¨ªa que negociaba con el ELN en tres meses, y no. Es previsible que los tiempos se alarguen mientras una nueva delegaci¨®n del Gobierno traduce los t¨¦rminos y significados de la agenda de las negociaciones que tiene mucho fondo y poco pragmatismo.
Sin embargo, es cierto que el proceso comienza con una etapa ya recorrida y la velocidad de los encuentros as¨ª lo demuestran, y dado que las partes acordaron retomar sus negociaciones en el punto en que se suspendi¨® hace cuatro a?os, se ahorrar¨¢n una parte engorrosa, aburrida y que poco valora la opini¨®n p¨²blica, como son estas formalidades del comienzo.
El comisionado de Paz, Danilo Rueda, ha dicho que van paso a paso, que est¨¢n verificando las voluntades de acatar la exigencia de no matar. Y por algunos ¨ªndices de homicidios e informaciones que trascienden desde la periferia, parece que no son pocos grupos los que est¨¢n interesados. Ir cerrando el cerco de la difusa expansi¨®n de una violencia sin nombre es una tarea obligada del Estado, y la expectativa crece con el paso de los d¨ªas, que en ¨¦sta etapa del ¡°petrismo¡± parecen m¨¢s largos y m¨¢s intensos.
La paz total no es una idea loca, es ambiciosa, grandilocuente, y quiz¨¢ una utop¨ªa, pero es la que Petro se sue?a y en realidad la que el pa¨ªs necesita. Lo que pedimos los colombianos es que no conduzca a estremecedores bombazos de m¨²ltiples grupos que regados por todas las regiones nos ponga ante una nueva frustraci¨®n y esta nos recuerde que la guerra nos pasa siempre la cuenta de cobro. Y esta ser¨ªa total.
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