Gente lista y compleja, de muchas capas
¡°Por qu¨¦ lo dices¡± empieza a ser, para m¨ª, la frase m¨¢s terrible de la historia, seguida por ¡°lo dices por algo¡± y, cuando digo ¡°tengo sed¡±, por ¡°no te sigo¡±
Hay un arte, siempre en boga porque se dirige a listos y todo el mundo cree serlo, que consiste en que los creadores de ficci¨®n, de repente y sin venir a cuento, se ven capaces de escribir personajes mucho m¨¢s inteligentes que ellos. A veces, incluso m¨¢s descaradamente inteligentes, de tal manera que cuando esos personajes dicen algo, lo dicen siempre con un doble sentido. No son capaces de decir algo plano: se elevan tanto que hablan como un or¨¢culo. Se exporta la pr¨¢ctica ¡ªde d¨®nde se iba a exportar¡ª de la realidad: de esa gente que s¨®lo dice algo para que le preguntes por qu¨¦ lo dice, y cuando se lo concedes (¡°por qu¨¦ dices eso¡±), entorna los ojitos de comadreja con sus juegos verbales, sus adivinanzas, sus sobreentendidos; hablan como si jugasen al ajedrez, diciendo una frase previendo tu respuesta y as¨ª hasta que te quede claro que es list¨ªsimo, bien porque no tiene amigos, no tiene vida o le faltan tres veranos.
Es la gente, por otro lado, m¨¢s dada a la conspiraci¨®n: la que organizan ellos a trav¨¦s de datos absurdos o, peor, la que ven en otros. Gente que no entiende que si le das los buenos d¨ªas no le est¨¢s diciendo, secretamente, que a ti te va muy bien y a ¨¦l no, o que est¨¢s haciendo referencia cr¨ªptica a la genialidad de Milhouse: ¡°Ya no hay buenos d¨ªas, Bart, s¨®lo d¨ªas¡±. Todo eso queda bien en Juego de tronos o La casa del drag¨®n, pienso ahora en lord Larys, ese antecesor de Varys, tipos que han acabado siendo siniestros de tanto pensar, de tanto maquinar, de tanto bajar la voz. Pero en la vida, qu¨¦ co?azo pensar todo el rato tanto y, peor, creer que los dem¨¢s estamos pensando tanto como t¨². Si voy por la calle con prisa porque llego tarde al cine, y te encuentro y nos paramos dos minutos, y te digo ¡°me voy que no llego a la pel¨ªcula¡± y me respondes ¡°vale, chico, parece que te molesto, despu¨¦s de tanto tiempo sin vernos¡±, vente a ver la pel¨ªcula conmigo que cerca hay un r¨ªo.
¡±Por qu¨¦ lo dices¡± empieza a ser, para m¨ª, la frase m¨¢s terrible de la historia, seguida por ¡°lo dices por algo¡± y yendo a parar, cuando digo ¡°tengo sed¡±, por ¡°no te sigo¡±. A m¨ª me ha costado much¨ªsimos a?os, retratados por lo dem¨¢s en mi modo de escribir, llegar a ser tan simple como una puerta, una de esas puertas que, cuando se abren, es para salir o entrar, no como met¨¢fora de un mundo interior, de una realidad compleja en la que perderse o un juego de tablero. Tengo la teor¨ªa de que las redes sociales han potenciado el s¨ªndrome del aludido, por tanto, de la festiva paranoia, hija de la necesidad diaria de ofenderse por algo. ¡°Si esto lo dices por m¨ª¡¡±; ?qu¨¦ clase de ego hay que tener para pronunciar esta frase sin que se te escape la risa? ?Pero qui¨¦n va a decir algo por ti? Mi nirvana en este aspecto es tal que, cuando me escriben algo directamente y nombr¨¢ndome, voy al buscador por si hay alguien que se llama como yo trabajando en EL PA?S, tambi¨¦n gallego, y se han confundido.
Otra expresi¨®n que est¨¢ destruyendo despacio la sociedad: ¡°Te tengo calado¡± o ¡°este cala muy bien a la gente¡±. C¨®mprate un calippo, ch¨²palo delante de un estanque ¡ªmi mejor momento del d¨ªa¡ª y d¨¦jate de la gente, de calarla y no calarla, que el mundo no es un concesionario, misteriosilla alma de c¨¢ntaro.
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