El silencio de Almudena Grandes, el cuerpo de Aurora Picornell
La escritora escuchaba, los lectores sent¨ªan que pod¨ªa asumir sus vivencias y convertirlas en literatura. Querr¨ªa contarle la historia de la luchadora antifascista mallorquina para que la narrase

En las ferias o en las librer¨ªas donde presentaba sus libros la cola apenas avanzaba: los lectores quer¨ªan contarle sus historias a Almudena Grandes. A veces problemas de hoy, en ocasiones recuerdos familiares dolorosos. Porque ella escuchaba, sent¨ªan que la escritora pod¨ªa asumir sus vivencias y convertirlas en literatura, como ocurri¨® en algunas de las p¨¢ginas de sus Episodios de una Guerra Interminable. Lo explica su editor Juan Cerezo durante el homenaje a la escritora en la Feria del Libro de Fr¨¢ncfort. Tambi¨¦n Fernando Aramburu al recordar la capacidad natural que ella ten¨ªa para hablar con la gente, empatizar con el otro y as¨ª, al practicar una novela popular de estirpe galdosiana, legitimar su compromiso al compenetrar pol¨ªtica y est¨¦tica. Jueves a primera hora de la tarde emoci¨®n en el sal¨®n turquesa del pabell¨®n espa?ol. Jueves en Manacor, casi a la misma hora, se hace p¨²blico que se han identificado los restos de una mujer asesinada en 1937. La mallorquina Aurora Picornell. Querr¨ªa contarle su historia a Almudena Grandes para que la narrase.
En la pantalla se proyectan fotograf¨ªas de la escritora madrile?a. En las primeras, en blanco y negro, es joven y su rostro ya desprende alegr¨ªa. Alegr¨ªa desprende tambi¨¦n la imagen m¨¢s conocida que se conserva de esa joven a la que fusilaron una noche de Reyes cuando tan solo ten¨ªa 24 a?os. Picornell sonr¨ªe con una esperanza en el futuro de la mujer que refuerzan los pendientes y la firmeza de la raya con la que se ha peinado. Su vida la ha contado David Ginard en diversos libros. Nacida en 1912 e hija de un carpintero comunista, se politiz¨® pronto en los ambientes espiritualistas de Palma y con tan solo 16 a?os ya public¨® un texto escrito a diversas manos para prologar un alegato feminista. Desde que era adolescente su activismo laicista y laboral fue una constante. Art¨ªculos, m¨ªtines, la organizaci¨®n de un sindicato de sastras. Este activismo entregado es paradigm¨¢tico de la militancia comunista del per¨ªodo y se intensific¨® tras la represi¨®n activada despu¨¦s de los movimientos revolucionarios del 34. Ese a?o naci¨® su hija: Octubrina. Cree en la Revoluci¨®n. Es madre, es pol¨ªtica y a ¨²ltima hora de la tarde da clases a los chavales de un barrio popular que no pueden ir a la escuela. La detienen el 19 de julio. La asesinan el d¨ªa de Reyes. Fosa com¨²n, d¨¦cadas de silencio.
De un silencio denso de Almudena Grandes se acordaba con emoci¨®n el editor Piero Salab¨¨. Desde el d¨ªa que la vio hablar con los lectores en una librer¨ªa alemana, le pareci¨® una gran comunicadora. Pero en uno de sus viajes para promocionar las traducciones, ella le pidi¨® visitar el campo de concentraci¨®n de Dachau. Anduvieron juntos por la memoria del horror durante una hora. Lo que m¨¢s impresion¨® al editor era el silencio absoluto de aquella escritora locuaz. Esa gran inventora de historias se hab¨ªa quedado sin palabras. En un campo nazi estuvo internado Joan Picornell, hermano de Aurora. Muri¨® poco despu¨¦s de la liberaci¨®n. En Mallorca hab¨ªan asesinado a otros dos hermanos y al padre. Otro horror sepultado. Ese pasado de dolor, condenado al silencio, lo quiso dominar Almudena Grandes para transmitirlo atendiendo a un imperativo ¨¦tico. Pocos escritores asumieron esa funci¨®n c¨ªvica con tanta exigencia art¨ªstica como ella, argument¨® Michi Strausfeld ¡ªconectora de la literatura espa?ola en Alemania¡ª.
Silencio el jueves en el cementerio de Son Coletes en Manacor, uno de los n¨²cleos de la represi¨®n franquista en la isla (especialmente femenina). Tras la segunda fase de las excavaciones, en la fosa n¨²mero tres y tras realizar las pruebas de ADN, Aurora Picornell. El camino para llegar aqu¨ª ha sido largo. Historiadores, pol¨ªticos locales, legislaci¨®n. Y por fin ella junto a los restos de otras antifascistas asesinadas. En el t¨®rax derecho de esa mujer convertida en mito de la lucha por la memoria, un objeto. Una pluma estilogr¨¢fica jaspeada de Aurora para escribir su historia y acabar con tanto silencio.
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