Un conservadurismo sin l¨ªderes ni visiones
A la sempiterna crisis de la socialdemocracia se une ahora el desconcierto discursivo del bando conservador, cada vez m¨¢s propenso a caer en veleidades populistas
Liz Truss ha durado seis semanas, seis. El Reino Unido va capeando su etapa post Brexit con un partido conservador desorientado cuya c¨²pula se complace en ir sacrificando primeros ministros para aplacar sus frustraciones. Aunque en este caso no se sabe bien qui¨¦n la defenestr¨®, si fue el partido o los mercados. Maravillosa incongruencia, una fan¨¢tica thatcheriana liquidada por aquellos a los que dec¨ªa servir. Crucemos ahora el canal. En Alemania nos encontramos con una curiosa tricefalia donde el embrujo inicial de Scholz se desvanece y apenas consigue coordinar un Gobierno pol¨ªfono al que la crisis de Ucrania le ha cambiado radicalmente el paso. En la Italia posfascista, uno de los potenciales apoyos de Meloni, el inefable Berlusconi, se encarga de piropear a Putin y acusa a Zelenski de haber llevado a su pa¨ªs a la guerra. Francia renquea con un presidente al que hacen la pinza populistas de derechas y de izquierdas y se le sublevan los sindicatos al anunciarse los primeros sacrificios. Y en Espa?a, una parte del Gobierno se posiciona contra todo aumento del gasto militar y est¨¢ todav¨ªa por condenar la agresi¨®n de Putin.
Se supone que con estos mimbres hemos de enfrentar a la que quiz¨¢ sea la mayor crisis ¡ªen todas sus dimensiones¡ª desde la II Guerra Mundial. Si el objetivo es salir de ella con una nueva Europa y un Occidente fortalecido, los augurios no pueden ser muy favorables. Ya sabemos tambi¨¦n cu¨¢l es la situaci¨®n al otro lado del Atl¨¢ntico, con una fractura pol¨ªtica radical que escinde al pa¨ªs en dos partes irreconciliables. Por no hablar de las peculiaridades del bloque de Visegrado y los b¨¢lticos. Y, ojo, el problema no solo es de ausencia de liderazgo, tambi¨¦n de ideolog¨ªas pol¨ªticas vertebradoras. A la sempiterna crisis de la socialdemocracia se une ahora el desconcierto discursivo del bando conservador, cada vez m¨¢s propenso a caer en veleidades populistas. Hu¨¦rfanos de liderazgos y visiones (por cierto, algo que siempre suele ir unido). As¨ª estamos.
Con todo, si se observan las im¨¢genes del Congreso del Partido Comunista chino y su entronizaci¨®n de Xi Jinping, con esa est¨¦tica geom¨¦trica tan norcoreana de sumisi¨®n al l¨ªder, o si pensamos en la estructura de poder de Rusia, la cosa cambia. Podremos estar fracturados, dubitativos, renqueantes o lo que ustedes quieran, aun as¨ª esto no deja de ser el producto de nuestro bendito pluralismo y del ejercicio de la libertad. Ser¨¢ m¨¢s o menos conveniente para la gobernabilidad o la eficiencia econ¨®mica, pero lo que importa a la postre es que nuestras democracias sean resilientes. Ah¨ª, en sus principios, es donde est¨¢ el cemento que nos une. Si eso se disuelve es cuando tendremos el problema de verdad.
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