La generaci¨®n blandengue
Asistimos al aumento imparable del nacionalismo identitario y la xenofobia en Europa mientras se nos insiste que el problema proviene de que a todo ahora se le llama fascismo, qu¨¦ exageraci¨®n
Leo, sin estupor, la opini¨®n de diversos artistas y escritores patrios en los ¨²ltimos d¨ªas. Todos coinciden en se?alar a la generaci¨®n m¨¢s joven como una generaci¨®n d¨¦bil, caprichosa, poco preparada para las dificultades del futuro, cuando no directamente responsable de un mundo cada vez m¨¢s obtuso y censurador, en el que campa a sus anchas una cultura de la cancelaci¨®n en la que se queman libros por doquier, y en la que la iron¨ªa y el sarcasmo ya no son posibles.
No los leo, ¨²nicamente. En un reciente foro literario, escuch¨¦ con perplejidad a un escritor quejarse de esta censura contempor¨¢nea de la correcci¨®n pol¨ªtica en la que ya no se puede decir nada ¡ªen un auditorio lleno, con total libertad de palabra¡ª poco antes de asistir al discurso de la escritora rusa Liudmila Ul¨ªtskaya, que record¨® con deleite lector la imposibilidad de acceder a los libros prohibidos durante el estalinismo, y c¨®mo tuvo que empe?ar sus posesiones m¨¢s preciadas para leer La d¨¢diva de Nabokov. Ah¨ª s¨ª di rienda suelta a mi incredulidad. La mera posibilidad de la comparaci¨®n entre los dos testimonios era sonrojante.
?D¨®nde ha quedado situado el intelectual contempor¨¢neo con respecto a los debates en torno al discurso y la libertad de expresi¨®n? ?Por qu¨¦, en vez de argumentar contra la ley mordaza o la manipulaci¨®n de la ley de delito de odio para su uso partidista, muchos se empe?an en utilizar un argumento facil¨®n y victimista como es el de que vivimos peor por culpa de una generaci¨®n joven llena de blandengues?
La popularizaci¨®n de estas expresiones, que no dejan de ser un calco directo del peor trumpismo ¡ªesta generaci¨®n floja o generaci¨®n de cristal no es sino la traslaci¨®n del snowflake o copo de nieve, incapaz de volver a hacer de EE UU una potencia mundial¡ª, tiene a su vez una preocupante deriva nacionalpopulista en nuestro pa¨ªs. Escor¨¢ndose en la idea de patria, pasado y tradici¨®n, se recoge un sentir de hartazgo con toda la clase pol¨ªtica y se realiza desde una reivindicaci¨®n supuestamente progresista: queremos pan, trabajo y familia. ?Acaso es demasiado pedir? Como si se tratara de un Cu¨¦ntame como pas¨® costumbrista, se recuerda un pasado infinitamente mejor, un pasado id¨ªlico preocupado por lo estrictamente material y no lo identitario en las que nuestros padres pod¨ªan pagar la hipoteca en diez a?os y criar varios hijos sin dificultad. Por supuesto, ese pasado id¨ªlico es una falacia y un contrasentido, partiendo de la base de que no hay hecho rom¨¢ntico basado en lo material, sino en lo sentimental. Quiz¨¢s habr¨ªa que empezar realmente a preguntarse qui¨¦n vive peor o mejor que sus padres hoy y por qu¨¦ y a qu¨¦ nos referimos con eso. ?A la reconversi¨®n industrial? ?A la destrucci¨®n del empleo? ?A los cr¨ªmenes contra migrantes de los grupos neonazis?
Y habr¨ªa que reflexionar tambi¨¦n sobre por qu¨¦ tanta insistencia, que conlleva una clara irresponsabilidad al encasquetarle los males contempor¨¢neos al fantasma de la correcci¨®n pol¨ªtica y una generaci¨®n de cristal, en vez de realizar un an¨¢lisis algo m¨¢s maduro y que apele menos a la histeria colectiva.
Que conste, no uso el t¨¦rmino ¡°histeria¡± gratuitamente. En los ¨²ltimos meses la Asociaci¨®n de Bibliotecas de Estados Unidos advirti¨® del aumento de intento de censurar y prohibir la adquisici¨®n de ciertos libros en bibliotecas escolares y bibliotecas p¨²blicas. La mayor parte de los t¨ªtulos denunciados eran sobre poblaci¨®n negra o de la comunidad LGTBQ. Entre ellos destacaba Beloved, de la premio nobel Toni Morrison. ?Quienes eran los portavoces en defensa de la infancia que deseaban eliminar estos libros de las bibliotecas? Seg¨²n advert¨ªa la divisi¨®n de libertad intelectual de dicha asociaci¨®n al New York Times, en su mayor¨ªa se trata de campa?as orquestadas por pol¨ªticos republicanos y grupos extremistas neofascistas, como los Proud Boys.
Asistimos al aumento imparable del nacionalismo identitario y la xenofobia en Europa mientras se nos insiste, como si se tratara de una luz de gas a gran escala, que el problema proviene de que a todo ahora se le llama fascismo, qu¨¦ exageraci¨®n. Otra falacia: si todo es facha, al final nada lo es. En Espa?a crecen los grupos ultraconservadores que ponen en cuesti¨®n la ley del aborto, la de la eutanasia o el matrimonio igualitario ¡ªy crece a su vez la violencia hom¨®foba y el acoso a mujeres en cl¨ªnicas para la interrupci¨®n del embarazo¡ª y se insiste que el problema es el puritanismo feminista, ¡°la ideolog¨ªa de g¨¦nero¡± y las demandas de estos colectivos. Vivimos los efectos del cambio clim¨¢tico mientras se niega que este exista y se somete a sus portavoces al escarnio p¨²blico.
Merecemos una conversaci¨®n p¨²blica que est¨¦ a la altura de las circunstancias, algo m¨¢s que los significantes vac¨ªos de cancelaci¨®n, poscensura o caza de brujas. Porque, parafraseando a un querido amigo escritor, ya hay mucho tertuliano lucr¨¢ndose a costa de la generaci¨®n blandengue y su correcci¨®n pol¨ªtica.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.