La foto de Feij¨®o y el secreto de la Coca-Cola
El l¨ªder del PP est¨¢ dispuesto a jugar con la verdad, la espontaneidad y con todo lo que es (o parece) aut¨¦ntico cuando la espontaneidad de Tik Tok barre al postureo calculado (y viejuno) de Instagram
A m¨ª no me gusta la Coca-Cola. Sin embargo, algunas veces, cuando tengo mucha sed, no hay nada que desee m¨¢s en el mundo que beberme una. Tengo sed y empiezo a imaginar el deseado refresco en un vaso de vidrio (saben cu¨¢l digo, el m¨ªtico con deslizamiento de gotitas heladas) con todos esos hielos danzarines. Tengo sed y quiero no solo saciarla, sino tener en mis manos ese vaso o esa lata con forma de trofeo. Y esto se lo debo claro est¨¢ a todas las fotograf¨ªas hiperrealistas que me he tragado de esta bebida, al arte del marketing y sus promesas. Del mismo modo, a m¨ª no me gusta el PP. Pero veo la portada de la revista Esquire con el retrato de Aberto Nu?ez Feij¨®o y caigo en la cuenta de dos cosas. La primera es que Espa?a tiene sed. Y la segunda, que Feij¨®o conoce el secreto de la Coca-Cola.
El autor del portad¨®n de Esquire es el fot¨®grafo Luis de las Alas, especializado en retratos realistas. Y se ha marcado la primera imagen de Feij¨®o para todos los p¨²blicos, es decir, la foto de quien aspira a que lo prueben hasta quienes pasan normalmente de las bebidas gaseosas. As¨ª, mientras Pedro S¨¢nchez no logra despegarse de su aire de influencer de Instagram ¡ªhasta le han dedicado en Twitter una cuenta que se llama @MrHandsome¡ª, Feij¨®o ha elegido mostrarse como el candidato de la hiperrealidad. Podr¨ªa haberse conformado con ser un hombre sin filtros, pero ¨¦l quiere subrayar que es un pol¨ªtico ¡°de verdad¡±, incluso ¡°el de la verdad¡±, que suena a¨²n mejor. De modo que la imagen de Luis de las Alas muestra el vello negro en las manos, cada una de las arrugas en primer plano, los poros abiertos de las mejillas y los reci¨¦n afeitados de la barba. Todo es tan aut¨¦ntico que, cuando te encuentras con sus ojos grises mirando de frente (porque Feij¨®o va de frente), no puedes hacer otra cosa que creerte a quien tienes delante.
As¨ª que ya ven, Feij¨®o est¨¢ dispuesto a jugar con la verdad y con todo lo que es (o parece) aut¨¦ntico cuando la espontaneidad de Tik Tok barre al postureo calculado (y viejuno) de Instagram. Entonces llega ¨¦l a demostrarnos que la est¨¦tica realista de un retrato noventero puede resultar incre¨ªblemente moderna. Y que un pol¨ªtico que lleva 30 a?os en activo puede convertirse en sorpresa electoral. Pero la narrativa de la portada no termina aqu¨ª. Porque Feij¨®¨®, adem¨¢s de ser aut¨¦ntico, resulta que tambi¨¦n es hipster y por eso luce jers¨¦is de lana m¨¢s propios de un domingo de Rastro que de un caf¨¦ en la calle de G¨¦nova. No es de extra?ar si tenemos en cuenta que su coraz¨®n aprendi¨® a latir al ritmo de las canciones de Luis Eduardo Aute y Joaqu¨ªn Sabina, seg¨²n ¨¦l mismo confiesa en la entrevista. Un acercamiento est¨¦tico y sentimental a los votantes de izquierdas que es un ejercicio de estudiada seducci¨®n. Y pasa un poco como cuando ligas con alguien que no te gusta. Que vale, que no es tu tipo, pero parece m¨¢s amable y sexi desde que sabes que se ha fijado en ti. Tiene un punto atractivo saberse deseado, y Feij¨®o desea m¨¢s que nada cambiar el voto de los socialistas ¡°m¨¢s centrados¡±. Y a todos ellos parece querer cantarles al o¨ªdo aquello de ¡°Puedo ser tu estaci¨®n y tu tren / tu mal y tu bien / tu pan y tu vino¡¡±.
Habr¨ªa que ser el gallego m¨¢s gallego de Espa?a para convencernos de que el bien y el mal pueden entregarse a la vez y con las mismas manos, o que se puede subir y bajar de una escalera al mismo tiempo. Pero aqu¨ª es donde el jersey de cuello alto del que emerge el candidato en la portada lo explica todo. Feij¨®o no necesita palabras, cuando ha conseguido una imagen que vale por mil. De modo que el cuello alto del jersey hipster le tapa casi hasta la mitad del rostro pero, lejos de mostrar indecisi¨®n u ocultamiento, aporta equidistancia, simetr¨ªa y belleza a la imagen. Como si Feij¨®o quisiera explicarnos que lo importante del t¨®pico no es si va a subir o va a bajar (la escalera, el jersey o la ideolog¨ªa), sino que la clave est¨¢ en ser capaz de mantenerse en el centro, en ser ecu¨¢nime y no dejarse arrastrar por ning¨²n extremismo salvo, en el peor de los casos, el de la verdad. Que levante la mano quien no quiera un sorbito de semejante elixir.
Lo malo es que hay escaleras en las que uno tropieza, pelda?os marcados donde ciertas ideolog¨ªas siempre patinan. Y Jorge Alcayde, director de Esquire y autor de la entrevista, lo sabe. As¨ª que adem¨¢s de hablar de la paternidad, del rock y de Madrid conduce al entrevistado hasta tres escalones donde es imposible subir y bajar al mismo tiempo: el aborto, la ley trans y la igualdad. Del aborto dice Feij¨®o que ¡°el tema econ¨®mico no puede ser nunca un factor desencadenante de esa decisi¨®n¡±. Que es como decir que alguna ideolog¨ªa o instituci¨®n podr¨ªan determinar qu¨¦ factores son leg¨ªtimos para que una mujer elija abortar. Afirmaci¨®n que puede mosquear a muchas mujeres, evidentemente. A lo mejor por eso la palabra mujer no le cabe en la boca cuando sostiene: ¡°Hemos de respetar a la gente que toma esa decisi¨®n¡±. Qu¨¦ curiosa aqu¨ª la palabra ¡°gente¡±, ?no creen? Como si la elecci¨®n no fuese ¨²nica y exclusivamente de las mujeres. Demasiado ¨¢spero me parece ahora su jersey de lana.
M¨¢s tarde, en la ley trans, el escal¨®n marcado se convierte en profundo abismo cuando asegura: ¡°Creo que las feministas tienen raz¨®n. Esta ley no atiende a la causa hist¨®rica del feminismo. Adem¨¢s, es una ley impuesta por una minor¨ªa contra la mayor¨ªa¡±. Y aqu¨ª la lana del cordero que lo abriga empieza a parecerme la piel de un lobo. Primero, porque utiliza la palabra ¡°feministas¡± para referirse en realidad a una minor¨ªa de mujeres tr¨¢nsfobas. Y, segundo, porque asegura que defender los derechos de la minor¨ªa no debe hacerse si en algo incomoda a la mayor¨ªa. ?En serio? Casi podr¨ªa parecer que garantizar la igualdad de todas y de todos (empezando por las minor¨ªas m¨¢s vulnerables) no fuera la primera exigencia de la democracia. Podr¨ªa incluso parecer que la democracia puede convivir felizmente con la m¨¢s profunda (e injusta) desigualdad. Claro que no solo lo parece, sino que Nu?ez Feij¨®o llega a decirlo literalmente. ¡°Para m¨ª la libertad individual es irrenunciable. La libertad se complementa con la igualdad. Pero por ese orden¡±. Y aqu¨ª es cuando el lobo comienza aullar. Porque decir que la igualdad es ¡°un complemento¡± es mucho decir en un pa¨ªs donde 10 millones de personas viven con ingresos inferiores a 794,6 euros mensuales. Casi podr¨ªa parecer que en democracia uno puede nacer libre y muerto de hambre al mismo tiempo. Libres antes que iguales, que a¨²lla Feij¨®o. Pero en realidad no, la igualdad no es un complemento, sino un derecho irrenunciable. Sin igualdad no hay justicia y sin justicia no hay libertad.
Qu¨¦ bonito es el jersey. Y qu¨¦ entra?able la mirada. Por un momento, casi me olvido de lo que todo el mundo sabe: por muy refrescante que sea la Coca-Cola, nunca ha quitado la sed.
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