Memoria y democracia

El 21 de octubre entraba en vigor la Ley de Memoria Democr¨¢tica y 10 d¨ªas despu¨¦s, el 31, se celebraba por primera vez un acto de Estado en recuerdo y homenaje a las v¨ªctimas de la Guerra Civil y la represi¨®n franquista a lo largo de m¨¢s de 40 a?os. Ocurri¨® 47 a?os despu¨¦s ...

El 21 de octubre entraba en vigor la Ley de Memoria Democr¨¢tica y 10 d¨ªas despu¨¦s, el 31, se celebraba por primera vez un acto de Estado en recuerdo y homenaje a las v¨ªctimas de la Guerra Civil y la represi¨®n franquista a lo largo de m¨¢s de 40 a?os. Ocurri¨® 47 a?os despu¨¦s de la muerte de Franco y 44, de la aprobaci¨®n de la Constituci¨®n. Precisamente, la rotundidad simb¨®lica del momento estuvo expresada por la ampl¨ªsima presencia del Gobierno con el presidente Pedro S¨¢nchez al frente y tambi¨¦n por la fecha escogida para conmemorar el d¨ªa de las v¨ªctimas: es la misma de la aprobaci¨®n de la Ley Fundamental en el Congreso de los Diputados en 1978.

La ley conduce a Espa?a a los est¨¢ndares democr¨¢ticos que otros pa¨ªses con pasados traum¨¢ticos como el espa?ol pudieron alcanzar varias d¨¦cadas antes tras la II Guerra Mundial. Pero Espa?a lleva ya m¨¢s tiempo de democracia que de dictadura. Las depuraciones, encarcelamientos, asesinatos y vejaciones sin fin fueron el pan de cada d¨ªa durante cuatro d¨¦cadas. Hoy, aquellas v¨ªctimas tienen edades muy avanzadas, como Nicol¨¢s S¨¢nchez-Albornoz, o ya no est¨¢n, pero s¨ª sus herederos, que son quienes recibieron el documento de reconocimiento de la activista Juana Do?a (14 a?os de c¨¢rcel), el militante comunista Luis Lucio Lobato (26 a?os), Juli¨¢n Grimau, ejecutado por el r¨¦gimen en 1963, la escritora y exiliada Luisa Carn¨¦s, los sacerdotes Jos¨¦ Ariztimu?o Olaso y Adri¨¢n de Luz o el democristiano Fernando ?lvarez de Miranda.

La nostalgia del franquismo es exigua hoy en la sociedad espa?ola, aunque haya rebrotado un neonacionalismo ferviente afiliado casi siempre a Vox. Por eso, es doblemente inexplicable la ausencia del PP en el acto: no acudieron ni Alberto N¨²?ez Feij¨®o ni Isabel D¨ªaz Ayuso ni Jos¨¦ Luis Mart¨ªnez-Almeida. Es un grave error civil, pero tambi¨¦n pol¨ªtico y contraviene las palabras del comisionado de Naciones Unidas Pablo de Greiff: las pol¨ªticas de memoria ¡°no son un invento de Espa?a o de un partido pol¨ªtico, son asuntos de Estado y responden a obligaciones internacionales¡±. Ese acto no exclu¨ªa a nadie. No hay discrepancia pol¨ªtica que exima de la responsabilidad de reconocer a las v¨ªctimas de este pasado atroz. El desaire de la inasistencia no es al Gobierno, es a ellas y a la memoria democr¨¢tica compartida.

Aunque la conciencia democr¨¢tica no se fabrica a golpe de leyes sino de cultura y conocimiento, es buena noticia que el Estado haya impulsado decididamente las facilidades para la investigaci¨®n, un inventario de lugares de la memoria liberal, desde las Cortes de C¨¢diz hasta la misma resignificaci¨®n de Cuelgamuros, pendiente de un concurso de ideas, el repudio de la exaltaci¨®n del fascismo y el compromiso de la Administraci¨®n General del Estado de asumir el proceso de b¨²squeda e identificaci¨®n de los desaparecidos, que fue vieja aspiraci¨®n de represaliados del terror falangista y franquista. Cualquiera de las medidas de esta nueva ley, tard¨ªa pero necesaria, elude el revanchismo o la venganza porque, m¨¢s de 40 a?os despu¨¦s del fin de la dictadura, fundamentalmente, el Estado resarce a quienes fueron v¨ªctimas de una guerra y una dictadura organizada desde abril de 1939 como aut¨¦ntico Estado de terror. Desde entonces ning¨²n vencido pudo recordar a sus muertos ni reclamar nada a nadie: los derrotados fueron excluidos de las leyes de memoria del franquismo. Cada 31 de octubre podr¨¢ la sociedad espa?ola recordar con honores de Estado a las v¨ªctimas de un tiempo de guerra, silencio y destrucci¨®n, abolido hace ya m¨¢s de cuatro d¨¦cadas.