La cibercostilla de Ad¨¢n
Las m¨¢quinas nos imitan cada vez mejor, pero el miedo que les tenemos no es tecnol¨®gico, sino de clase. La amenaza es el capitalismo, no la inteligencia artificial
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Puede componer canciones, escribir ensayos posmodernos, decidir qui¨¦n se queda el ri?¨®n para un trasplante y en sus ratos libres machacarnos al Go. Pero el lugar donde nos jugamos el futuro, la singularidad y el orgullo de clase podr¨ªa ser otro: ?puede la inteligencia artificial crear una receta deliciosa?
Priya Krishna, estrella de YouTube y editora de recetas para The New York Times, quer¨ªa darle un giro al men¨² de Acci¨®n de Gracias sin abandonar la base tradicional de pavo, relleno, ar¨¢ndanos y jud¨ªas y se fue al laboratorio de OpenAI, donde vive GPT-3. La criatura est¨¢ basada en redes neuronales que han aprendido a predecir el uso del lenguaje procesando una compleja base de datos con 175.000 millones de par¨¢metros. Se ha hecho famosa por publicar art¨ªculos en The New Yorker, sembrando el p¨¢nico en las redacciones de todo el mundo. La cuesti¨®n es: ?puede pensar un men¨²?
La cr¨ªtica habitual a los sistemas basados en aprendizaje autom¨¢tico es que en verdad no aprenden nada y, por tanto, carecen de inteligencia, empat¨ªa y sentido com¨²n. ¡°GPT-3 se expresa de manera impresionante, pero no tiene ni idea de lo que dice¡±, titularon los acad¨¦micos Gary Marcus y Ernest Davis en un ensayo para la revista del Instituto Tecnol¨®gico de Massachusetts (MIT). ¡°Eso significa que no te puedes fiar de nada de lo que dice¡±. En otras palabras, son como el t¨ªpico novio narcisista. Pero si puede pintar como Rembrandt y componer como Bach, ?c¨®mo no va a poder hacer algo que hacen todas las madres del mundo cuando s¨®lo quedan restos de nevera y no hay tiendas abiertas ni ganas de bajar?
¡°Me encantar¨ªa que la inteligencia artificial fuese capaz de reinventar Acci¨®n de Gracias¡±, dice Krishna antes de cocinar las cinco recetas generadas por GPT-3. Pero le dar¨ªa miedo que fuesen ¡°incre¨ªbles¡±. Eso estar¨ªa mal.
Cuando llegan cuatro chefs a juzgar los resultados, todos r¨ªen nerviosamente hasta probar el ¨²ltimo plato. ¡°No tiene emoci¨®n, ni contexto¡±, dice Yewande Komolafe. ¡°?No tiene alma?¡±, ofrece Genevieve Ko. ¡°La buena noticia es que ?ya no vais a perder el trabajo!¡±, grita Melissa Clark, autora del blog A Good Appetite y firma estrella del Times. Todos r¨ªen limpiamente. ?Menos mal!
Me record¨® a La mujer del a?o, un cl¨¢sico de 1942, dirigido por George Stevens, en el que Spencer Tracy es un columnista de deportes casado con una corresponsal de asuntos internacionales, interpretada por Katharine Hepburn. El drama central es que ella le pasa por encima en todo: es tan lista y tan ambiciosa que tiene m¨¢s prestigio y gana m¨¢s dinero que ¨¦l. Cuando la nombran ¡°mujer del a?o¡±, estallan las hostilidades.
La productora crey¨® que todos los hombres despreciar¨ªan a Tracy y todas las mujeres odiar¨ªan a Kate, y decidieron a?adir una ¨²ltima escena tranquilizadora, donde Hepburn trata de preparar un simple desayuno para su hombre y lo quema todo. Las m¨¢quinas nos imitan cada vez mejor, pero el miedo que les tenemos no es tecnol¨®gico, sino de clase. La amenaza es el capitalismo, no la inteligencia artificial.
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