Una oportunidad para la paz
La recuperaci¨®n de Jers¨®n por parte de Ucrania abre las puertas de forma cre¨ªble a una posible negociaci¨®n
Vlad¨ªmir Putin solo conoce batallas perdidas. Con la de Jers¨®n, es la tercera derrota que sufre su malgobernado ej¨¦rcito, despu¨¦s de la chapucera ofensiva que quiso fulgurante sobre Kiev y de la vergonzosa p¨¦rdida de J¨¢rkov. Nunca faltan las atrocidades contra los civiles en la desbandada de sus ej¨¦rcitos, sumadas a las atrocidades de los ataques a¨¦reos a las infraestructuras vitales y a los edificios de viviendas, que no cejan ni siquiera en las retiradas. Seg¨²n ha denunciado el presidente de Ucrania, Volod¨ªmir Zelenski, as¨ª ha sucedido en Jers¨®n, donde se han contabilizado al menos 400 cr¨ªmenes de guerra.
La retirada de esta capital de la provincia del mismo nombre, y aut¨¦ntico nudo estrat¨¦gico de acceso a Crimea y el mar Negro, es especialmente amarga para el Kremlin, que hab¨ªa declarado su anexi¨®n a la Federaci¨®n Rusa y ha fracasado no tan solo militar, sino sobre todo pol¨ªticamente. Jers¨®n se ha preservado casi intacta debido a que era la ¨²nica gran ciudad en manos rusas desde el inicio de la guerra, pero los ocupantes no han sido capaces de atraer a la poblaci¨®n, a pesar del peso de los ciudadanos rus¨®fonos, ni ofrecer otra alternativa m¨¢s que la represi¨®n, la tortura y la muerte. No es extra?o el c¨¢lido recibimiento a las tropas ucranias y el entusiasmo con que ha sido acogido Zelenski en este nuevo viaje a muy pocos kil¨®metros del frente, algo que ning¨²n dirigente del Kremlin ha osado emular y desaf¨ªa a la vez las bravatas anexionistas rusas. Las im¨¢genes de Zelenski por las calles de Jers¨®n, incluidos los selfies que se ha realizado transmiten una extra?a mezcla de horror b¨¦lico y a la vez pacificado.
Esta nueva derrota de Putin le ha permitido a Zelenski hablar de nuevo de paz e insinuar que la guerra puede estar acerc¨¢ndose a un desenlace favorable. Los hechos sobre el terreno, que son los que mandan en la guerra, deber¨ªan conducir al derrotado directamente a la mesa de negociaci¨®n. Rusia ha perdido cien mil hombres y sus mejores equipos militares en ocho meses para casi nada. Cuenta con un ej¨¦rcito disminuido, desmotivado y desprestigiado, escasamente instruido y sospechoso de graves y numerosos cr¨ªmenes de guerra. La geograf¨ªa fluvial le podr¨ªa resguardar de mayores y r¨¢pidas p¨¦rdidas, ya que con el invierno encima es m¨¢s dif¨ªcil que los ej¨¦rcitos de Kiev crucen el ancho Dni¨¦per y prosigan su contraofensiva.
Hay consciencia en Washington y Bruselas de que se acerca la hora de la negociaci¨®n. Ucrania se halla ahora en plena contraofensiva. Nadie puede exigir honestamente al agredido que deje de defender con toda energ¨ªa su casa invadida. Quien tiene la mano en el envite de las negociaciones es el Kremlin. Con una quinta parte de Ucrania todav¨ªa en sus manos y las simpat¨ªas residuales de pa¨ªses que juegan a la equidistancia, esta es su oportunidad, a pesar de que el orgullo imperial y su propia ret¨®rica expansionista le impiden de momento aprovecharla.
El clamor de paz ha encontrado un asidero, aunque en ning¨²n caso pueda y deba llegar esa paz a trav¨¦s de la fuerza y las amenazas. El acuerdo occidental es claro respecto al momento en que habr¨¢ que sentarse con Putin: no corresponde ni a Washington ni a Bruselas se?alarlo ni fijar las condiciones, sino al Gobierno leg¨ªtimo de la Ucrania soberana, con el apoyo de su Parlamento. Son ellos quienes deber¨¢n contar en la construcci¨®n de la paz con la misma solidaridad y ayuda que sus aliados europeos y americanos est¨¢n destinando ahora a la guerra.
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