Dicharacheros
A esta sociedad le conviene un poco de poes¨ªa. Y no para ponerse cursi, sino para aprender con Antonio Machado que la libertad verdadera no se da al decir lo que pensamos, sino al pensar lo que decimos
Un poeta es todo lo contrario que un dicharachero. Piensa cada s¨ªlaba de lo que escribe, porque sabe que las palabras tienen vida, memoria y man¨ªas. Unos buenos versos tienen conciencia de que m¨¢s all¨¢ de los impactos est¨¢n tambi¨¦n los sedimentos. Un dicharachero puede decir que el presidente del Gobierno de Espa?a se parece a Daniel Ortega y quedarse tan tranquilo con su insulto. Pero si se piensan las cosas veremos que resulta muy grave lavarle la cara de este modo a un dictador que lleva a?os oprimiendo un pa¨ªs de manera indecente. Los espa?oles que oyen estas ofensas pueden pensar que est¨¢ de m¨¢s la solidaridad con Nicaragua, porque all¨ª las cosas no son tan graves ni tan urgentes.
Tambi¨¦n parece una contradicci¨®n que un pol¨ªtico dicharachero repita sin escr¨²pulos que el debate sobre la sanidad est¨¢ politizado. Hace de la pol¨ªtica, labor a la que se dedica, un ejercicio impuro que no debe mezclarse con los servicios p¨²blicos y la vida de la gente. Un disparate sonoro. Pero los impactos son menos graves que los sedimentos silenciosos. La din¨¢mica neoliberal que se desata est¨¢ muy estudiada: el mundo se organiza de manera natural por las leyes de los negocios y supone una perturbaci¨®n cualquier intento de regular los asuntos en favor de la justicia social.
Nos estamos acostumbrando a desayunar con los impactos sin tiempo para pensar en los sedimentos. Hablamos como dicharacheros sobre asuntos tan claves para la democracia como los cuidados c¨ªvicos, la violencia machista, la justicia, las v¨ªctimas y las penas, sus endurecimientos o sus rebajas. Habr¨ªa que tomarse con m¨¢s seriedad palabras como pol¨ªtica, ley, dictadura, violencia, venganza, castigo y c¨¢rcel. A esta sociedad le conviene un poco de poes¨ªa. Y no para ponerse cursi, sino para aprender con Antonio Machado que la libertad verdadera no se da al decir lo que pensamos, sino al pensar lo que decimos.
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