La grave deriva de Nicaragua
La farsa de las elecciones municipales organizadas por Daniel Ortega hunde en el autoritarismo impune al r¨¦gimen sandinista
Daniel Ortega dio el domingo un paso m¨¢s hacia la instauraci¨®n de un r¨¦gimen de partido ¨²nico en Nicaragua, sin el menor respeto por el sistema democr¨¢tico, la pluralidad de partidos o la libertad de opini¨®n. El presidente del pa¨ªs centroamericano y su esposa, la vicepresidenta Rosario Murillo, han obtenido la victoria en todos los ayuntamientos en juego en unos comicios municipales que, al igual que en los ¨²ltimos procesos electorales, consumaron una farsa incompatible con la democracia. El sentimiento de fraude p¨²blico e impunidad es dif¨ªcil de esconder ante una exhibici¨®n de autoritarismo casi sarc¨¢stica. Los datos preliminares indican que el Frente Sandinista (todav¨ªa ese mismo sintagma que esperanz¨® a tantos hace 40 a?os) se ha hecho con el control del 100% de las alcald¨ªas ¡ªhasta un total de 153¡ª, esta vez llegando incluso a desbancar a los partidos comparsa alentados por el oficialismo para simular una grotesca competencia. Los resultados de las elecciones son, en este caso, lo m¨¢s intrascendente, porque ya estaban escritos.
La jornada estuvo marcada por el desinter¨¦s de los nicarag¨¹enses y una elevad¨ªsima abstenci¨®n, que el organismo independiente Urnas Abiertas eleva hasta m¨¢s all¨¢ del 80% del electorado. El matrimonio Ortega ha emprendido una huida hacia adelante de corte netamente autoritario, traicionando cualquier resto posible de la revoluci¨®n sandinista, y no parecen dispuestos a ceder. Las detenciones de opositores, entre los que figuran antiguos compa?eros de armas del propio Ortega, como la hero¨ªna del sandinismo Dora Mar¨ªa T¨¦llez, el brutal acoso a la prensa o el hostigamiento a la Iglesia cat¨®lica indican que la situaci¨®n del pa¨ªs es hoy insostenible y a la vez irreversible en t¨¦rminos de calidad democr¨¢tica.
Todos los intentos de di¨¢logo han fracasado, tanto los acercamientos de Estados Unidos como las mediaciones del Vaticano. Ortega y Murillo, imbuidos de una ret¨®rica antimperialista a?eja y hueca, rechazaron tajantemente los contactos con la Administraci¨®n de Biden y ven el fantasma de la injerencia en cualquier escenario de negociaci¨®n. Si en Europa o en otras latitudes hay un amplio acuerdo ¡ªincluso en las filas de los partidos de izquierda y poscomunistas¡ª en la condena de la deriva abiertamente autoritaria del r¨¦gimen de Managua, la configuraci¨®n de un nuevo eje progresista en Am¨¦rica Latina puede ser una oportunidad para pasar de los pronunciamientos y de las medias tintas a la acci¨®n clarificadora. Tanto el Gobierno de Gustavo Petro en Colombia como el de Gabriel Boric en Chile, quien hasta ahora ha sido el m¨¢s n¨ªtido en su repudio a los desmanes del r¨¦gimen, y Luiz In¨¢cio Lula da Silva en Brasil est¨¢n en condiciones de dar un paso adelante y forzar a Ortega a sentarse a dialogar y recomponer los destrozos cometidos en los ¨²ltimos a?os. Hace tiempo que Nicaragua ha dejado de ser solo un vecino inc¨®modo.
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