Orfandad representativa
La pol¨ªtica espa?ola ha devenido en una r¨ªgida pol¨ªtica binaria. Toda nuestra supuesta diversidad ha acabado colapsando al final en dos ¡ªy solo dos¡ª visiones de Espa?a
Si observan los gr¨¢ficos que estas semanas nos ofrecen las casas de encuestas, ver¨¢n que el hemiciclo donde se refleja la distribuci¨®n de esca?os presenta dos mitades casi sim¨¦tricas. A la derecha, PP y Vox, ocupando ahora muy ligeramente la mayor¨ªa de la C¨¢mara; a la izquierda, en rojo, un partido hegem¨®nico, el PSOE, que integra en su espacio una amplia gama de otras formaciones que acaban ofreciendo un friso multicolor. Ninguno de los dos grandes partidos, en esto la imagen habla por s¨ª misma, podr¨¢ gobernar sin contar con el benepl¨¢cito de sus socios de bloque. Son imprescindibles. Si su intenci¨®n es votar a alguno de los dos grandes, har¨¢ bien en enterarse de cu¨¢les son los puntos program¨¢ticos fuertes de los m¨¢s peque?os. Porque, ya lo sabemos, le gusten o no, lo m¨¢s seguro es que tenga que trag¨¢rselos. Dicho de modo contundente: si vota PSOE lo hace tambi¨¦n a las otras formaciones de su espacio; si lo hace al PP, cuente con que muchas de las propuestas de Vox acabar¨¢n siendo integradas por este partido en el caso de gobernar, si es que no acaba entrando en su mismo Gobierno.
No me lo invento; esta es principal conclusi¨®n a la que podemos llegar despu¨¦s de esta legislatura agotadora. La pol¨ªtica espa?ola ha devenido en una r¨ªgida pol¨ªtica binaria. Toda nuestra supuesta diversidad ha acabado colapsando al final en dos ¡ªy solo dos¡ª visiones de Espa?a, de la econom¨ªa y del resto de las materias que se abren a la decisi¨®n pol¨ªtica. Son, adem¨¢s, no negociables entre s¨ª. Aunque, bien lo sabemos, se negocia, con intensidad, en el interior de cada bloque. La diferencia est¨¢ en que estas negociaciones son opacas, no trascienden despu¨¦s al Parlamento. Lo que all¨ª se exhibe es el despliegue del conjunto, el resultado del toma y daca que acontece entre bambalinas, con los partidos peque?os bien armados de vetos. Lo que se escenifica en las c¨¢maras es el Gran Conflicto, esa lucha existencial entre dos visiones irreconciliables aplicables a todo.
Lo peor de este bibloquismo polarizado, que arrastra a los dos grandes partidos a hacer concesiones a los extremos, es que ha dejado vacante ese espacio central necesario para la cooperaci¨®n transpartidista en defensa de las instituciones. Quienes los condicionan no creen en ellas, as¨ª que ese incentivo desaparece. Es m¨¢s, vetan toda posible b¨²squeda del entendimiento necesario entre las dos grandes fuerzas pol¨ªticas. Con el problema a?adido de que ya han sentado un precedente. Si hubiera un cambio de mayor¨ªa, ?por qu¨¦ no habr¨ªa de valerse tambi¨¦n el PP de un abuso de los decretos leyes o las proposiciones de ley? O, ?por qu¨¦ habr¨ªa de sentarse el PSOE a negociar la renovaci¨®n del CGPJ? ?Qu¨¦ le impide al PP dar la vuelta como un calcet¨ªn a toda la reforma del C¨®digo Penal, sedici¨®n incluida? La aritm¨¦tica del Parlamento manda sobre lo que exigir¨ªa poner la atenci¨®n en la estabilidad, el largo plazo y, en definitiva, el inter¨¦s general. No olvidemos que cada bloque habla solo en nombre de una mitad del pa¨ªs.
Si nuestro bibloquismo polarizado est¨¢ siendo corrosivo para el Estado de derecho ¡ªpiensen en la imagen que se transmite de la judicatura o del Parlamento¡ª, no es menos lesivo para el sistema representativo, salvo para quienes votan a los partidos peque?os, ahora tan empoderados, aunque no ver¨¢n nunca satisfecho del todo su programa. Nadie lo har¨¢. Se abomin¨® del anterior bipartidismo imperfecto sin tener en cuenta que ese adjetivo, lo de ¡°imperfecto¡±, abr¨ªa la posibilidad a un mayor pluralismo sin afectar a la gobernabilidad. Ahora tenemos un bibloquismo perfecto; o sea, representaci¨®n imperfecta y gobernabilidad a trancas y barrancas.
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