Violencia sexual
El aumento en las cifras de los casos de violaci¨®n subraya la persistencia de un grave machismo estructural
Los datos reci¨¦n conocidos justifican tanto la alarma social como las manifestaciones vividas el viernes en m¨²ltiples ciudades espa?olas contra la violencia machista. El Hospital Cl¨ªnic de Barcelona ha atendido entre enero y octubre de este a?o 556 casos de agresi¨®n sexual, la inmensa mayor¨ªa sobre mujeres, lo que representa un 51% de aumento respecto al mismo periodo de 2021 y casi un 30% m¨¢s que en 2019. Seis de cada diez mujeres atendidas hab¨ªan sido v¨ªctimas de violaci¨®n con penetraci¨®n, el 53% ten¨ªa menos de 25 a?os y en el 10% de los casos, la violaci¨®n fue grupal. Hay que subrayar que, junto al aumento de casos registrados, tambi¨¦n se produce un aumento de las causas judiciales y de las condenas por agresi¨®n. Los delitos contra la libertad sexual han pasado de 7.885 entre enero y junio de 2021 a 9.389 este a?o, un 19,1% m¨¢s, seg¨²n datos de Interior. Y 3.196 acusados de delitos sexuales fueron condenados en 2021, un 34,6% m¨¢s que el a?o anterior.
Son datos escalofriantes que revelan la magnitud del problema y confirman la tendencia al alza que reflejan otras estad¨ªsticas del INE o los datos del Observatorio Estatal de Violencia sobre la Mujer. Los incrementos son preocupantes, pero tienen dos lecturas. Por un lado, revelan que sigue existiendo un nivel insoportable de violencia contra las mujeres que obliga a revisar y reforzar las pol¨ªticas destinadas a erradicarla. Pero tambi¨¦n reflejan, por otro, una mayor conciencia por parte de las agredidas sobre la necesidad de denunciar y la creciente sensibilizaci¨®n y especializaci¨®n en todos los operadores (sanitarios, judiciales y policiales) que forman parte de la cadena de atenci¨®n a las v¨ªctimas. Cuanto m¨¢s fuertes y arropadas se sientan, m¨¢s libres ser¨¢n de denunciar con seguridad la agresi¨®n padecida.
M¨¢s all¨¢ del efecto disuasorio que pueda tener la acci¨®n punitiva de la justicia, las pol¨ªticas p¨²blicas deben centrarse en evitar el da?o, es decir, en la prevenci¨®n. Seg¨²n un informe de los Mossos d¡¯Esquadra, el 60% de los agresores sexuales no eran previamente conocidos por las v¨ªctimas. Entre las mujeres atendidas en el Cl¨ªnic de Barcelona, hospital de referencia, el 65% hab¨ªan sido agredidas despu¨¦s de salir de fiesta. Que el ocio pueda acabar en tantos casos en una agresi¨®n sexual indica que la violencia sexual se alimenta de nuevos est¨ªmulos culturales. Entre ellos figura el hecho de que muchos chicos est¨¦n expuestos desde edades muy tempranas a un tipo de pornograf¨ªa de industria casera y tambi¨¦n profesional que ensalza la violencia sexual, y eso hace que interioricen como normal ese tipo de conductas y acaben inhibiendo cualquier atisbo de empat¨ªa hacia la v¨ªctima.
Todo ello refuerza la necesidad de intervenir sobre los mecanismos culturales y sociales permisivos con las agresiones o incluso facilitadores. La violencia sexual forma parte de una violencia machista estructural que ha ido reduci¨¦ndose en las ¨²ltimas d¨¦cadas, pero hoy recibe un nuevo impulso bajo el empuje de una ultraderecha negacionista y desafiante en sus ataques a las pol¨ªticas feministas. Forma parte de la estrategia de la extrema derecha la naturalizaci¨®n de un neomachismo desacomplejado que se difunde a trav¨¦s de las redes sociales y que se manifiesta incluso en sede parlamentaria, por ejemplo en el tono vejatorio y la desfachatez sonrojante con la que exhiben su rancia virilidad diputados y diputadas de Vox.
La unidad del feminismo, lamentablemente fracturada en algunas de las manifestaciones contra la violencia machista del pasado viernes, es condici¨®n fundamental de su efectividad en lo central: el avance de los derechos de las mujeres. Los rebrotes de machismo retr¨®grado e insultante son defensivos: nacen como reacci¨®n a los evidentes logros de las pol¨ªticas feministas. Por eso nada complace m¨¢s a la ultraderecha machista que la bronca y la divisi¨®n en el seno del feminismo.
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