Bildu como ¡®s¨ªntoma¡¯ generacional
Para muchos j¨®venes, la formaci¨®n ¡®abertzale¡¯ supone hoy la forma de canalizar sus aspiraciones de justicia social en un partido netamente vasco. El pasado quiz¨¢s aparece como algo alejado
Mi primer recuerdo pol¨ªtico de infancia fue viendo un Informe Semanal sobre ETA con mi padre. Quiz¨¢s, porque ser hija de Guardia Civil y haberme criado en un cuartel no es anecd¨®tico, he tendido a reflexionar mucho sobre los pactos con Bildu, entendiendo a la Espa?a a la que se le atragantan. Y la conclusi¨®n es que Pedro S¨¢nchez ha acelerado en su beneficio pol¨ªtico lo que podr¨ªa ser una brecha generacional latente en el Pa¨ªs Vasco.
Ocurri¨® en Vitoria. Pas¨¦ por delante de ...
Mi primer recuerdo pol¨ªtico de infancia fue viendo un Informe Semanal sobre ETA con mi padre. Quiz¨¢s, porque ser hija de Guardia Civil y haberme criado en un cuartel no es anecd¨®tico, he tendido a reflexionar mucho sobre los pactos con Bildu, entendiendo a la Espa?a a la que se le atragantan. Y la conclusi¨®n es que Pedro S¨¢nchez ha acelerado en su beneficio pol¨ªtico lo que podr¨ªa ser una brecha generacional latente en el Pa¨ªs Vasco.
Ocurri¨® en Vitoria. Pas¨¦ por delante de un gaztetxe, un centro social ocupado, y me fij¨¦ en los chavales que hab¨ªa dentro. Me pregunt¨¦ qu¨¦ conciencia ten¨ªan las nuevas generaciones en Euskadi sobre la lacra del terrorismo.
As¨ª que sonde¨¦ a varios amigos vascos, de diversa ideolog¨ªa, sobre qu¨¦ impresi¨®n tienen de sus amigos que apoyan a Bildu; no militantes, sino votantes. Su conclusi¨®n es que para muchos j¨®venes supone hoy la forma de canalizar sus aspiraciones de justicia social en un partido netamente vasco. No necesariamente ignoran el pasado, sino que quiz¨¢s aparece como algo alejado; y en otros casos, la lectura no es tan incisiva o de tantas implicaciones como la que se da en el debate nacional.
Y tal vez ello nos se?ala ya una brecha generacional latente sobre la idea de Bildu en Euskadi. De un lado, estar¨ªan las bases m¨¢s adultas que a¨²n se identifican con temas como el acercamiento de los presos, por citar un caso. Del otro, habr¨ªa muchos j¨®venes actuales, o futuros, que solo ven una izquierda alternativa o soberanista. M¨¢xime desde que los resultados de Podemos empezaron a caer en la autonom¨ªa, y un joven de 18 a?os de izquierdas se ve eligiendo entre Bildu o el PSE, que gobierna con el PNV, que igual les suena tambi¨¦n a m¨¢s de lo mismo.
Pese a ello, las mentalidades siempre son m¨¢s complejas, por lo que ser¨ªa arriesgado creer que la ¨²nica divisi¨®n sea generacional y no hay factor de comprensi¨®n hist¨®rica. En 2018, solo un 54% de los votantes de EH Bildu, de todas las edades, cre¨ªa que ETA ¡°debe reconocer el error de su historia de violencia y arrepentirse de su pasado¡±, seg¨²n el Euskobar¨®metro. Un 62% rechaza que ETA fuera ¡°el principal responsable de la violencia que se vivi¨® en el Pa¨ªs Vasco¡±.
Sin embargo, la hip¨®tesis generacional puede explicar por qu¨¦ Bildu tiene tanto inter¨¦s en institucionalizarse mediante una agenda social en el Congreso. Pactar sobre pensiones o alquileres sirve para apelar a facciones juveniles m¨¢s cercanas a las tesis de la izquierda comunista, y que no entran en el debate nacional, en su paradigma de lucha de clases. Poner en primera plana a figuras que condenaron la violencia, o se desmarcan, ayuda a ensanchar la base.
Del otro lado, la brecha generacional explicar¨ªa por qu¨¦ Arnaldo Otegi sigue ocupando un lugar tan preeminente en el partido, pese al recelo que genera entre muchos ciudadanos espa?oles o para la imagen de la formaci¨®n. Un temor en la izquierda abertzale es que nazca alguna vez una escisi¨®n alternativa. La presencia de su coordinador general como s¨ªmbolo del pasado servir¨ªa para apretar filas o retener votos en capas m¨¢s adultas, ante decisiones impopulares para sus adeptos como abrirse a pactos en el Estado.
Con todo, la normalizaci¨®n de facto que ha tra¨ªdo S¨¢nchez en esta legislatura seguir¨¢ inquietando, y prueba de ello es todav¨ªa la incomodidad de ciertas personalidades socialistas. Por eso, quiz¨¢s la democracia espa?ola se enfrente a largo plazo a un nuevo proceso de reflexi¨®n, como en el pasado, cuando se exigi¨® a la izquierda abertzale que cesara la violencia y abrazara la v¨ªa pol¨ªtica. Cu¨¢les son las condiciones que se piden hoy a Bildu, asumido que es ya la segunda fuerza en el Parlamento vasco, el s¨ªntoma de un cambio sociol¨®gico y generacional en Euskadi, que igual alg¨²n d¨ªa llega a la Lehendakaritza.
Aunque en el corto plazo S¨¢nchez ha obviado la reflexi¨®n, tal vez creyendo que sus acuerdos no le pasar¨¢n factura, sino que aumentan su poder en La Moncloa. Pero en pol¨ªtica nada es gratis, aun cuando el entendimiento regular entre el PSE o Bildu suena todav¨ªa a palabras mayores. Desde que el PNV ve tambalearse su monopolio de pactos en Madrid, qui¨¦n sabe si alguna vez ver¨¢n m¨¢s conveniencia en apoyar al PP, en caso de no estar Vox mediante. A veces, en pol¨ªtica, las consecuencias no son electorales, ni generacionales, sino que vienen de los socios potenciales.