Alberto N¨²?ez Feij¨®o, nacionalista
El peor nacionalismo es el espa?olista. Hist¨®ricamente ha sido el m¨¢s violento, reaccionario y excluyente, aunque hoy sea muy ret¨®rico
Los nacionalismos, salvo si liberadores y liberales, son afrentosos. Pero entre los hispanos, el peor es el nacionalismo espa?olista. Hist¨®ricamente, porque ha sido el m¨¢s violento y mort¨ªfero, el m¨¢s reaccionario y excluyente. Aunque hoy sea muy ret¨®rico. Y menos brutal en hechos.
Alberto N¨²?ez Feij¨®o ostentaba unos or¨ªgenes afectos a un espa?olismo benevolente, un autonomismo suave y una narrativa, si no pactista, al menos condescendiente con los nacionalismos perif¨¦ricos. Al dejarse secuestrar por la ret¨®rica de su ismo roque?o, la del peligro de ¡°romper Espa?a¡±, en l¨ªnea con Aznar, Ayuso y Casado, se divorcia de la corriente general espa?ola.
Una pionera caracterizaci¨®n del nacionalismo espa?ol la ofreci¨® en 1984 el polit¨®logo Josep Maria Colomer en su brillante panfleto Contra los nacionalismos: lo desglosaba en asimilismo castellano, ortodoxia cat¨®lica, misticismo nacional y nostalgia imperial de la hispanidad. Apliquemos esos baremos a lo actual.
La asimilaci¨®n de Espa?a a Castilla (la tesis separadora de Ortega seg¨²n la que solo pod¨ªa idearla una ¡°mente castellana¡±) se plasma en anticatalanismo: un disfraz para el nacionalismo dominante como reacci¨®n a la insatisfacci¨®n catalana, que era otro modo de concebir la uni¨®n. Propugnar m¨¢s c¨¢rcel a los ¡ªya castigados¡ª falsos h¨¦roes del proc¨¦s, simboliza esa crueldad.
La ortodoxia religiosa se actualiza como rigorismo contra los LGTBI y las asechanzas a los derechos de las mujeres. La AP de Fraga vot¨® contra el divorcio. El PP, contra el aborto. Y si bien aprob¨® la ley contra la violencia de g¨¦nero, la ha deslegitimado en el altar de la violencia ¡°familiar¡±, ecualizaci¨®n ultra de Vox.
La concepci¨®n m¨ªstica de lo espa?ol como un ¡°ente espiritual¡± que contiene un ¡°sentido de la vida¡± afirma el diktat de un inmanente ser nacional, un t¨®tem sagrado, por encima del pacto social. Niega la naci¨®n como un refer¨¦ndum cotidiano (Ernest Renan); ningunea el ¡°patriotismo constitucional¡± que divulg¨® J¨¹rgen Habermas; configura la naci¨®n como un cors¨¦ de hierro.
Y la visi¨®n de la hispanidad como una comuni¨®n de valores tradicionales nost¨¢lgica del ¡°imperio hisp¨¢nico transatl¨¢ntico¡± opera contra la europeidad de Espa?a: en su versi¨®n b¨¢rbara, el trumpismo voxiano anti-UE; en la l¨¢bil, la sist¨¦mica discrepancia pr¨¢ctica de Bruselas (o el ciego seguidismo, si conviene).
A esas calamidades, el franquismo a?adi¨® el autoritarismo cuartelero, la xenofobia. Hoy se acrecen con la inquina a la lucha contra el cambio clim¨¢tico, ¡°nueva religi¨®n¡± de un problema que ¡°quiz¨¢ s¨ª o quiz¨¢ no tengan nuestros tataranietos¡±, en la visi¨®n reaccionaria de Aznar. Que ya aplaude Feij¨®o. El moderado.
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