El desplome de Per¨²
La inestabilidad de los gobiernos de Pedro Castillo acaba con su destituci¨®n y aboca al pa¨ªs a nuevas elecciones
Per¨² se tambale¨® este mi¨¦rcoles durante tres fren¨¦ticas horas. La inesperada decisi¨®n del presidente Pedro Castillo de disolver el Congreso, imponer el toque de queda y gobernar por decreto para evitar someterse a una moci¨®n de censura puso al pa¨ªs andino al borde del abismo. El firme rechazo del Tribunal Constitucional, que calific¨® inmediatamente la maniobra de golpe de Estado, as¨ª como la negativa del Ej¨¦rcito a secundar la intentona, permitieron que el Congreso siguiese funcionando y acordase la destituci¨®n de Castillo y la jura de su vicepresidenta, Dina Boluarte, de 60 a?os, como jefa de Estado. Superada la fase aguda de la crisis quedan muchos puntos por aclarar, pero pocos dudan, tanto dentro como fuera del pa¨ªs, que de haber prosperado el plan de Castillo, Per¨² hubiera sufrido una fuerte implosi¨®n de las libertades.
El fracaso de Castillo, cuyo destino judicial a¨²n es incierto, entierra presumiblemente su carrera pol¨ªtica. Cuando tom¨® posesi¨®n el 28 de julio de 2021, tras unas elecciones extremadamente polarizadas contra Keiko Fujimori, su origen humilde y su discurso antiestablishment hicieron albergar en algunos sectores esperanzas de cambio en un pa¨ªs constantemente sometido a las turbulencias pol¨ªticas. Pero la br¨²jula gubernamental perdi¨® con rapidez la orientaci¨®n. En poco tiempo, Castillo cambi¨® cinco veces de Gabinete, se enfrent¨® a una catarata de esc¨¢ndalos y se alej¨® de su base social. Cada vez m¨¢s arrinconado, en los ¨²ltimos meses se vio golpeado adem¨¢s por la corrupci¨®n, un mal end¨¦mico en los presidentes peruanos, hasta el punto de que la fiscal general le se?al¨® por liderar una presunta ¡°organizaci¨®n criminal¡± destinada a enriquecerse ama?ando contratos. Castillo tampoco supo gestionar el apoyo expreso que recibi¨® en los ¨²ltimos meses de algunos de los l¨ªderes progresistas de la regi¨®n cuando el presidente de M¨¦xico, Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador, sali¨® en su defensa expl¨ªcita, o, hace apenas una semana, cuando acord¨® con el presidente de Chile, Gabriel Boric, la celebraci¨®n en Lima de la suspendida Cumbre de la Alianza del Pac¨ªfico, precisamente por la prohibici¨®n judicial de salir de su propio pa¨ªs que ca¨ªa sobre Castillo.
Con este bagaje se enfrentaba el mi¨¦rcoles a la moci¨®n de censura. Y en vez de respetar los cauces formales, Castillo opt¨® por buscar su salvaci¨®n personal apenas unas horas antes con unas medidas tan alarmantes como peligrosas. Salvando las distancias, a muchos peruanos esa maniobra les hizo recordar el funesto mes de abril de 1992, cuando el aut¨®crata Alberto Fujimori orden¨® el cierre del Congreso e intervino el poder judicial: hoy el presidente est¨¢ arrestado en el mismo penal de Barbadillo por orden de la Fiscal¨ªa.
Oportunamente frenada la intentona por el resto de poderes del Estado, Per¨² cuenta ahora con una nueva presidenta, la primera en la historia del pa¨ªs andino, y un cuerpo institucional que ha mostrado m¨²sculo suficiente para rechazar con nitidez un camino oscuro, propio de otras ¨¦pocas latinoamericanas. Pero no por ello deja de ser una soluci¨®n transitoria y que f¨¢cilmente puede desembocar en una nueva tormenta. No en balde, en seis a?os se han sucedido seis presidentes, los tent¨¢culos de la corrupci¨®n se han extendido por las instancias del poder y en la poblaci¨®n ha crecido la desconfianza hacia los gobernantes. Para evitarlo es importante que se convoquen r¨¢pidamente elecciones y que las mismas fuerzas de uno y otro signo que este mi¨¦rcoles rechazaron la v¨ªa del caudillismo dejen atr¨¢s sus rencillas y unan por una vez sus fuerzas para sacar a Per¨² de su cr¨®nica crisis presidencial.
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