Bolsonaro fue profeta cuando dijo: ¡°Acab¨®¡±. Perdi¨® hasta el Mundial
El presidente de Brasil no solo perdi¨® las elecciones, crey¨® que ir¨ªa a recibir la Copa de manos de su amigo Neymar. Pero no.
Hay palabras que acaban siendo prof¨¦ticas. Una de ellas en Brasil ha sido la pronunciada por Jair Bolsonaro cuando vio que hab¨ªa perdido las elecciones: ¡°Acab¨®¡±. Claro que no se conform¨® y sigui¨® instigando a sus huestes m¨¢s extremistas a ir a la calle a protestar, mientras esperaba coronar su salida con el triunfo del Mundial. Brasil perdi¨® la Copa y Bolsonaro tuvo que repetir el ¡°se acab¨®¡±. Hasta hab¨ªa pensado en ir a recibir el trofeo del f¨²tbol de manos de su amigo Neymar. No imaginaba que hab¨ªa acabado.
Bolsonaro sigui¨® confiando en los militares, sus amigos, e instig¨® a los suyos a acampar a la puerta de los cuarteles pidiendo la locura de un golpe militar. No sab¨ªa que tambi¨¦n en dichos cuarteles hab¨ªa resonado el fat¨ªdico ¡°acab¨®¡±.
Ni le sirvieron las l¨¢grimas derramadas, tras 20 d¨ªas de aislamiento y mutismo, ante los militares, como pidiendo compasi¨®n y revancha. ?Se sent¨ªa traicionado tambi¨¦n por ellos? Lo cierto es que aquellas l¨¢grimas ante el Ej¨¦rcito no parecieron del todo convincentes. Ni necesit¨® el pa?uelo para enjugarlas. Parecieron m¨¢s bien l¨¢grimas de rabia como diciendo : ¡°?Tambi¨¦n vosotros me dej¨¢is!¡±. Debi¨® volver a sus o¨ªdos el fatal ¡°acab¨®¡±. S¨ª, tambi¨¦n los militares, a quienes cubri¨® de privilegios durante su mandato, le abandonaban a su suerte.
Bolsonaro se despepit¨® para que el Ej¨¦rcito entendiera que con Lula volv¨ªa a Brasil el comunismo y que se cerraban definitivamente las puertas a cualquier tentativa de golpe institucional. S¨ª, el ¡°acab¨®¡± apareci¨® para ¨¦l de nuevo como algo real, en el que no hab¨ªa cre¨ªdo. Y casi llor¨® de rabia.
Lula ha tra¨ªdo a Brasil un nuevo soplo de esperanza de cambio frente al muro de negacionismo que lo hab¨ªa acongojado y que lo estaba arrastrando hacia el abismo no s¨®lo del hambre sino de un futuro sombr¨ªo. Ahora, ya con la nueva realidad democr¨¢tica que ha amanecido en el pa¨ªs y que le ha consolado de la derrota del Mundial, Bolsonaro tendr¨¢ que volver a repetir, con l¨¢grimas o sin ellas, su ¡°acab¨®¡±, ya que ha anclado la nave de un tiempo nuevo que ha rescatado al pa¨ªs de la amenaza de un futuro pre?ado de inc¨®gnitas y miedos. Los miedos de volver a los tiempos oscuros de la dictadura militar que tanto acaricia Bolsonaro, el capit¨¢n que hab¨ªa sido expulsado del Ej¨¦rcito y que no oculta su amor por la tortura y el fusilamiento de sus enemigos.
Faltan de tres semanas para la toma de posesi¨®n de Lula como jefe del Estado. El tiempo que le queda a Bolsonaro para seguir con su rabieta, como los ni?os caprichosos que quieren el juguete del amigo. Bolsonaro dedic¨® sus cuatro a?os de gobierno a intentar robar o quebrar la democracia y la esperanza de este pa¨ªs.
Despu¨¦s de haber pronunciado, seguramente quem¨¢ndole la lengua, su prof¨¦tico ¡°acab¨®¡±, sus l¨¢grimas ante los militares de d¨ªas atr¨¢s, sobre las que tanto se ha especulado en los medios de comunicaci¨®n, son la mejor profec¨ªa de que la tormenta dictatorial que hab¨ªa desencadenado el ultraderechista y machista Bolsonaro podr¨¢ a¨²n seguir haciendo escuchar sus truenos. S¨ª, pero cada vez m¨¢s lejanos y sin peligro.
Si Bolsonaro fue profeta de s¨ª mismo al proclamar su ¡°acab¨®¡±, hoy tambi¨¦n el pa¨ªs est¨¢ para celebrar, a pesar de haber perdido la Copa, la vuelta a su normalidad democr¨¢tica. Brasil vuelve a contar en el mundo. Volver¨¢ a mirarle como esperanza y con el respeto que realmente merece.
Puede parecer un juego de palabras, pero lo cierto, y sin querer hacer f¨¢ciles profec¨ªas, el sibilino ¡°acab¨®¡± de Bolsonaro est¨¢ para metamorfosearse en un alegre y esperanzado ¡°empez¨®¡±. S¨ª, muere el miedo y las l¨¢grimas de rabia de Bolsonaro se borran con las de alegr¨ªa de quien se siente liberado de lo que fue s¨®lo una noche de pesadilla.
Brasil vuelve a acariciar su antiguo sue?o de ser un ¡°pa¨ªs del futuro¡± y sobre todo un pa¨ªs en paz, sin que cada desayuno vuelva a ser una amenaza de guerra.
Brasil es un pa¨ªs con muchos defectos, muchos atrasos, mucha violencia, pero que no renuncia a la b¨²squeda de la felicidad hasta en las cosas m¨¢s peque?as. Un amigo m¨ªo, trabajador sencillo, que se sent¨ªa abrumado con la crisis econ¨®mica creada por Bolsonaro me dijo esta ma?ana: ¡°Ahora podremos volver a comprar carne¡±. S¨ª, y tambi¨¦n y sobre todo dejaremos de respirar miedos y profec¨ªas de desgarros democr¨¢ticos.
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