Democracia demosc¨®pica
Las encuestas son el eco de nuestra voz, nuestro papel como actores pol¨ªticos. Una vez que se hacen p¨²blicas, impactan sobre la realidad que reflejan y, por tanto, la transforman
La pol¨ªtica democr¨¢tica se representa en los medios de comunicaci¨®n. Estos ponen el escenario en el que act¨²an los agentes pol¨ªticos. Un escenario en el que podemos ver su actuaci¨®n cotidiana a la vez que esta es evaluada de forma permanente. Nosotros, el p¨²blico, los observamos y vamos tomando nota poco a poco del despliegue de la trama. Unos act¨²an ¡ªno en vano los llamamos actores pol¨ªticos¡ª y otros miran. Con la diferencia de que ahora el p¨²blico tambi¨¦n puede hacerse o¨ªr a trav¨¦s de las redes sociales, donde de modo continuo invade el tablero como un actor m¨¢s. Pero se trata de una irrupci¨®n ruidosa y poco representativa, m¨¢s propensa a a?adirle picante al argumento que a reflejar la verdadera opini¨®n de la ciudadan¨ªa. Para acercarse a esta no hay m¨¢s remedio que acudir a las encuestas. Cuando se presentan, la ciudadan¨ªa deja ya de ser audiencia para convertirse en parte del espect¨¢culo, en participante directo de la acci¨®n. Con una peculiaridad relevante, representa a ¡°los buenos¡± de la funci¨®n, a aquellos que dotan de sentido a todo el espect¨¢culo, su fuente de legitimidad.
Como se ve, nuestra teatrocracia queda coja sin introducir a esta especie de coro griego que alecciona o reprende a los protagonistas. No en vano se ha dicho de las encuestas que son el principal instrumento de democracia aplicada entre periodos electorales. Y, por tanto, un instrumento de poder, un mecanismo de control capaz de diluir o ratificar los argumentarios de los partidos o dar cuenta de la performance efectiva de sus l¨ªderes, un espejo que permite que los pol¨ªticos puedan ver c¨®mo se refleja su imagen y la de sus adversarios y actuar en consecuencia. Recordemos que Pablo Casado sucumbi¨® ante ellas y a Alberto N¨²?ez Feij¨®o le cambiaron el paso despu¨¦s de que, como ocurriera con la madrastra de Blancanieves, empezara a percibirse que ya no era tan claramente el m¨¢s guapo del reino, algo que antes ya le pasara a Pedro S¨¢nchez. Tambi¨¦n, porque tienden a ser performativas. Se limitan a recoger datos, a presentar una fotograf¨ªa de un determinado estado de opini¨®n en un momento espec¨ªfico ¡ªesto nos lo recuerdan una y otra vez sus profesionales¡ª, pero una vez que se hacen p¨²blicas, impactan sobre la realidad que reflejan y, por tanto, la transforman.
Por eso todos quieren tenerlas de su lado, controlar al controlador. Aqu¨ª es donde entra el elemento preocupante, la extensi¨®n de la sospecha de que se haga un uso instrumental de ellas, que se subordinen a los diferentes intereses en conflicto, sobre todo a los de los creadores de opini¨®n; es decir, a los medios. Y el recelo aumenta cuando cada medio va con su casa de encuestas bajo el brazo y se prodigan en exceso. Conozco bien a suficientes empresas demosc¨®picas como para poder afirmar que hacen su trabajo siguiendo a rajatabla las reglas del gremio, aunque se vean m¨¢s o menos afectadas por limitaciones presupuestarias. Est¨¢n en el mercado, o sea, que son los primeros interesados en no manchar su prestigio, sobre todo en lo que hace a las estimaciones del voto. Todas prefieren acertar antes que satisfacer a quien se las encarga, aunque pueda haber excepciones. Otra cosa es, y esto no es responsabilidad suya, que la interpretaci¨®n de sus datos se sujete despu¨¦s a estrategias espec¨ªficas. La clave est¨¢, pues, en su interpretaci¨®n, que no es tan simple como parece. O en que se pregunte sobre una cosa y no sobre otras, o que solo se editorialice sobre las que coinciden con la l¨ªnea del medio en cuesti¨®n. As¨ª que, est¨¦n atentos a lo que se hace con ellas, porque son el eco de nuestra voz, nuestro papel como actores pol¨ªticos.
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