El m¨¦todo Montossoro: la democracia no lo aguanta todo
Hay una distancia sideral entre lo que los pol¨ªticos declaran en p¨²blico y lo que comentan en privado. La hip¨¦rbole se ha naturalizado tanto que ha transformado la realidad
En casa usamos un m¨¦todo pedag¨®gico que llamamos Montossoro, porque es opuesto al que invent¨® Maria Montessori para cultivar la autonom¨ªa del alumno. La maestra italiana quer¨ªa que el ni?o hiciese cosas por s¨ª mismo lo antes posible. El m¨¦todo Montossoro es el fracaso de esa actitud: mientras aleccionamos a nuestro hijo con un discurso sobre la necesidad de sacarse ¨¦l mismo las casta?as del fuego, se las sacamos nosotros, se las envolvemos en un cucurucho, se las pelamos y se las soplamos para que no quemen. Mientras le decimos que debe recoger su habitaci¨®n, se la recogemos nosotros. As¨ª vamos criando a un caradura encantador, pues sabe que las palabras de sus padres no concuerdan con sus acciones y que, cuando nos enfadamos, en realidad, fingimos estar enfadados.
Los pedagogos nos recordar¨¢n los peligros de incumplir lo que los ling¨¹istas llaman enunciados performativos: las promesas y las amenazas no se pueden decir a la ligera. Tal vez eso sea cierto en un cuartel, no en una casa donde la disciplina y la coherencia se sacrifican ante lo que de verdad importa, como el sentido del humor y Star Trek. Pero s¨ª sabemos que el m¨¦todo Montossoro solo funciona en hogares felices. Llevarlo a la vida p¨²blica ¡ªes decir, cultivar una ret¨®rica incendiaria que no se corresponde con la realidad o que la contradice, o lo que es lo mismo, fingir un enfado¡ª es peligros¨ªsimo.
La democracia espa?ola lleva un tiempo rigi¨¦ndose por el m¨¦todo Montossoro, que se caracteriza por una distancia sideral entre lo que se dice, lo que se hace y lo que sucede. Tambi¨¦n la hay entre lo que los pol¨ªticos declaran en p¨²blico y lo que comentan en privado. La hip¨¦rbole se ha naturalizado tanto que ha transformado la realidad. Al se?alar a golpistas y anunciar dictaduras sin medir una frase, la discusi¨®n ha dejado de tratar sobre los desacuerdos pol¨ªticos habituales para desplazarse al sistema en s¨ª. Ese es el momento de peligro para una democracia, que lo aguanta casi todo, salvo que los ciudadanos dejen de cre¨¦rsela porque el m¨¦todo Montossoro ha vaciado las palabras y ha dejado flotando en el aire significantes explosivos. Tuvo que salir Meritxell Batet a deshoras para devolver la sensatez a su sitio institucional y pronunciar los verbos ¡°respetar¡± y ¡°acatar¡±. Son dos verbos de cortes¨ªa, tan vacuos como un por favor y un gracias, pero qu¨¦ firmes y salvadores sonaron en mitad de la noche negra del lunes. Yo me aferro a ellos con todas mis fuerzas.
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