Una falsa tregua
El alto el fuego temporal impuesto por Putin en el frente de guerra carece de las condiciones m¨ªnimas de una tregua efectiva
El anuncio de Vlad¨ªmir Putin de abrir una tregua de 36 horas para celebrar la Navidad ortodoxa los d¨ªas 6 y 7 de enero revela su doble cara como jefe militar y pol¨ªtico. La protecci¨®n de las tradiciones de la fe pretende emitir un mensaje humanitario sin que pueda ocultar a la vez el cinismo que reviste una decisi¨®n unilateral (otra vez) inmediatamente rechazada por las autoridades del pa¨ªs invadido. Un portavoz de Volod¨ªmir Zelenski ha sido muy expl¨ªcito: la ¨²nica tregua posible es la retirada del territorio ocupado militarmente y anexionado por Putin tras la celebraci¨®n de cuatro (falsos) referendos. La propuesta de tregua posiblemente revela algo m¨¢s de la estrategia de Putin al infravalorar la percepci¨®n que la Uni¨®n Europea y Occidente tienen de una guerra sin justificaci¨®n y que de forma masiva han condenado. El gesto de Putin no puede ser m¨¢s miope ante una comunidad internacional que no acepta las anexiones unilaterales y por la fuerza brutal de las armas. En realidad, lo que viene a demandar Putin es que Ucrania declare un alto el fuego para que pueda celebrarse la Navidad ortodoxa en el frente sin riesgo para sus propias tropas. Kiev no tendr¨¢ m¨¢s remedio que acatar esa decisi¨®n aunque sea evidente la naturaleza propagand¨ªstica de la maniobra de Putin. Una tregua solo es tal cuando media un acuerdo entre las partes enfrentadas y la garant¨ªa de un arbitraje neutral.
Putin ha amparado el alto el fuego temporal en la petici¨®n del patriarca de la Iglesia ortodoxa, Kiril. El papel de la m¨¢xima autoridad religiosa de Rusia tampoco ha sido en este caso ejemplar, si no que es abiertamente censurable. Fue el mismo Kiril quien alent¨® en los primeros momentos de la invasi¨®n a las tropas rusas a acabar con los ucranios e invoc¨® la ayuda propicia de Dios. Las autoridades eclesi¨¢sticas ¡ªy los espa?oles tienen memoria de algunas de ellas¡ª demasiadas veces se han equivocado al identificar la causa pol¨ªtica que mejor encarna la justicia, la caridad y la piedad de sus mensajes pastorales. Y Kiril es el mejor ejemplo, despu¨¦s de que la Iglesia ortodoxa viviese su m¨¢s grave cisma en 2018, cuando Kiev obtuvo del Patriarcado de Constantinopla la emancipaci¨®n de la tutela y el control de Mosc¨². Kiril delata su inadaptaci¨®n a la nueva realidad al haber dirigido su petici¨®n de tregua ¡°a todas las partes involucradas en el conflicto interno¡±, como si no hubiese dos Estados enfrentados en el campo de batalla y, por cierto, dos iglesias con sus respectivos jefes y sin dependencia una de la otra desde hace un lustro. La denuncia ucrania de estar ante una operaci¨®n de propaganda rusa no parece desencaminada cuando los bombardeos y oleadas de misiles contra objetivos civiles e infraestructuras ucranios han sido en los ¨²ltimos d¨ªas, y en las v¨ªsperas de la misma Navidad ortodoxa que hoy quiere proteger Putin, particularmente brutales e incoherentes con la te¨®rica inspiraci¨®n piadosa de una falsa tregua.
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