Dios, en el bando equivocado
Ocupada en salvar almas de la supuesta degradaci¨®n occidental, la Iglesia ortodoxa rusa no est¨¢ ahora por la labor de contribuir a salvar vidas
La flamante catedral de las Fuerzas Armadas de Mosc¨² es el s¨ªmbolo perfecto de la esquizofr¨¦nica Rusia de Putin. El tercer mayor templo ortodoxo del mundo, inaugurado en 2020, conmemora las grandes gestas militares rusas ¨Dincluidas Georgia, Siria y Crimea¨D. En su exaltaci¨®n nacionalista, un mosaico retrataba a Stalin ¨Dimplacable represor de la Iglesia¨D; otro al propio Putin. La pol¨¦mica hizo que hubiera que retirarlos. La simbiosis entre Dios y las armas, habitual a lo largo de la historia, es completamente anacr¨®nica en pleno siglo XXI.
Adem¨¢s de devolverle el orgullo perdido, Vlad¨ªmir Putin devolvi¨® al pueblo ruso su religi¨®n. De paso, sum¨® a la Iglesia ortodoxa rusa a sus aspiraciones imperiales y su cruzada conservadora. El patriarca Kiril de Mosc¨² es un estrecho aliado del presidente. Al empezar la invasi¨®n, pidi¨® una resoluci¨®n r¨¢pida y la protecci¨®n de la poblaci¨®n civil, pero poco antes hab¨ªa descrito la posici¨®n rusa hacia Ucrania como una guerra por defender la civilizaci¨®n ortodoxa de la corrupci¨®n occidental, de la que las marchas del orgullo gay son el signo m¨¢s evidente. Hoy sigue sin condenar los ataques.
Kiril libra adem¨¢s su propio cisma: con la Iglesia ortodoxa de Ucrania, independiente de la de Rusia desde 2019 ¨Dtoda una afrenta cuando el cristianismo ruso tiene sus ra¨ªces en Kiev¡ª; con Bartolom¨¦, patriarca de Constantinopla, que permiti¨® tal escisi¨®n, y con una parte de los suyos. Hace unos d¨ªas, unos 300 sacerdotes rusos firmaron una carta pidiendo el fin de la guerra, arriesg¨¢ndose a duras represalias. Fuera del pa¨ªs, la Iglesia ortodoxa rusa de ?msterdam ha anunciado su separaci¨®n de Mosc¨². El de¨¢n de la de Madrid ha criticado abiertamente al l¨ªder ruso y presume de contar con feligreses tanto rusos como ucranios.
El papa Francisco ha intentado devolver a Dios lo que es de Dios y que las Iglesias medien para terminar el conflicto. Sin ¨¦xito. Ya harto, el domingo abandon¨® la mesura verbal y conden¨® esta ¡°guerra repugnante¡±, pidiendo a la comunidad internacional que haga todo lo posible por detenerla.
La historia, incluida la reciente, est¨¢ llena de ejemplos en los que Dios se ha puesto del lado equivocado. Las religiones han jugado siempre con su poder espiritual para hacerse tambi¨¦n con el terrenal, aunque ello implicara aliarse con tiranos y asesinos. En las ¨²ltimas d¨¦cadas, la separaci¨®n Iglesia-Estado ha sufrido serios retrocesos, tanto en el mundo musulm¨¢n, donde pr¨¢cticamente se ha desvanecido, como en sociedades democr¨¢ticas. Baste recordar el papel de los evang¨¦licos en Estados Unidos bajo la presidencia de Trump o en el Brasil de Bolsonaro.
En Rusia, la instrumentalizaci¨®n ha sido mutua: Putin ha usado a la Iglesia en su batalla moral contra Occidente y la Iglesia ha recuperado su influencia en la era pos-sovi¨¦tica, aunque en el camino ha perdido su esencia cristiana. Ocupada en salvar almas de la supuesta degradaci¨®n occidental, no est¨¢ ahora por la labor de contribuir a salvar vidas.
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