?Hasta d¨®nde llegar¨¢n los hu¨¦rfanos de Bolsonaro?
De la diplomacia y la firmeza del Gobierno de Lula depender¨¢ que los intentos poco pac¨ªficos de los ¨²ltimos coletazos del bolsonarismo radical se diluyan o se robustezcan con la anuencia de una parte de las Fuerzas Armadas
Cuando todo parec¨ªa una luna de miel para el nuevo presidente Luiz In¨¢cio Lula da Silva, vencedor de las elecciones, y cuando las fuerzas democr¨¢ticas del pa¨ªs celebraban las novedades de su Gobierno, de repente la serpiente bolsonarista m¨¢s radical ha levantado su cabeza y ha osado contra todas las prohibiciones y amenazas intentar invadir el Congreso Nacional al estilo Trump.
Lo que m¨¢s extra?a es que todo parec¨ªa en paz y que pol¨ªticos hasta ayer partidarios de Bolsonaro, tras su decisi¨®n nada gloriosa de abandonar el pa¨ªs, se estaban acercando sin rebozos a Lula y a su nuevo Gobierno. Su victoria aparec¨ªa completa y los l¨ªderes de su Gabinete consideraban las escaramuzas de Brasilia de fan¨¢ticos bolsonaristas que se negaban a abandonar la capital como residuos inocuos que acabar¨ªan cans¨¢ndose de sus protestas y desistiendo de sus ¨ªnfulas golpistas.
Lo ocurrido este domingo en Brasilia, contra todas las previsiones y desafiando las amenazas del nuevo Gobierno, ha acabado sin embargo alarmando, ya que se desconoce a¨²n qui¨¦nes est¨¢n detr¨¢s de esos miles de bolsonaristas llegados a la capital en un centenar de autobuses, sobre todo del sur rico del pa¨ªs, costeados al parecer por empresarios a¨²n fieles a Bolsonaro provenientes del grupo conservador y fascista del agronegocio.
Es posible que el nuevo Gobierno y las buenas relaciones de Lula con los militares acaben disipando los temores y los intentos de los manifestantes que pretenden que los militares den un golpe para derribar al nuevo Gobierno progresista. Es la hip¨®tesis de los m¨¢s optimistas que ven en las manifestaciones el ¨²ltimo coletazo de los descontentos que acabar¨¢ en aguas de borraja.
Existe sin embargo latente, ya desde antes de la victoria de Lula, una sutil y peligrosa teor¨ªa acerca de las lindes entre protestas callejeras y libertad de expresi¨®n. Es el argumento al que se abrazan los militares m¨¢s simpatizantes con los bolsonaristas que alegan que el derecho a las manifestaciones, mientras no sean violentas, est¨¢ garantizado por la Constituci¨®n. Y ah¨ª reside en este momento el dif¨ªcil equilibrio entre protesta democr¨¢tica e intentos para derribar al nuevo Gobierno sancionado democr¨¢ticamente en las urnas.
De ah¨ª la importancia de c¨®mo podr¨¢n acabar los intentos de invadir el Congreso, aunque hoy vac¨ªo, y de seguir con actos de violencia f¨ªsica y de petici¨®n a las fuerzas militares para que decreten la ilegalidad de las elecciones y act¨²en contra el nuevo Gobierno. Un Gobierno al que no le prestan autoridad, pues siguen con la letan¨ªa de que las elecciones no fueron limpias y le robaron la victoria a Bolsonaro, nada m¨¢s parecido a lo que ya vimos en los Estados Unidos con la derrota de Donald Trump.
Todo ello indica que Bolsonaro sigue activo desde su exilio voluntario en Estados Unidos y desde aqu¨ª, en Brasil, a trav¨¦s de sus seguidores m¨¢s fieles, sobre todo del mundo de los empresarios que han visto con malos ojos la vuelta de Lula, al que siguen considerando como ¡°comunista¡±.
A la hora de despachar este an¨¢lisis, toda la atenci¨®n est¨¢ puesta en lo que pueden pensar y decidir los militares m¨¢s cercanos a Bolsonaro. De no haber sorpresas, la esperanza del nuevo Gobierno, dispuesto a usar la fuerza contra los golpistas, es que act¨²en con pies de plomo para que, sin tener que enfrentar a los manifestantes con la fuerza de las armas, consigan convencerles de volver a sus casas.
Todo ello para evitar un enfrentamiento violento con las fuerzas policiales que podr¨ªa empa?ar el clima de di¨¢logo y de paz pol¨ªtica y social creados por la esperanza que est¨¢ abriendo la llegada de un nuevo Gobierno del que forman parte, por primera vez, representantes de todos los estamentos del pa¨ªs, incluso los hasta ahora siempre dejados en la cuneta. Entre los 37 ministros del nuevo Gobierno de Lula figuran en efecto representantes de las categor¨ªas m¨¢s bajas de la sociedad que nunca hab¨ªan sido parte de un Gobierno nacional en el pasado.
Del resultado de la diplomacia y de la firmeza del Gobierno de Lula va a depender el que los intentos poco pac¨ªficos de los ¨²ltimos coletazos del bolsonarismo radical, que ya empiezan a extenderse de Brasilia a S?o Paulo y que podr¨ªan multiplicarse en los pr¨®ximos d¨ªas, acaben diluy¨¦ndose sin mayores consecuencias o puedan robustecerse con la anuencia de la parte de las Fuerzas Armadas que siguen, aunque en la sombras, apoyando el apetito golpista del bolsonarismo. Un bolsonarismo que no debe confundirse con la derecha que, aunque con disgusto, ha aceptado democr¨¢ticamente el resultado de las urnas.
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