Violencia machista y frivolidad
Urge mejorar la vigilancia sobre los maltratadores para rebajar de forma dr¨¢stica las cifras de asesinatos evitables
La violencia machista no da tregua. Tras un mes de diciembre negro, en el que se cometieron 12 cr¨ªmenes que elevaron el balance de 2022 a 49 mujeres asesinadas y 38 hu¨¦rfanos, en lo que llevamos de enero se han cometido ya otros cinco asesinatos. La informaci¨®n aportada por los diferentes agentes y cuerpos de seguridad en la reuni¨®n convocada por el Ministerio de Interior confirma que la mitad de las v¨ªctimas de diciembre y el 42% del conjunto de 2022 hab¨ªan presentado denuncia. Eso significa que se activaron los protocolos de protecci¨®n, pero fueron incapaces de impedir el crimen.
Esta evidencia puede tener un efecto demoledor sobre la confianza de las mujeres maltratadas a la hora de denunciar y en la capacidad de los poderes p¨²blicos para ayudarlas de forma segura. No aumenta esa necesaria confianza en las instituciones y sus responsables suscitar pol¨¦micas est¨¦riles y episodios de frivolidad como el protagonizado por la secretaria de Estado de Igualdad, ?ngela Rodr¨ªguez. Ni su cargo ni la gravedad del asunto dejan margen de maniobra para emplear un tono entre festivo y jovial al hablar de las rebajas de penas a delincuentes sexuales propiciada por la aplicaci¨®n de la ley del solo s¨ª es s¨ª. Igualmente grave es no reconocer el error y no rectificar ni pronunciar unas disculpas por su tono y sus palabras.
Pero m¨¢s all¨¢ de intervenciones desafortunadas, lo que ahora urge es reforzar la prevenci¨®n, y uno de los puntos cr¨ªticos, seg¨²n el an¨¢lisis de los casos, es la valoraci¨®n del riesgo, comenzando por el sistema VioG¨¦n. Es un algoritmo que permite automatizar la valoraci¨®n del peligro de acuerdo con la informaci¨®n que proporciona la v¨ªctima y los datos que existen sobre el agresor. Resulta una buena herramienta, mejorada en seis revisiones desde que se implant¨® en 2007, que ha permitido evaluar el riesgo de m¨¢s de 800.000 mujeres y protegerlas en la mayor¨ªa de los casos. Pero la aplicaci¨®n del algoritmo depende de la informaci¨®n que se le suministra. Y aqu¨ª hay un amplio margen de mejora, tanto en la formaci¨®n de los agentes que intervienen como en el seguimiento de los casos, teniendo en cuenta que la informaci¨®n de la v¨ªctima puede estar alterada por el estado emocional en el que se encuentra.
La experiencia demuestra que la denuncia desencadena din¨¢micas que pueden agravar el riesgo y que el momento m¨¢s peligroso es cuando el agresor tiene que asumir que ha perdido el control de la v¨ªctima. A nadie se le escapa la dificultad de abordar un problema que, por su dimensi¨®n y sus implicaciones emocionales, entra?a una gran variabilidad y complejidad. A finales de diciembre, hab¨ªa 43.670 mujeres con alg¨²n tipo de protecci¨®n; de ellas, 726 se consideraban de alto riesgo y 18, de riesgo extremo. Parece claro que para mejorar la prevenci¨®n hay que poner tambi¨¦n mayor atenci¨®n en el agresor, en su historial y su evoluci¨®n, pues el 20% de los hombres denunciados han repetido la conducta con varias parejas. En los casos graves que no se haya decretado prisi¨®n provisional, puede resultar eficaz el uso, bajo supervisi¨®n judicial, de pulseras de control telem¨¢tico, que avisan cuando el agresor se acerca a menos de 500 metros de la v¨ªctima.
Es una situaci¨®n grave en la que es preciso dejar claro a los maltratadores que los poderes p¨²blicos se van a volcar sin titubeos en la lucha contra la violencia machista, incluidas campa?as para concienciar y movilizar a la sociedad en defensa de las mujeres maltratadas, que en Espa?a tardan una media de ocho a?os en presentar denuncia.
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