Un cuento con moraleja alem¨¢n
Esquivar los problemas puede funcionar desde el punto de vista pol¨ªtico. Le sirvi¨® a Merkel, pero problablemente Rishi Sunak no vaya a tener tanta suerte
A Otto von Bismarck, canciller alem¨¢n del siglo XIX, se le atribuye la siguiente reflexi¨®n: ¡°Solo el insensato aprende de sus propios errores. El sabio aprende de los errores de los dem¨¢s¡±.
Rishi Sunak no lleva el suficiente tiempo en el cargo como para poder tildarle de insensato seg¨²n la definici¨®n de Bismarck. Pero s¨ª que podr¨ªa haber aprendido de los sucesores modernos de Bismarck. Reino Unido y Alemani...
A Otto von Bismarck, canciller alem¨¢n del siglo XIX, se le atribuye la siguiente reflexi¨®n: ¡°Solo el insensato aprende de sus propios errores. El sabio aprende de los errores de los dem¨¢s¡±.
Rishi Sunak no lleva el suficiente tiempo en el cargo como para poder tildarle de insensato seg¨²n la definici¨®n de Bismarck. Pero s¨ª que podr¨ªa haber aprendido de los sucesores modernos de Bismarck. Reino Unido y Alemania tienen problemas econ¨®micos enormemente diferentes. Alemania se hab¨ªa vuelto dependiente de industrias viejas y tecnolog¨ªa vieja. El Brexit ha exacerbado achaques econ¨®micos preexistentes en Reino Unido, como la baja productividad y la dependencia de su sector financiero de la eurozona. Lo que ambos pa¨ªses comparten es que sus modelos econ¨®micos son insostenibles y sus l¨ªderes pol¨ªticos han metido la pata.
La pol¨ªtica de Angela Merkel durante la ¨²ltima d¨¦cada es un cuento con moraleja, con lecciones para Rishi Sunak. A pesar de todo su rigor anal¨ªtico, Merkel padec¨ªa un desinter¨¦s cr¨®nico por resolver problemas. Aceptaba topes de emisiones globales u objetivos de gasto militar relacionado con la OTAN que no ten¨ªa ninguna intenci¨®n de cumplir, y tampoco los medios para ello. Las pol¨ªticas de austeridad de las sucesivas coaliciones lideradas por Merkel llevaron a un d¨¦ficit de inversi¨®n p¨²blica de medio bill¨®n de libras esterlinas (unos 564.500 millones de euros). Sus funestas consecuencias han quedado de manifiesto hace muy poco. La red de telefon¨ªa m¨®vil funciona mal en muchos lugares de Alemania, hasta el punto de que quienes visitan el pa¨ªs piensan que se les ha roto el m¨®vil. Una autopista que conecta el norte y el sur de Alemania se ha cerrado de manera permanente porque no hab¨ªa dinero para reparar un puente que presentaba problemas de seguridad. Un general de las Fuerzas Armadas ha advertido de que hay tal falta de financiaci¨®n para el Ej¨¦rcito que no estar¨ªan capacitados para luchar en una guerra que durase varias semanas. Aqu¨ª hay un patr¨®n claro.
En lo que a cortoplacismo respecta, no hay nada comparable a la decisi¨®n de Merkel de acelerar el abandono de la energ¨ªa nuclear. De puertas afuera, Alemania era una econom¨ªa de ¨¦xito durante el tiempo que ella estuvo en el cargo. Las tasas de crecimiento eran buenas y las finanzas p¨²blicas eran muy s¨®lidas. Algunos observadores extranjeros un tanto ingenuos se hallaban tan impresionados que le otorgaron el premio de l¨ªder de Occidente. No vieron lo que se coc¨ªa bajo la superficie.
Alemania se ha quedado fuera de la revoluci¨®n digital en muchos sectores. Segu¨ªa aferrada a industrias del siglo XX que depend¨ªan de gas ruso barato para mantenerse competitivas. Todav¨ªa hoy, los pol¨ªticos alemanes, da igual que sean conservadores o verdes, siguen sin cuestionar el modelo industrial de Alemania.
Hay que reconocerle a Merkel que nunca alcanz¨® las cotas de cinismo de Sunak, cuya lista de cinco cosas por hacer presentada el pasado d¨ªa 4 constaba principalmente de promesas autocumplidas. El Banco de Inglaterra ya est¨¢ prediciendo que la inflaci¨®n se desplomar¨¢ a partir de mediados de este a?o. El crecimiento econ¨®mico, claro est¨¢, volver¨¢ en alg¨²n momento. ?Alguna vez ha habido una recesi¨®n que no se acabara?
El principal problema econ¨®mico del Reino Unido que debe abordarse es el del bajo crecimiento de la productividad. El estancamiento de la productividad tiene muchos efectos domin¨®: menores beneficios para las empresas, menores salarios para los empleados, menos ingresos fiscales para la Hacienda p¨²blica y menos gasto en servicios p¨²blicos.
El Instituto Nacional de Investigaci¨®n Econ¨®mica y Social comparaba el crecimiento medio de la econom¨ªa del Reino Unido del 2,3% en el per¨ªodo 1974-2008 con el crecimiento de la productividad de apenas el 0,5% entre 2008 y 2020.
El Brexit no es la causa de la ca¨ªda de la productividad del Reino Unido. Como muestran los datos citados en el p¨¢rrafo anterior, el declive se inici¨® en torno a la ¨¦poca de la crisis financiera global. Fue entonces cuando el modelo econ¨®mico del Reino Unido de filtraci¨®n de la riqueza hacia abajo dej¨® de filtrar.
Una forma de elevar el crecimiento de la productividad es a trav¨¦s de una mayor inversi¨®n p¨²blica. La Ley de Reducci¨®n de la Inflaci¨®n del presidente Joe Biden, pese a su enga?oso nombre, muestra c¨®mo se puede hacer. La ley estadounidense pretende atraer a empresas extranjeras a trav¨¦s de subvenciones en sectores cualificados como la energ¨ªa limpia y los productos farmac¨¦uticos de bajo coste. Liberado de las ataduras de la pol¨ªtica de competencia europea, el Reino Unido podr¨ªa haber ofrecido incentivos similares a fabricantes europeos. Esto incluso podr¨ªa haber constituido el comienzo de una estrategia econ¨®mica posterior al Brexit.
Se podr¨ªan financiar las inversiones en infraestructuras y los subsidios mediante un instrumento extrapresupuestario. Estas inversiones, a diferencia de las rebajas fiscales de Liz Truss, tendr¨ªan alguna oportunidad de elevar el crecimiento de la productividad. Incluso un peque?o incremento de la productividad surtir¨ªa un efecto desproporcionadamente grande en la capacidad de endeudarse del Gobierno. El problema no es la deuda, sino qu¨¦ se hace con el dinero que se toma prestado.
Desgraciadamente, ninguno de los tres primeros ministros desde que se produjo el Brexit parec¨ªa interesado. El deseo de Boris Johnson de hacer que funcionase el Brexit nunca fue igualado por su empe?o en conseguir que se completase. Truss cometi¨® el tr¨¢gico error de arrancar su programa con recortes de impuestos. Sunak no tiene ning¨²n plan en absoluto. Tampoco el Partido Laborista presta atenci¨®n a la productividad. La gran idea de sir Keir Starmer es una combinaci¨®n de disciplina fiscal y traspasos de funciones administrativas. Todo eso est¨¢ muy bien, pero no es la respuesta ante una crisis de inversiones y de productividad. Si se somete a la econom¨ªa del Reino Unido en su estado actual a un traspaso de funciones, lo ¨²nico que ocurrir¨¢ es que los servicios estatales escasos de financiaci¨®n pasar¨¢n a ser servicios locales escasos de financiaci¨®n.
Esquivar los problemas puede funcionar desde el punto de vista pol¨ªtico. Le sirvi¨® a Merkel, que estuvo en el cargo cuatro legislaturas seguidas. Pero es una falacia l¨®gica pensar que lo contrario tambi¨¦n es cierto en general. Dejar de resolver problemas no sirve para ganar elecciones, sobre todo cuando esa negativa te estalla en la cara mientras sigues en el cargo.
No creo que Sunak vaya a tener tanta suerte como Merkel. La crisis de productividad del Reino Unido ya lleva instalada 15 a?os. La combinaci¨®n de Brexit y crisis econ¨®micas en serie de esta d¨¦cada indican que el mejor momento para abordar la crisis de productividad es ahora.
Lo que hemos aprendido de los discursos de Sunak y del l¨ªder laborista Starmer los ¨²ltimos d¨ªas es que eso no va a suceder. Como escribi¨® el fil¨®sofo alem¨¢n Georg Wilhelm Friedrich Hegel: ¡°La historia nos ense?a que nadie aprende de la historia¡±.