Mirar a trav¨¦s del ondear de las banderas
La visita de Scholz a Washington evidencia la complejidad de una ¨¦poca pol¨ªtica marcada por desaf¨ªos extraordinarios y ¨¢goras digitales problem¨¢ticas
La visita del canciller alem¨¢n, Olaf Scholz, al presidente de Estados Unidos, Joe Biden, en medio de la terrible guerra de Ucrania y de una gran reconfiguraci¨®n pol¨ªtica, econ¨®mica, tecnol¨®gica y social del mundo propicia muchas reflexiones. Entre tantas, tambi¨¦n una acerca de la creciente dificultad de ponderar adecuadamente el peso de los diferentes elementos en la ecuaci¨®n cada vez m¨¢s compleja y polarizada que es nuestra ¨¦poca pol¨ªtica. Todas tienen esos rasgos, pero probablemente esta m¨¢s que otras, por la acumulaci¨®n de desaf¨ªos extraordinarios y la afirmaci¨®n de unas ¨¢goras digitales muy problem¨¢ticas. Veamos, desde una ¨®ptica europea.
La Uni¨®n Europea, en la que Alemania es la principal potencia, ha respondido con gran unidad y agilidad a la invasi¨®n de Ucrania por parte de las fuerzas rusas, convirti¨¦ndose de la noche a la ma?ana en un financiador de armamento para un pa¨ªs tercero, implementando una decena de fuertes paquetes de sanciones contra Mosc¨², sorteando con habilidad los peligros de su dependencia de los hidrocarburos rusos y acogiendo con generosidad y eficiencia a los refugiados ucranios.
Pero, sin EEUU, lo m¨¢s probable es que Putin habr¨ªa sometido hace tiempo a Kiev; en la gran mesa geopol¨ªtica internacional, la UE no tiene asiento; perdimos la carrera digital, estamos perdiendo la de nuevas tecnolog¨ªas y seguimos lejos de conseguir una posici¨®n com¨²n para gestionar de manera realmente eficaz la relaci¨®n con Washington o con Pek¨ªn, como precisamente denotan sendas visitas recientes de Scholz a ambas capitales.
Alemania ha cometido graves errores en lo que va de siglo, no solo infligiendo desacertadas pol¨ªticas de austeridad con dram¨¢ticas consecuencias sobre decenas de millones de europeos sino tambi¨¦n cultivando una equivocada relaci¨®n con Rusia. Su autodenominado ¡®cambio de ¨¦poca¡¯ hacia un mayor protagonismo militar procede lento, sin que se haya desembolsado todav¨ªa ni un solo euro de los 100.000 millones del fondo extra anunciado por Scholz. Sus ingentes ayudas de Estado desde una posici¨®n dominante en el mercado com¨²n en estos tiempos de crisis rozan el abuso.
Pero Berl¨ªn desactiv¨® una aut¨¦ntica bomba pol¨ªtica paneuropea abriendo las puertas a un mill¨®n de sirios, ha sido durante d¨¦cadas contribuyente neto en la UE sosteniendo ayudas muy beneficiosas para muchos, ha rectificado errores pasados aceptando la emisi¨®n de deuda com¨²n para sufragar los fondos de la pandemia, y ha dado un salto enorme desde sus posiciones pacifistas para convertirse en un consistente suministrador de armas a Ucrania, comprometiendo ayuda militar a Kiev por un valor m¨¢s de tres veces superior al de Francia.
La subsistencia de elementos que pesan en diferentes platos de la balanza es consustancial a la pol¨ªtica. Lo nuevo es la formidable secuencia de desaf¨ªos -como la crisis financiera, la pandemia, el cambio clim¨¢tico, la guerra abierta de una gran potencia nuclear- que hace especialmente complejos y sensibles esos elementos hoy; y la paralela conformaci¨®n de un ¨¢gora digital que exacerba todo -facilitando la difusi¨®n de noticias falsas, de odio que a menudo acaba inhibiendo la expresi¨®n del pensamiento independiente, o el fortalecimiento de parroquias de cortas miras, del cierre de filas tribal-.
La extrema polarizaci¨®n prima lealtad y simplismo, cuando los tiempos requieren m¨¢s que nunca esp¨ªritu cr¨ªtico y matices. La honrada yuxtaposici¨®n de argumentos no significa una est¨¦ril equidistancia: es la condici¨®n necesaria para llegar a conclusiones s¨®lidas y constructivas.
La integraci¨®n europea construida durante d¨¦cadas -y bien espoleada en los ¨²ltimos a?os- ha permitido una respuesta mucho mejor a las crisis de la pandemia y de la invasi¨®n rusa de la que habr¨ªa sido posible con un proyecto com¨²n deshilachado como el que desean los euroesc¨¦pticos. El claro tono de protecci¨®n social de su acci¨®n ha permitido limitar el sufrimiento ciudadano y mantener una cohesi¨®n entre pa¨ªses. Los pasos dados hacia una mayor uni¨®n son prometedores. Pero muchos son los l¨ªmites y errores para corregir. Evitemos que, en tiempos de guerras, crisis, furia y bandos, las banderas que ondean desti?an, soltando una capa de color que resta a los contrapuntos -imprescindibles para progresar- la claridad del negro sobre blanco.
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