La gran noche de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar
El expresidente recit¨® dos versos de Manuel Machado y remat¨® proclamando: ¡°Ni me voy a jubilar, ni me voy a callar¡±
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Los vimos entrar entre las ocho y las nueve de la noche. La mayor¨ªa pol¨ªticos, algunos empresarios. Los vimos porque, como en la boda de su hija hace veinte a?os, la celebraci¨®n privada hab¨ªa adquirido tambi¨¦n una dimensi¨®n p¨²blica. Es verdad que la exalcaldesa Ana Botella quer¨ªa que la fiesta de cumplea?os de su marido fuese sorpresa, y no nos habr¨ªamos enterado, pero eran muchos nombres de post¨ªn, circul¨® parte de la lista de 200 invitados y el pasado s¨¢bado fot¨®grafos y cronistas esperaron ante una puerta lateral del Teatro Real. Era la Villa y corte, aunque esta vez no se escenificar¨ªa una boda real como entonces. Tocaba el reconocimiento del lugar patriarcal que el expresidente Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar ocupa en el n¨²cleo de poder de la derecha espa?ola. El reconocimiento de los suyos y su asunci¨®n de ese papel. Estaban la familia y los amigos y, entre corbatas y elegantes vestidos de color malva, el rencuentro de una elite madura que compart¨ªa la cena con los herederos que han designado y tutelan. No estuvieron Rajoy ni Casado. S¨ª Almeida y Ayuso, que lleg¨® con Miguel ?ngel Rodr¨ªguez.
Es verdad que algunos han ca¨ªdo por el camino, defenestrados o condenados, pero su c¨ªrculo m¨¢s pr¨®ximo lo acompa?aba esa noche en uno de los espacios del Real donde se organizan eventos. Es demag¨®gico caracterizarlos como una casta. No es eso y adem¨¢s es una simplificaci¨®n populista que impide comprender cu¨¢l ha sido y es su importancia y su influencia. Estaban los que deb¨ªan estar para exhibirse como una clase dirigente que se reconoce como tal. Esta clase dirigente aznarismo, que se compact¨® entorno a ¨¦l durante los a?os en la Presidencia del Gobierno, ha sido la m¨¢s relevante en la Espa?a del siglo XXI. Triunfaron. Ten¨ªan, por fin, un partido moderno, una cultura pol¨ªtica refundada, un modelo de sociedad. Ten¨ªan una idea de Espa?a, y del lugar de Espa?a en el mundo, que quisieron hacer hegem¨®nica, y en buena medida lo lograron. Ten¨ªan un proyecto de desarrollo ambicioso que, tras el ciclo de las privatizaciones, consigui¨® muchos de sus objetivos: la clave era la concentraci¨®n de poder en Madrid, m¨¢s all¨¢ del poder institucional tradicional, y el impulso desde la capital de una expansi¨®n econ¨®mica a escala internacional, en especial en Am¨¦rica Latina, sincronizada con la din¨¢mica de la globalizaci¨®n neoliberal.
En la mejor cr¨®nica de la fiesta que he le¨ªdo, por supuesto la de El Espa?ol, se dice que los invitados llevaban los regalos en bolsas de Hermes o Fulham. Son formas de capital social. De la conciencia compartida de saber que no solo importa lo que sabes sino tambi¨¦n a quien conoces. Esa noche pod¨ªa traer los regalos el presidente de Endesa o de Repsol, el director ejecutivo de una de las principales empresas del magnate Murdoch o el exsecretario del Tesoro de Estados Unidos o el expresidente de M¨¦xico o el de Colombia.
A la hora de los discursos el primero que tom¨® la palabra fue el exministro ?ngel Acebes, miembro del consejo de administraci¨®n de Iberdrola. Sigui¨® un amigo de siempre, Juan Hoyos Mart¨ªnez de Irujo, consejero independiente de Ferrovial. Seg¨²n Pedro J. Ram¨ªrez, que estaba all¨ª, Aznar habl¨® poco y cito dos versos de un soneto de Manuel Machado. No el primero del terceto final (¡°Basta que ya en tu escudo Espa?a lea¡±), pero s¨ª los endecas¨ªlabos siguientes: ¡°no sabe del amor quien no delira¡±, ¡°ni sabe del vivir quien no pelea¡±. Uno dedicado a su esposa y el segundo, que cierra el poema, como un autorretrato. No es f¨¢cil identificar el poema. Se public¨® por vez primera en marzo de 1942 en la principal plataforma intelectual de Falange: la revista Escorial. Tard¨® d¨¦cadas en recopilarse en libro. Era uno de los tres que un grupo de amigos dedicaban al director de la revista ¨DDionisio Ridruejo¨D porque hab¨ªa tomado la decisi¨®n heroica, cual Garcilaso, poeta y soldado, de enrolarse con la Divisi¨®n Azul para luchar con el ej¨¦rcito nazi en el frente ruso. Aznar recit¨® esos dos versos, defendi¨® la continuidad hist¨®rica de la naci¨®n, la libertad y remat¨® proclamando que ¡°ni me voy a jubilar, ni me voy a callar¡±.
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