Corrupciones

Durante los ¨²ltimos d¨ªas hemos disfrutado de un muestrario muy ilustrativo de las diversas maneras de vivir la corrupci¨®n. Existe una corrupci¨®n cutre, un modo de dejarse comprar con putas, fiestas y propinas. Es el malandar del pol¨ªtico hortera que cae en las manos y en las fotograf¨ªas de gente m¨¢s sucia que ¨¦l. Los billetes y las palabras huelen mal, provocan una barriga sudorosa y una cara pringada. Aunque se considera un cacique, es el tonto de la pandilla. Y tontos sin un pellizco de verg¨¹enza hay en todas las familias. En el mejor de los casos, su propio partido los expulsa, se averg¨¹enza de ellos. Los da?os son as¨ª para el partido, no para la sociedad.

Luego est¨¢ el corrupto pijo, el modo elegante de entender la pol¨ªtica como una asociaci¨®n para el robo organizado en convivencia con las grandes fortunas, las obras p¨²blicas, los recibos de la luz, los barcos de lujo y las concesiones de alta gama. Su poder es tan alto que borra las fronteras entre la pol¨ªtica y los delitos. Para evitar cualquier esc¨¢ndalo, en vez de denunciar, el partido se comporta como un compinche m¨¢s, utiliza lo que est¨¢ a su alcance para borrar pruebas y mantener el silencio. Esta corrupci¨®n trajeada hace mucho da?o al Estado, convierte incluso a sus propios poderes, la polic¨ªa, los jueces, los gobernantes, en ¨¢mbitos m¨¢s negros que la delincuencia popular.

Y luego est¨¢ la corrupci¨®n legalizada. Hubo una ¨¦poca, no se olvide, en la que tener esclavos era legal. La sociedad conviv¨ªa con las canalladas como algo propio de un orden establecido y envidiable. Espero que un d¨ªa el comportamiento de Ferrovial provoque tanta verg¨¹enza p¨²blica como el esclavismo. Los beneficios sin escr¨²pulos, la falta de l¨ªmites para acordar favores¡­ y luego escaparse al quinto pino como un forajido insaciable para no corresponder al amor de la patria¡­ ?Esto puede ser legal?