Pristina y Belgrado acuerdan empezar a entenderse
Para lograr la implementaci¨®n de los acuerdos entre Kosovo y Serbia, ser¨¢ imprescindible que la Uni¨®n Europea permita avanzar en el proceso de ampliaci¨®n
Hace poco m¨¢s de un mes Kosovo celebraba los 15 a?os de su declaraci¨®n de independencia. Hab¨ªan transcurrido entonces nueve a?os desde el final de una guerra en la que perdieron la vida m¨¢s de 13.000 personas y que finaliz¨® tras los bombardeos de la OTAN sobre Serbia. Desde ese mes de febrero de 2008 y hasta ahora el principal objetivo de las autoridades de Pristina ha sido conseguir su reconocimiento como Estado, un reconocimiento que le permitir¨ªa, en primer lugar, alcanzar un asiento en Naciones Unidas, pero tambi¨¦n comenzar su camino de integraci¨®n hacia la Uni¨®n Europea y la OTAN. No est¨¢ siendo un camino f¨¢cil ya que, si bien por el momento, 117 Estados lo han reconocido, otros como Rusia, China, Ucrania y cinco miembros de la UE (Chipre, Rumania, Grecia, Eslovaquia y Espa?a) se han resistido a reconocer su estatalidad. Pero, sin duda, el principal obst¨¢culo siempre ha sido la ausencia de entendimiento con Serbia que siempre ha mantenido que el territorio de Kosovo, en t¨¦rminos legales, nunca ha dejado de ser territorio soberano de Serbia.
Desde 2011 Bruselas ha intentado desencallar esta situaci¨®n. De este modo se lanz¨® el Di¨¢logo Belgrado-Pristina con la idea de intentar abordar desde un proceso negociador de largo alcance una situaci¨®n que es, a todas luces, extremadamente inc¨®moda para la UE. En este marco se han abordado, primero cuestiones t¨¦cnicas, pero tambi¨¦n ha contado con la involucraci¨®n de los principales l¨ªderes pol¨ªticos de ambas partes a lo largo de los a?os. El avance fue lento y complicado. Uno de sus principales hitos fue el denominado Acuerdo de Bruselas firmado en 2013 por el que se preve¨ªa el establecimiento de una Asociaci¨®n de Municipios de mayor¨ªa serbia en Kosovo y que se completar¨ªa en 2015 con el acuerdo para determinar qu¨¦ competencias tendr¨ªa una vez constituido. Sin embargo, pr¨¢cticamente todo lo acordado fue declarado inconstitucional por los tribunales kosovares que alegaron que con ello se permit¨ªa a Serbia una injerencia innecesaria en Kosovo. Por su parte, el Gobierno de Belgrado siempre ha intentado jugar a la carta de la ambig¨¹edad estudiada, por un lado, negociando y exigiendo protecci¨®n para sus minor¨ªas, por otro, sosteniendo ante su opini¨®n p¨²blica que jam¨¢s reconocer¨ªa la estatalidad de Kosovo, incluso con reforma constitucional mediante.
Durante todo este tiempo, sin embargo, la UE ha permanecido impasible y enervada a un tiempo, ante la divagaci¨®n constante en la que tanto Pristina como Belgrado se han enredado y que, hasta fechas recientes, parec¨ªa que no llegaba a resultados concretos. Y as¨ª ha sido hasta que con la llegada de la nueva Comisi¨®n de Ursula von der Leyen se quiso avanzar en la Europa geopol¨ªtica, comenzando, tal y como afirm¨® el Alto Representante Josep Borrell, por los Balcanes occidentales. Pero no ha sido hasta que el estallido de la guerra en Ucrania ha hecho tomar conciencia plena a la UE de la necesidad imperiosa de dar respuestas a conflictos enquistados, especialmente aquellos situados sus fronteras inmediatas y para desempolvar el proceso de ampliaci¨®n.
Y es en este contexto en el que hay que analizar lo acontecido entre Pristina y Belgrado durante el ¨²ltimo mes. Primero, con la aceptaci¨®n por ambas partes del acuerdo propuesto por Alemania y Francia, segundo con el acuerdo verbal por el que se establece una hoja de ruta de la normalizaci¨®n de las relaciones entre ambas partes. De este modo se reconocen s¨ªmbolos y documentos, la autogesti¨®n de la comunidad serbia de Kosovo y el estatus especial de la iglesia de Serbia, pero tambi¨¦n las partes se comprometen a no obstaculizar los procesos de membres¨ªa a organizaciones internacionales ni a la adhesi¨®n europea, as¨ª como la resoluci¨®n pac¨ªfica de los conflictos. En definitiva, se tratar¨ªa de preparar el camino para alcanzar un acuerdo legalmente vinculante entre las partes o lo que es lo mismo, el reconocimiento de Kosovo, al tiempo que tambi¨¦n se lanza un globo sonda de cara a las respectivas opiniones p¨²blicas.
En todo caso, es dif¨ªcil ser optimista ante un acuerdo no-acuerdo ya que no ha sido firmado y en el que, una vez m¨¢s, se observan maniobras de dilaci¨®n y de distracci¨®n por ambas partes. Veremos si se consigue alcanzar el triple objetivo pretendido por Bruselas, adem¨¢s del de no tener distracciones adicionales a la guerra en Ucrania. En primer lugar, como herramienta de construcci¨®n de paz entre las partes. En segundo lugar, para dar estabilidad a la regi¨®n. Y en tercer lugar, para mejorar la percepci¨®n de presencia de la UE en la zona. Pero para ello, lo primero es conseguir la implementaci¨®n efectiva de los compromisos adquiridos. Y para ello har¨¢ falta mucho m¨¢s que buenas intenciones. Tambi¨¦n ser¨¢ imprescindible que la UE cumpla sus promesas y permita avanzar en el proceso de ampliaci¨®n, lo que le permitir¨ªa ganar una mayor credibilidad en la regi¨®n y entre sus ciudadanos.
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