Tamames, el tiempo y el tocho de la censura
S¨¢nchez, consciente de que esa moci¨®n no iba con ¨¦l, sino contra Feij¨®o, habl¨® como si aquello fuera el ingreso de Espa?a en la UE aunque, en realidad, el presidente dijo pocas cosas
A las cuatro horas de debate, cuando el d¨ªa ya se hab¨ªa puesto en Madrid de primavera y se llenaban las terrazas, a Ram¨®n Tamames se le hizo larga la ma?ana que hab¨ªa ido a echar al Congreso. En mitad de un discurso que Pedro S¨¢nchez alargaba y alargaba, Tamames alz¨® la mano y pidi¨® la vez: ¡°Ha venido usted con un tocho de 20 folios¡±, le dijo al presidente del Gobierno el candidato que hab¨ªa llevado uno de 33. No sab¨ªa a¨²n que S¨¢nchez apenas estaba empezando y hab¨ªa decidido sepultar en folios la moci¨®n. Era un final con sentido, al cabo: si todo estaba escrito de antemano, lo m¨¢s l¨®gico es que al debate le sobrasen los papeles. Y, sin embargo, fue en ese arrebato de Tamames, en ese instante fugaz, en que vimos las cosas sin guion y de verdad: vimos al Tamames aut¨¦ntico, enfadado no s¨®lo porque alguien fuera a hablar m¨¢s que ¨¦l, sino porque alguien se hubiera tomado la moci¨®n en serio. Pero hombre, pareci¨® que le reprochara a S¨¢nchez: pero c¨®mo vas a hablar tanto si aqu¨ª hemos venido a lo que hemos venido.
S¨¢nchez, consciente de que esa moci¨®n no iba con ¨¦l, sino contra Alberto N¨²?ez Feij¨®o, habl¨® como si aquello fuera el ingreso de Espa?a en la Uni¨®n Europea aunque, en realidad, el presidente dijo pocas cosas. Si acaso, aludi¨® al glutamato y reproch¨® a Tamames que buscara los focos de la gloria de la mano de los que llam¨® herederos de Blas Pi?ar. Para entonces, el candidato ya ni tomaba notas, perdido entre las palabras de S¨¢nchez, que sacaba rankings y se refer¨ªa a organismos internacionales y a cifras que, si no ten¨ªa a mano, acud¨ªa al m¨®vil a buscar.
En el fondo, S¨¢nchez intentaba atrapar el tiempo y detenerlo, como los novios que se quieren en su luna de miel, porque sab¨ªa que eso era lo contrario de lo que procuraba Feij¨®o, resuelto a que la censura pasara cuanto antes. A que no pasara. Eso tambi¨¦n tuvo sentido: que Tamames mirase algunas veces su reloj, porque la pol¨ªtica se va a jugar en el tiempo: el que duraron los discursos y el debate, el que falta para las municipales y el que le quede a la legislatura. Lo sabe Feij¨®o, que se alej¨® del Congreso igual que hizo Mariano Rajoy en su censura, y lo sabe Isabel D¨ªaz Ayuso, que fue a llenar el silencio del l¨ªder nacional de su partido para recordarle que a una moci¨®n as¨ª no le cab¨ªa otra cosa m¨¢s que el voto en contra.
Total, que Tamames no sab¨ªa d¨®nde mirar mientras S¨¢nchez hablaba sin fin, que esa moci¨®n a ¨¦l se la hab¨ªan puesto y cuanto m¨¢s hablara m¨¢s alargaba los d¨ªas y los meses. Que era el d¨ªa internacional de la poes¨ªa, y pocas veces sucede que a uno se le pongan a hacer rimas con los tochos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.