Pasarse con la dosis
Hasta ahora la ciudad levantada en obras era la peor afrenta de Colau a sus vecinos, pero el hecho de que algunos de sus proyectos de reforma cuentan con apoyo o vayan a lucir bien al terminarse exige a los rivales un aumento de carga explosiva en la cr¨ªtica
Pronto ser¨¢n las elecciones municipales en toda Espa?a y cada vecino habr¨¢ notado las prisas por acabar obras, los cantos de seducci¨®n, los esc¨¢ndalos reales o fingidos que siempre acompa?an a los procesos electorales. Convertidas cada vez m¨¢s en un ejercicio de prestidigitaci¨®n, las estrategias pol¨ªticas hacen aparecer y desaparecer ante los ojos asombrados de los votantes todo tipo de objetos y fantas¨ªas. Pero sin duda, uno de los m¨¢s llamativos es el empe?o por destronar a Ada Colau como alcaldesa de Barcelona utilizando atajos. El fuego perpetuo de una gran parte de la prensa ha llevado a verdaderos excesos. Se personaliza en ella cualquier queja, se engrandece todo desm¨¢n que una ciudad grande siempre padece. Si uno no paseara de tanto en tanto por esas calles llegar¨ªa a creer que asomarse a ellas es algo as¨ª como ser lanzado en paraca¨ªdas a una favela suburbial. Ha sido habitual en todo su mandato que se le presenten demandas desde asociaciones turbias con nombres de apariencia bondadosa y fondos buitres atizan su equipo jur¨ªdico contra ella, lo que para muchos es una condecoraci¨®n para un pol¨ªtico en activo. Defender a la poblaci¨®n contra los depredadores podr¨ªa considerarse una de las mejores razones para dedicarse a la pol¨ªtica activa.
Nadie duda de que Ada Colau ha cometido errores. Tantos como quepan en sus dos ejercicios en el poder. Pero desde el primer d¨ªa, cuando ni siquiera la invitaban a salir en medios, supo explotar su disidencia. Algunos gestos han sido para la galer¨ªa, con lecturas de la pol¨ªtica internacional o institucional innecesarias. Sin embargo, la semana pasada se pudo asistir a otro de esos espect¨¢culos del exceso. Fue el propio Ayuntamiento de Barcelona el que tuvo que denunciar ante la Fiscal¨ªa a un guardia civil y un polic¨ªa nacional por difundir en redes sociales la noticia falsa de que la propia alcaldesa Colau hab¨ªa permitido empadronarse a 1.600 magreb¨ªes en un solo piso para que cobren ayudas sociales a cambio de sus votos. La supuesta noticia corri¨® por todos los orificios de nuestro gruy¨¨re convivencial, pese a que ya de salida presentaba un tufo a fabricaci¨®n. Lo que no evit¨® que fuera compartida por personas destacadas y muchos de ellos con responsabilidades p¨²blicas. Por lo que se ha comprobado, en el piso estaban empadronados cinco ciudadanos, pero se trataba de seguir expandiendo una idea que toma fuerza cada vez que se aproximan elecciones. Relacionar inmigraci¨®n ilegal con una fuerza pol¨ªtica concreta es tosco pero rentable.
Agitar fantasmas como el censo fraudulento, muy de pueblines con cacique al mando, no parece demasiado cabal en Barcelona, un n¨²cleo tan poblado y variado que para manipularlo requiere de mucha pericia y no poco ingenio. Hasta ahora la ciudad levantada en obras era la peor afrenta de Colau a sus vecinos, pero el hecho de que algunos de sus proyectos de reforma cuentan con apoyo o vayan a lucir bien al terminarse exige a los rivales un aumento de carga explosiva en la cr¨ªtica. Nadie en Espa?a ser¨ªa capaz de encargar un informe como el que los brit¨¢nicos han llevado a cabo dentro de Scotland Yard para enfrentarse a los elementos xen¨®fobos dentro de la instituci¨®n. Nosotros nos conformamos con intuiciones y el tenaz esfuerzo de algunos por hacerse notar. Si Colau merece perder el bast¨®n de mando convendr¨ªa que fuera en justa lid. No se pasen con la dosis.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.