M¨¢talo, m¨¢talo
El problema de las discusiones con uno mismo es que las gana el que las pierde, y viceversa, porque quien lleva y quien no lleva la raz¨®n son la misma persona
Me debato entre matar a un gilipollas o dejarlo vivo. Hablo en t¨¦rminos imaginarios, claro, porque el crimen, a este lado de la realidad, conlleva penas de prisi¨®n dur¨ªsimas. El problema de las discusiones con uno mismo es que las gana el que las pierde, y viceversa, porque quien lleva y quien no lleva la raz¨®n son la misma persona. En cualquier caso, mato siempre a distancia, con enfermedades que provoco con el pensamiento. Ya s¨¦ que el pensamiento m¨¢gico no funciona, tampoco estoy tan mal, pero yo me hago la ilusi¨®n de que s¨ª, de modo que, aunque el muerto siga vivo, para m¨ª es un difunto. En el caso que ahora me ocupa, los argumentos a favor de la pena capital est¨¢n bien, pero los expreso de un modo algo vehemente que les resta valor, mientras que los que aporto a favor del reo poseen un car¨¢cter de apariencia m¨¢s objetiva porque incluyen consideraciones de orden t¨¦cnico de las que carecen los primeros.
Me cuesta tomar una decisi¨®n satisfactoria, en fin.
En esto, como si al conflicto le faltara algo, se me aparecen mi padre y mi madre, ambos fallecidos, manteniendo posiciones contradictorias. Mi padre, que es muy del sistema, pone sobre la mesa la cantidad de literatura jur¨ªdica que juega a favor del gilipollas, mientras que mi madre, m¨¢s resolutiva, m¨¢s madre que mi padre, como es l¨®gico, se limita a repetir:
¡ªM¨¢talo, m¨¢talo.
Finalmente, por razones que no vienen al caso y cuya enumeraci¨®n no cabe aqu¨ª, finjo rendirme a la autoridad de mi padre y digo con la boca que vale, que le perdono, aunque lo mato mentalmente. Pocos d¨ªas despu¨¦s, a trav¨¦s de unas personas que lo conocen, me entero de que acaban de diagnosticarle una enfermedad terminal muy dolorosa. Significa que el pensamiento m¨¢gico funciona de forma intermitente, ahora s¨ª, ahora no. Util¨ªcenlo ustedes con cordura, con racionalidad.
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