El mundo desde la periferia
Hay asuntos que para los gobiernos occidentales constituyen una prioridad, como lo es en este momento la guerra en Ucrania, que no se perciben del mismo modo por China, India o Indonesia
Hace poco un buen amigo estadounidense me contaba c¨®mo lleg¨® con el ej¨¦rcito de su pa¨ªs a Irak con la genuina convicci¨®n y loable intenci¨®n de llevar la democracia a los iraqu¨ªes. Cu¨¢l no fue su sorpresa al darse cuenta de que no todos los iraqu¨ªes ve¨ªan con buenos ojos su labor. Una de las razones por las que las visitas de Estado a otros continentes, como las que han ...
Hace poco un buen amigo estadounidense me contaba c¨®mo lleg¨® con el ej¨¦rcito de su pa¨ªs a Irak con la genuina convicci¨®n y loable intenci¨®n de llevar la democracia a los iraqu¨ªes. Cu¨¢l no fue su sorpresa al darse cuenta de que no todos los iraqu¨ªes ve¨ªan con buenos ojos su labor. Una de las razones por las que las visitas de Estado a otros continentes, como las que han realizado recientemente Pedro S¨¢nchez, Emmanuel Macron y Ursula von der Leyen a China, resultan positivas es que el debate p¨²blico se sustrae, aunque sea brevemente, de las preocupaciones geogr¨¢fica y culturalmente m¨¢s inmediatas para alzar la mirada y recordar que el mundo desde Oriente, en este caso, no se ve igual que desde Occidente. Que hay asuntos que para los gobiernos occidentales constituyen una prioridad y se presentan al mundo como tales ¡ªsin ir m¨¢s lejos, la guerra en Ucrania¡ª que no se perciben del mismo modo por los Gobiernos chino, indio o indonesio. Que, siguiendo con el ejemplo, aquello que parece evidente para los ciudadanos de Occidente, como la condena sin paliativos de la invasi¨®n rusa y la defensa incondicional de las fuerzas ucranias, no lo es para millones de ciudadanos del mundo que no ven la diferencia entre el imperialismo ruso en Ucrania y el estadounidense en Oriente Pr¨®ximo, pero s¨ª perciben el impacto del conflicto en el precio de la energ¨ªa o de los cereales, raz¨®n por la cual muchos apoyan la neutralidad o, incluso, la colaboraci¨®n de sus Gobiernos con Rusia.
Es conocida la teor¨ªa del centro-periferia desarrollada originalmente por el economista argentino Ra¨²l Pr¨¦bisch en los a?os 50 y sometida a numerosas revisiones desde entonces. Algunos dir¨¢n que la idea de un mundo dividido entre un n¨²cleo de pa¨ªses industrializados, compuesto esencialmente por Europa y Estados Unidos, junto con Jap¨®n, Corea y Australia, y una periferia compuesta por el resto de pa¨ªses, dedicados a suministrar materias primas a los primeros y en creciente desventaja respecto de ellos, ha quedado desfasada o que incluso nunca estuvo en vigor. Sin embargo, m¨¢s all¨¢ del debate acad¨¦mico sobre la teor¨ªa de Pr¨¦bisch, cabe decir que, en el imaginario de la periferia, contin¨²a asentada la idea de que existe un centro que trata de marcar el paso al resto a partir de sus prioridades y de c¨®mo entiende el mundo en cada momento. Si bien, como idea, esta no es ajena a numerosos intelectuales cr¨ªticos en Occidente, sus consecuencias resultan inevitablemente m¨¢s palpables, m¨¢s reales, para quienes las experimentan desde la periferia ¡ªhablemos de ?frica, Am¨¦rica Latina o Asia¡ª.
No se trata aqu¨ª de relativizar o simplificar la realidad global, sino de recordar, una vez m¨¢s que, para asimilar su complejidad es recomendable, en lo posible, colocarse en distintos puntos geogr¨¢ficos y entornos culturales a la vez. Pues lo mismo que sucede en el centro sucede en la periferia: las preocupaciones y las prioridades de sus gobiernos y sus ciudadanos se circunscriben en primera instancia a su entorno geogr¨¢fico y cultural inmediato. Aquellos que observan el mundo y experimentan sus din¨¢micas desde la susodicha periferia, tienen, al menos, la ventaja hist¨®rica y epistemol¨®gica de poseer una doble perspectiva, esto es, est¨¢n familiarizados tanto con la mirada hegem¨®nica occidental como con la o las visiones perif¨¦ricas. A la inversa, no necesariamente sucede lo mismo.
Pese a que se escucha cada vez m¨¢s que el orden mundial est¨¢ mutando r¨¢pidamente, en numerosos foros occidentales tiende a asumirse t¨¢citamente que la perspectiva del centro sigue prevaleciendo. Es posible que, desde la propia periferia o periferias, cueste desmontar un esquema mental que ha operado a lo largo de los dos ¨²ltimos siglos y que inevitablemente ha condicionado la percepci¨®n que tienen los pa¨ªses perif¨¦ricos de s¨ª mismos. Pero es claro que, de un tiempo a esta parte, potencias emergentes como la India y no digamos China, aspiran a ocupar un lugar cada vez m¨¢s prominente, no solamente en t¨¦rminos econ¨®micos y geopol¨ªticos, sino tambi¨¦n simb¨®licos, en el imaginario global. En el caso de China, hace tiempo que se trabaja en la consolidaci¨®n de una identidad nacional fuerte que reivindica, entre otros, el car¨¢cter milenario de su civilizaci¨®n. Algo similar est¨¢ sucediendo en la India con la civilizaci¨®n hind¨², cuyas aportaciones a los distintos ¨¢mbitos de la actividad humana se presentan al mundo con creciente orgullo y convicci¨®n, como en su momento lo hicieron los brit¨¢nicos y, en general, los europeos con las suyas. Convendr¨ªa prestar atenci¨®n a estas narrativas emergentes y las sinergias que puedan surgir entre ellas. Si los intentos por parte de la periferia de que trasciendan narrativas globales alternativas a las del centro no son nuevos ¨Cpensemos en el movimiento de los no alineados durante la Guerra Fr¨ªa¨C quiz¨¢ la coyuntura actual, en la que China busca jugar un papel mediador en el conflicto entre Rusia y Ucrania, prioridad absoluta de Occidente, y la India preside este a?o el G-20, sea inusualmente propicia para ello.