Frenar el desarrollo de la inteligencia artificial no es ¨²til ni realista
Dejar de investigar e invertir en IA tambi¨¦n conlleva un dilema moral en cuanto a la soluci¨®n de multitud de penalidades que arrastra la humanidad
Estaba escribiendo un hilo en Twitter para expresar mis reflexiones sobre practicar una moratoria en el desarrollo de la inteligencia artificial, s¨ªmbolo de c¨®mo ha cambiado ya la forma de comunicarnos en nuestros d¨ªas, cuando ca¨ª en la cuenta de que prefer¨ªa escribir un texto m¨¢s largo y reposado, s¨ªmbolo de lo complicado que resulta adaptarse a los cambios para un mam¨ªfero semi inteligente de mediana edad. Y de adaptaci¨®n es de lo que precisamente quiero hablar. Y tambi¨¦n de cuestiones ¨¦ticas y morales. Y s¨ª, quiero reflexionar porque estoy lejos de tener respuestas contundentes e indubitadas en cada uno de los aspectos del debate, aunque s¨ª algunas certezas.
En los ¨²ltimos d¨ªas se han repetido los manifiestos y declaraciones por parte de algunos expertos y personalidades p¨²blicas, algunas tan controvertidas desde el punto de vista de la honestidad ¨¦tica como Elon Musk, abogando por una moratoria en la investigaci¨®n y desarrollo de la inteligencia artificial (IA), debido a los enormes riesgos que esta comporta y de la alta probabilidad de que en alg¨²n momento escape de ¡°nuestro control¡±. Como a Saulo llegando a Damasco, una s¨²bita luz se ha encendido en sus cabezas para, tras d¨¦cadas de investigaci¨®n en IA, darse cuenta ahora de que un escenario en el que, como suced¨ªa en Terminator, Skynet decida que los humanos somos una amenaza para la sostenibilidad planetaria es algo m¨¢s que el buen argumento de una fantas¨ªa dist¨®pica. Y dir¨ªa que no les falta raz¨®n en su diagn¨®stico y tampoco en sus miedos, pero s¨ª les creo errados en esa pulsi¨®n neoludita que les inspira como conclusi¨®n. Entre otras cosas, porque la historia nos muestra que los seres humanos somos perfectamente capaces de arruinarnos nuestro presente y futuro sin necesidad de asistencia de ning¨²n cerebro cibern¨¦tico. El bot¨®n rojo se sigue pudiendo pulsar con un dedo. Kubrick nos mostr¨® que el mundo se pod¨ªa acabar a ritmo de rodeo texano.
Es cierto que la irrupci¨®n de una inteligencia artificial generativa como ChatGPT ha puesto en el espacio p¨²blico un debate que se estaba realizando en ¨¢mbitos muy reducidos, y eso es eminentemente bueno y necesario, pero quiz¨¢ el sesgo amenazador clickbait de muchas de las noticias generadas no sea la mejor forma de hacer pedagog¨ªa. Llevo trabajando en una regulaci¨®n europea de la IA desde 2019 y soy crudamente consciente de los enormes riesgos, pero tambi¨¦n de que la mayor parte de los mismos tienen que ver con un uso indebido o doloso por parte de alg¨²n ser humano o grupo de ellos. Es cierto que esta tecnolog¨ªa tiene la capacidad privativa y novedosa de ser capaz de evolucionar por s¨ª misma sin la asistencia de un humano y sin que, en ocasiones, sea posible anticipar exactamente en qu¨¦ sentido lo va a hacer. Y todo a una velocidad que cada vez es m¨¢s vertiginosa. Esto nos plantea retos como animal adaptativo que somos. ?Tenemos capacidad de adaptarnos a tal velocidad a los avances tecnol¨®gicos? Esto se deber¨¢ contestar desde la antropolog¨ªa y, en cualquier caso, estudiar remedios si es que la respuesta no es positiva ¡ªaprovecho para, al calor de la ¨²ltima afirmaci¨®n, aseverar que la ilustraci¨®n digital y la formaci¨®n de expertos no se puede reducir al ¨¢mbito de la computaci¨®n o de las ciencias exactas: ante el cambio civilizatorio que se alumbra, necesitamos el concurso de fil¨®sofos, juristas, artistas...¡ª.
Antes hablaba de que era consciente de los riesgos, pero tambi¨¦n lo soy del asombro salto en bienestar que esta tecnolog¨ªa puede traernos. Estaba hace unos d¨ªas con un cardi¨®logo que trabaja con modelos de IA para diagn¨®stico y me hablaba, emocionado, de los patrones que est¨¢n descubriendo a trav¨¦s del an¨¢lisis del simple latido del coraz¨®n para diagnosticar enfermedades con asombrosa anticipaci¨®n, estableciendo relaciones con dolencias que nadie hubiera podido siquiera llegar a sospechar. En el ¨¢mbito de la productividad mundial, los estudios m¨¢s conservadores hablan de que la incorporaci¨®n masiva de la IA la multiplicar¨¢ por siete; bien es cierto que ello no es per se una buena noticia para la mayor¨ªa de la humanidad, todo depende de la capacidad que tengamos para distribuir equitativamente sus beneficios.
Las instituciones europeas llevamos trabajando a?os en el establecimiento de un marco jur¨ªdico para la inteligencia artificial. El Parlamento Europeo elabor¨® una primera propuesta legislativa sobre ¨¦tica en IA (de la que fui ponente en 2020) y hoy est¨¢ terminando de discutir una regulaci¨®n hol¨ªstica que se aprobar¨¢, con toda probabilidad, bajo la pr¨®xima presidencia espa?ola. Europa se adelanta al resto de mundo con la intenci¨®n no solo de encontrar el equilibrio virtuoso entre desarrollo y protecci¨®n de nuestros derechos de ciudadan¨ªa, sino de que eso sirva como br¨²jula para el establecimiento de un esquema mundial compartido. El llamado efecto Bruselas establece en buena l¨®gica incentivos para que los agentes internacionales adapten su operativa a los par¨¢metros europeos, si es que quieren trabajar en un rico mercado de casi 500 millones de personas. Y este creo que es el camino.
Entiendo que se eleve la voz de alarma y es hora ya de que se aborden p¨²blicamente debates muy necesarios sobre el cambio de civilizaci¨®n que nos traer¨¢ la IA. Una sociedad democr¨¢tica tiene derecho a gobernar ese cambio, estableciendo reglas y l¨ªmites. Pero no creo que una moratoria en el desarrollo sea ¨²til ni realista. El mundo es mucho m¨¢s grande que Occidente ¡ªnos lo deber¨ªamos repetir todos los d¨ªas como una especie de memento mori, porque su inobservancia solo nos trae problemas de comprensi¨®n de la realidad¡ª y esa hipot¨¦tica moratoria no se va a producir en todos los pa¨ªses, ni siquiera en la mayor¨ªa, lo que solo abundar¨ªa en una brecha de desarrollo que no nos podemos permitir. En materia de IA, meses significa a?os en otras tecnolog¨ªas, pensemos en que la experta Nuria Oliver afirmaba hace poco que hay estudios cient¨ªficos firmados a finales de 2022 que hoy ya est¨¢n obsoletos.
M¨¢s arriba hablaba de la pedagog¨ªa general que merecen nuestras sociedades, las noticias deber¨ªan subrayar muchas m¨¢s cosas que el monstruo de Frankenstein anda suelto. Y tambi¨¦n hac¨ªa referencia a los tremendos beneficios que la IA puede aparejar. Dejar de investigar e invertir en IA tambi¨¦n conlleva un dilema moral en cuanto a la soluci¨®n de multitud de penalidades que arrastra la humanidad. Pensemos en la lucha contra las enfermedades o contra el cambio clim¨¢tico, en la multiplicaci¨®n de la eficiencia de los cultivos o en la gesti¨®n eficiente del uso de agua... Parar ahora tiene tambi¨¦n ese coste.
Me produce dudas una propuesta que estimo poco realista. No conozco un solo caso en la historia de la humanidad en el que un desarrollo tecnol¨®gico o cient¨ªfico se haya detenido abruptamente, o que, a¨²n menos, haya tenido marcha atr¨¢s. Creo que es el momento de democratizar la reflexi¨®n y de plantear l¨ªmites en los usos y control en la implementaci¨®n de los modelos, como estamos haciendo las instituciones europeas. Y de que ese debate sea tambi¨¦n a escala mundial. Y tambi¨¦n de ser conscientes de que necesitamos inversiones grandiosas en formaci¨®n humana, instrumentos de control y estructuras de gobernanza, a la escala que nos sit¨²a este desarrollo tecnol¨®gico.
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