Metallica: confesiones de un fan disidente
No hay otro grupo de rock en activo, y en especial de metal, que pueda colocarse en el n¨²mero 1 en las plataformas de ¡®streaming¡¯
A la memoria del buen Abraham P¨¦rez, compa?ero de aventuras period¨ªsticas
M¨¢s que una banda de rock, Metallica es un fen¨®meno cultural. 125 millones de ¨¢lbumes vendidos, una legi¨®n internacional de seguidores que los apoyan con devoci¨®n religiosa y una menos nutrida, pero igualmente intensa, barra brava de detractores empe?ados en mostrarle al mundo, a cada paso, que su identidad consiste en renegar de Metallica. El pasado viernes, la banda de San Francisco dio a conocer p¨²blicamente su nuevo ¨¢lbum, 72 Seasons, que se estren¨® la noche anterior en cines de todo el planeta con un serial de funciones ¨²nicas (las salas mexicanas, por cierto, se llenaron hasta la bandera). En cuesti¨®n de horas, se acumularon millones de reproducciones en las plataformas de streaming y de top 1 en los listados de popularidad mundiales.
No hay otro grupo de rock en activo, y en especial de metal, capaz de algo as¨ª. Solo por comparar: We?ll Be Back, el estupendo primer single del disco con el que sus archirrivales, Megadeth, volvieron al ruedo de las grabaciones y que fue publicado en junio de 2022, llevaba hasta ayer 9 millones y medio de reproducciones en Spotify y 4 millones en YouTube. Lux ?terna, el primer sencillo del disco de Metallica, lleva 34 y 17 millones respectivamente, aunque fue lanzado a finales de noviembre del a?o pasado.
La historia de la banda, sin embargo, ha estado llena de baches, que incluyen la muerte o expulsi¨®n de integrantes, cr¨ªticas por ¡°venderse¡± (que comenzaron en su segundo disco, el ahora reverenciado Ride The Lightning, por incluir la primera power ballad de la historia de la banda: Fade To Black) y que no se han detenido hasta hoy, controversias internas y externas y una obsesi¨®n por erigirse como una ¡°marca¡± que los ha llevado a codearse con estrellas del pop de toda cala?a, a comercializar un ej¨¦rcito de productos y, dig¨¢moslo claramente, a chotear su imagen y sonido hasta unos extremos asombrosos.
No puedo ser acusado de imparcialidad al respecto de Metallica. Hace un poco m¨¢s de treinta a?os que tocaron por primera vez en M¨¦xico. Cinco fechas (no consecutivas) repletas de p¨²blico en el Palacio de los Deportes, de la capital, entre el 25 de febrero y el 2 de marzo de 1993. La gente, en aquellos conciertos, se enloqueci¨® de tal modo que la banda, encantada por el fervor con que se top¨®, lleg¨® a publicar una selecci¨®n de interpretaciones (e im¨¢genes) de su viaje por tierras mexicanas para su primer disco y DVD en vivo: Live Shit: Binge & Purge. Aqu¨ª entra la parte personal. Yo estuve en el ¨²ltimo de esos conciertos. Iba a cumplir 17 a?os y hab¨ªa trabajado como animal para juntar el dinero necesario. Viaj¨¦ en tren (a esas alturas solo hab¨ªa asientos de segunda clase), durante doce horas, porque la m¨¢quina se descompuso y nos quedamos detenidos en Guanajuato la mitad de la noche. Llevaba el boleto de ingreso en la cartera, envuelto en un sobre para que no se maltratara o desti?era. A¨²n lo tengo, metido en las p¨¢ginas de alg¨²n libro, donde lo guard¨¦ para que no se me perdiera justo antes de olvidar cu¨¢l era. Fue, desde luego, el mejor concierto de mi vida.
Curiosamente, los siguientes lanzamientos del grupo dejaron de interesarme. No por ninguna clase de desenga?o ideol¨®gico ante su ¨¦xito, sino por simple tedio ante lo que grababan. Hace 32 a?os que no compro un disco de Metallica y 30 que no asisto a uno de sus conciertos. He escuchado sus trabajos con creciente fastidio y me he convertido en el fan old school que rega?a a los chamacos que usan playeras del grupo con el cl¨¢sico: ¡°A ver, dime los t¨ªtulos de tres canciones del Master of Puppets, seguro que nom¨¢s los conoces por Stranger Things¡± (eso incluye a mis hijos, que son muy rockers, y a algunos de sus amigos, que son rehenes del reguet¨®n y, por el motivo que sea, gusto o moda, solamente escuchan rock si Metallica lo toca).
Escuch¨¦ 72 Season con ganas de que no me gustara, pero lo hizo. No es el disco que cambiar¨¢ mi vida (como lo hicieron los cinco primeros de la banda), pero s¨ª que fue un reencuentro amistoso y agradable. Como toparse a un viejo amigo en la comida de los exalumnos y volver a re¨ªrse con ¨¦l. Por edad, por temperamento, por elecci¨®n, Metallica son mis Beatles y mis Stones. Llevo treinta a?os renegando por ello. No esta vez. Estoy seguro que cuando vengan de nuevo a M¨¦xico, en la gira que acaban de comenzar, me topar¨¦ en el Foro Sol con un buen contingente de chamacos que habr¨¢n cruzado el pa¨ªs, como yo lo hice, solo para o¨ªrlos rugir.
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