Una sequ¨ªa exigente
Aplazar las pol¨ªticas para mitigar los efectos de la escasez de agua solo puede complicar el problema
Los datos dejan cada vez menos margen de maniobra a la incredulidad culpable o a la falta de reacci¨®n ante las evidencias cient¨ªficas. Estamos viviendo el abril m¨¢s seco desde que hay registros, es decir, desde hace m¨¢s de 60 a?os. Si bien es cierto que las sequ¨ªas forman parte de la historia de Espa?a, tambi¨¦n lo es que nunca como ahora hab¨ªan tenido el dramatismo que les imprime el contexto actual de cambio clim¨¢tico, que incluye una inequ¨ªvoca tendencia a una menor disponibilidad de agua. El informe del Servicio Copernicus de la Comisi¨®n Europea muestra que las temperaturas en Europa est¨¢n aumentando el doble de la media mundial, con efectos concretos que ya empiezan a percibirse con toda su crudeza y sin que nada permita pensar que remita la tendencia. Estamos en cifras r¨¦cord de d¨ªas declarados oficialmente como olas de calor, junto a una larga sequ¨ªa. En el a?o 2022, el 63% de los r¨ªos europeos tuvieron caudales inferiores a la media.
Lo parad¨®jico en Espa?a es que la evidencia del conocimiento cient¨ªfico se combate incurriendo en errores como la legalizaci¨®n de regad¨ªos en Do?ana o la reivindicaci¨®n de trasvases que solo alimentan falsas expectativas. Estamos en el absurdo de que la soluci¨®n a la falta de agua sea ¡°m¨¢s agua¡±. Urge poner en marcha pol¨ªticas de adaptaci¨®n que replanteen los sectores productivos m¨¢s afectados de una forma coherente con el nuevo escenario de cambio clim¨¢tico y las previsiones de disponibilidad de agua. La industria y los usos dom¨¦sticos deben repensarse y maximizar la eficiencia, pero el mayor desaf¨ªo recae en el sector agr¨ªcola, consumidor de cerca del 80% del agua en Espa?a. Una reestructuraci¨®n de este sector para garantizar su viabilidad pasa por revisar la adecuaci¨®n de los cultivos para los territorios en que se ubican, dado que muchos de ellos se hicieron d¨¦cadas atr¨¢s sin considerar su sostenibilidad. Una vez replanteado el tipo de cultivo, ser¨¢ necesario dimensionarlo para asegurar que existan recursos h¨ªdricos suficientes, y finalmente, maximizar el ahorro y la eficiencia, aspecto en el que se ha avanzado de forma considerable. La Directiva Marco del Agua indica que su primer usuario es el r¨ªo, ¨²nica forma de garantizar la viabilidad de los ecosistemas.
Mientras estas medidas no se activen, la pol¨ªtica de transici¨®n justa deber¨ªa garantizar el apoyo y acompa?amiento al sector, tanto a los agricultores como a los territorios m¨¢s afectados, tal como se est¨¢ haciendo con otros actores econ¨®micos. La realidad del cambio clim¨¢tico obliga a repensar aspectos cruciales de nuestro modelo econ¨®mico. Esconder la cabeza bajo tierra esperando a que llegue la lluvia para dejarlo todo igual deber¨ªa estar fuera de las opciones del futuro. La transici¨®n pendiente necesita valent¨ªa y veracidad para reaccionar a tiempo ante un cambio que afecta y afectar¨¢ en el futuro a nuestro modo de vida tanto en las ciudades como en el campo.
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