China, la otra guerra
Occidente corre el peligro de ganar la batalla por Ucrania, pero perder el enfrentamiento de mayor alcance y mucho m¨¢s existencial con el gigante asi¨¢tico

En Ucrania y en torno a ella se libran dos guerras: la que se desarrolla sobre el terreno, y la m¨¢s grande, que enfrenta a Oriente y Occidente. Un posible escenario es que Ucrania y sus aliados occidentales ganen la primera contra Rusia, y que China salga victoriosa de la segunda, de mayor alcance: la creaci¨®n de una alianza de pa¨ªses liderada por el gigante asi¨¢tico, poderosa militarmente, sofisticada t¨¦cnicamente y pr¨®spera econ¨®micamente, cuyos miembros se definan a s¨ª mismos por oposici¨®n a los valores occidentales. El presidente Xi Jinping declar¨® al final de su reciente visita a Mosc¨²: ¡°Se est¨¢n produciendo cambios que no se hab¨ªan producido en 100 a?os. Cuando estamos juntos, impulsamos esos cambios¡±. Esa es la otra guerra.
Mantengo la mente abierta sobre el desenlace militar en Ucrania. No soy un experto en temas castrenses, pero s¨¦ que quienes s¨ª lo son se han equivocado sistem¨¢ticamente. Muchos no cre¨ªan que Vlad¨ªmir Putin fuera a invadir el pa¨ªs. Luego sobreestimaron a los rusos en las primeras fases de la guerra, y despu¨¦s los subestimaron. Lo que s¨ª sabemos es que las posibilidades de ¨¦xito de Ucrania dependen de que contin¨²en los suministros militares y la ayuda financiera de Occidente. Ignoro cu¨¢ntos tanques y sistemas antia¨¦reos har¨¢n falta para que logre la victoria. Es posible, pero no seguro, que se alcance ese umbral.
Supongamos por ahora que Ucrania gana, en alg¨²n sentido. Y a continuaci¨®n, ?qu¨¦?
Una Ucrania victoriosa querr¨¢ convertirse en miembro de la Uni¨®n Europea y de la OTAN. Alemania y Francia se resisten a su integraci¨®n plena en la UE, y probablemente no sean las ¨²nicas. Ambos pa¨ªses mantienen su postura actual de vincular futuras expansiones de la Uni¨®n a reformas internas, como la ampliaci¨®n del voto por mayor¨ªa en pol¨ªtica exterior. No todos estar¨¢n de acuerdo. Casi con total certeza, el primer ministro de Hungr¨ªa, Viktor Orb¨¢n, no lo estar¨¢. Polonia e Italia tambi¨¦n tienen gobiernos populistas. La dimisi¨®n el pasado domingo del primer ministro de Eslovaquia, Eduard Heger, de tendencia prooccidental, ha llevado a la convocatoria de elecciones para finales de a?o, lo cual podr¨ªa suponer el regreso de Robert Fico, otro l¨ªder prorruso de la Uni¨®n Europea. Cuando Ucrania llame a la puerta, las divisiones entre liberales proeuropeos y conservadores nacionalistas se har¨¢n m¨¢s evidentes que nunca.
La Uni¨®n Europea ha sido el mayor experimento multilateral de la historia. Lo que la distingue de otras organizaciones multilaterales es la presencia de una base pol¨ªtica y un sistema legal propios e independientes. El Brexit represent¨® una derrota no solo para los proeuropeos de Reino Unido, sino tambi¨¦n para los multilateralistas liberales de todo el mundo. A menudo veo que los que siguen m¨¢s furiosos por su salida de la UE son algunos de mis amigos de Estados Unidos.
El multilateralismo liberal fue la historia de ¨¦xito desde la d¨¦cada de 1990 hasta la crisis financiera mundial, con una satisfacci¨®n posterior que se extendi¨® hasta los primeros a?os de Barack Obama. Una de las grandes preguntas pol¨ªticas de nuestro tiempo es por qu¨¦ el orden liberal mundial ha desembocado en tantos problemas en tantos pa¨ªses en tan poco tiempo. Las causas son varias, pero, en mi opini¨®n, hay dos que destacan. La primera es la tendencia a aplicar soluciones a corto plazo a problemas a largo plazo. Sab¨ªamos que la flexibilizaci¨®n cuantitativa y el est¨ªmulo fiscal a gran escala juntos acabar¨ªan provocando inflaci¨®n. De todas maneras, lo hicimos, y aqu¨ª estamos. La inflaci¨®n fomenta la desigualdad, y el aumento de la desigualdad econ¨®mica y social beneficia a los partidos extremistas, como ha ocurrido a lo largo de los siglos.
La segunda causa es la aplicaci¨®n cada vez m¨¢s frecuente de sanciones econ¨®micas, financieras y pol¨ªticas contra los l¨ªderes autocr¨¢ticos. Un ejemplo son las llamadas sanciones para la protecci¨®n del Estado de derecho impuestas a Hungr¨ªa. El problema es que la Uni¨®n Europea sigue dependiendo de Orb¨¢n para tomar decisiones que requieren unanimidad, como las penalizaciones contra Rusia, a las que el mandatario h¨²ngaro se ha resistido.
Pero son las sanciones contra China impuestas por Occidente las que est¨¢n abriendo una brecha en nuestro mundo globalizado. La versi¨®n m¨¢s extrema son los castigos de Estados Unidos a terceros pa¨ªses que no acatan sus pol¨ªticas. Recientemente se oblig¨® a Pa¨ªses Bajos a prohibir la exportaci¨®n a China de m¨¢quinas litogr¨¢ficas para la producci¨®n de chips en cumplimiento del veto estadounidense a los semiconductores de alto rendimiento. La Comisi¨®n Europea tambi¨¦n est¨¢ a punto de endurecer su r¨¦gimen de exportaci¨®n a China. El mundo occidental, capitaneado por los halcones antichinos del Gobierno de Biden, avanza torpemente hacia una guerra fr¨ªa comercial con el pa¨ªs asi¨¢tico.
La comunidad empresarial de Estados Unidos o la de la Uni¨®n Europea no est¨¢ en absoluto dispuesta a participar en esta lucha existencial. Se tarda a?os en montar l¨ªneas de producci¨®n, cadenas de suministro y redes de distribuci¨®n. Gran parte de la industria occidental tiene enormes intereses en China. Ola K?llenius, consejero delegado de Mercedes, nos recordaba la semana pasada que el 37% de las ventas de su empresa se realizan all¨ª. No es posible desconectar as¨ª como as¨ª sin que tenga consecuencias econ¨®micas inmensas.
En esto radica la contradicci¨®n interna de la perspectiva liberal globalista. En nuestro af¨¢n por defender el multilateralismo liberal, ignoramos las pegajosas interdependencias que nuestro sistema ha creado. Una persona que encarn¨® este conflicto fue Angela Merkel. Alabada en su d¨ªa como l¨ªder del mundo occidental, la canciller represent¨® la quintaesencia del globalismo. Hasta el final de su mandato, sus admiradores fuera de Alemania no se dieron cuenta de que su pa¨ªs se hab¨ªa hecho dependiente de Rusia y China. Para poder prosperar dentro del sistema, los liberales como Merkel necesitan consentir a los dictadores. Cuando su sucesor, Olaf Scholz, se puso del lado de Estados Unidos en Ucrania, Alemania perdi¨® un modelo de negocio por el camino. Todo tiene un precio. No estoy seguro de que el electorado alem¨¢n est¨¦ dispuesto a pagar ese precio final.
Occidente a¨²n tiene puntos fuertes formidables: dinero, tecnolog¨ªa, defensa. Puede que esto ayude a Ucrania a ganar la batalla contra Putin. Ni siquiera eso es seguro. Pero no nos va tan bien en la otra batalla, de mucho m¨¢s alcance y mucho m¨¢s existencial: la que libramos contra el proyecto centenario de Xi.
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