Los hornos del horror en Colombia
Un jefe de los grupos paramilitares revela nuevas atrocidades para hacer desaparecer a cientos de personas en la guerra contra las FARC
El conflicto armado conden¨® a Colombia a un caleidoscopio de violencia durante m¨¢s de medio siglo y el proceso de cierre de heridas reflota todav¨ªa hoy el rastro de las atrocidades perpetradas por la guerrilla de las FARC, el Ej¨¦rcito y grupos paramilitares. El ¨²ltimo episodio de horror revivi¨® en un acto de reconocimiento de la verdad en el que el sanguinario jefe de las llamadas Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), ...
El conflicto armado conden¨® a Colombia a un caleidoscopio de violencia durante m¨¢s de medio siglo y el proceso de cierre de heridas reflota todav¨ªa hoy el rastro de las atrocidades perpetradas por la guerrilla de las FARC, el Ej¨¦rcito y grupos paramilitares. El ¨²ltimo episodio de horror revivi¨® en un acto de reconocimiento de la verdad en el que el sanguinario jefe de las llamadas Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), Salvatore Mancuso, asegur¨® que utilizaron hornos crematorios para hacer desaparecer cientos de personas y que sus restos se encuentran en fosas comunes del lado venezolano de la frontera.
Este antiguo mando paramilitar se someti¨® a la justicia colombiana hace 17 a?os, fue extraditado a Estados Unidos, pero esta semana compareci¨® en una audiencia judicial porque busca acogerse al sistema de Jurisdicci¨®n Especial para la Paz (JEP), el tribunal de justicia transicional creado en virtud del acuerdo entre el Estado y las FARC. Su objetivo es enfrentar penas menores en su pa¨ªs una vez cumpla condena en la c¨¢rcel de Georgia en la que se encuentra recluido. Y la condici¨®n para que sea aceptado por esta jurisdicci¨®n es que revele nuevas verdades de lo que ocurri¨® en sus a?os como comandante de un grupo que asol¨® buena parte del norte del pa¨ªs.
Mancuso record¨® hechos ya conocidos, pero no por ello menos dolorosos. Reiter¨®, por ejemplo, que los paramilitares crecieron con la protecci¨®n y apoyo de unidades militares, con las que hicieron operaciones conjuntas. O que participaron en masacres y en asesinatos, a veces por orden de militares. ¡°Nos entregaban listados y entonces ¨ªbamos y golpe¨¢bamos a las casas y los mat¨¢bamos porque nos dec¨ªan que eran guerrilleros¡±, afirm¨®. Y, de forma muy dolorosa para los familiares de las m¨¢s de 6.000 v¨ªctimas de los llamados ¡°falsos positivos¡±, refrend¨® que ayudaron a militares a asesinar a civiles para hacerlos pasar por guerrilleros muertos en combates, un sistema perverso de incentivos como condecoraciones, ascensos o permisos.
Pero, sobre todo, detall¨® el uso de hornos artesanales construidos para hacer ladrillos o procesar el jugo de la ca?a de az¨²car, para cremar cad¨¢veres. Explic¨® que recurrieron a este atroz m¨¦todo cuando la justicia empez¨® a actuar en contra de los paramilitares. Y cuando los hornos dejaron de ser suficientes, terminaron enterrando los cuerpos en fosas comunes al otro lado de la frontera: ¡°En Venezuela hay por lo menos 200 personas desaparecidas por el bloque que comand¨¦¡±.
En Colombia termin¨® la guerra con las FARC, pero la violencia a¨²n no ha cesado. Organizaciones de paramilitares siguen operando en algunos territorios rurales y los beneficios de la JEP a criminales confesos como Mancuso deben concederse solo en el caso de que su relato contribuya a cerrar las heridas de uno de los cap¨ªtulos m¨¢s terribles del conflicto armado y reparar a los familiares de las v¨ªctimas.