Cine a dos ¡®euritos¡¯, a la caza del jubilado
Dar una subvenci¨®n encubierta al sector audiovisual y acabar lanzando un gui?o a un colectivo tan importante en las urnas como los jubilados. A?o electoral, ya saben
El cine a dos euros para mayores de 65 a?os est¨¢ trayendo cola. Pienso en mi padre: es el t¨ªpico sesenta?ero que no pisa una sala desde que le hice Netflix, y est¨¢ encantado. Pero la pol¨¦mica no vino porque sea folcl¨®rico obviar que hay muchos mayores de la generaci¨®n boomer, ya digitalizados y pegados a sus tablets, que no volver¨¢n al cine solo porque sea barato. Es el virus del resentimiento social lo que inunda este debate.
Se vio en Twitter, cuando algunas voces progresistas reprocharon eso de financiar el cine a pensionistas que cobren, por ejemplo, m¨¢s de 2.000 euros. Busqu¨¦ los datos: la medida supondr¨¢ solo 10 millones de euros a las arcas Estado. Es decir, una cantidad irrisoria comparada con los 13.600 millones de euros que cuesta de m¨¢s subir las pensiones este a?o conforme al IPC. En cambio, esas mismas voces no criticaron en su momento la revalorizaci¨®n para las jubilaciones m¨¢s altas. Ser¨¢ que el electoralismo no est¨¢ tan bien visto como ayudar a retener poder adquisitivo ante las crisis entre nuestros pensionistas, m¨¢s o menos necesitados.
Si bien, el malestar con una propuesta tan nimia econ¨®micamente avisa ya de un caldo de cultivo previo, subterr¨¢neo en Espa?a. Desde que la precariedad entr¨® por la puerta, la gente es m¨¢s sensible sobre c¨®mo se gasta el dinero nuestro Estado. Reclamos para atraer el voto de los pensionistas hubo siempre; hasta Esperanza Aguirre aplic¨® una reducci¨®n del cine a un euro ya cuando gobernaba. Pero hay s¨ªntomas de que el debate rentista ¡ªsobre si dar ayudas solo por criterio econ¨®mico¡ª est¨¢ cada vez m¨¢s latente en nuestras sociedades, y la brecha generacional no se libra.
Por eso, ser¨ªa hasta leg¨ªtimo que esos mayores de 65 a?os le respondieran a sus nietos: ?A los j¨®venes hay que quitarles el bono cultural, si los padres tienen pasta? ?Hay que establecer la bonificaci¨®n del Interrail solo por criterios de ingresos? El creciente apoyo al discurso de la justicia social exigir¨¢ pronto revisar muchas medidas, aunque a nadie le guste ser el colectivo afectado, o las administraciones no tengan capacidad t¨¦cnica para cruzar tantos datos ¡ªo en eso se excusan algunos pol¨ªticos.
El caso es que la pulsi¨®n rentista va m¨¢s all¨¢ de la edad, e impregna ya toda la pol¨ªtica espa?ola desde que el Estado asistencial no ha dejado de ganar espacio en cuestiones vitales. Se vio con la enorme pol¨¦mica por el bono social el¨¦ctrico para familias numerosas. Hasta que se descubri¨® que la propia M¨®nica Garc¨ªa lo recib¨ªa ¡ªpese a ser de izquierdas¡ª amagaba con ser el ariete contra alg¨²n consejero de Ayuso. En ambos casos es reprochable por estar bien pagados, pero no tan raro: se tend¨ªa a creer que dar ayudas es una forma de premiar la natalidad, pero raramente uno elige tener hijos por ese motivo.
Aunque a las puertas de unas elecciones uno no est¨¢ para abrir sesudos debates, sino para atraer votos. Si el PSOE va a por los pensionistas al choque directo con el Partido Popular, Podemos se lanz¨® a por otras franjas. Propone ya extender el cine a ¡°personas desempleadas y sus familias, los hogares que reciben el ingreso m¨ªnimo vital, las personas con discapacidad y los y las j¨®venes entre 15 y 29 a?os¡±. Si jubilado viene de j¨²bilo, de tiempo de alegr¨ªa o descanso, algunos tuiteros se quejaban de que las necesidades de esos ciudadanos vulnerables no sean equiparables. La verdad, todo el mundo tiene derecho a distraerse un rato: viendo pel¨ªculas, y escuchando promesas electorales.
Y al final uno se pregunta para qu¨¦ toda esta disputa. Dice La Moncloa que con su medida se beneficiar¨¢n 9¡ä5 millones de personas mayores de 65 a?os. Ser¨¢ cierto que el Gobierno quiere combatir el sedentarismo de nuestros mayores. Si quieren pillar butaca, parece que sus beneficiarios tendr¨¢n que salir corriendo. A unos ocho euros la entrada ¡ªme cuenta un economista¡ª no parece que la medida vaya a dar ni para una pel¨ªcula por persona.
Made in Espa?a. Nada es m¨¢s tradicional, ni m¨¢s folcl¨®rico que marcarse un tanto de esas caracter¨ªsticas: dar una subvenci¨®n encubierta al sector audiovisual y acabar lanzando un gui?o a un colectivo tan importante en las urnas como los jubilados. A?o electoral, ya saben. Pero el debate de fondo amaga con seguir abierto por muchos a?os.
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