Tenemos que hablar del acoso en internet contra las mujeres
Dentro de unas d¨¦cadas recordaremos con horror esta ¨¦poca en la que las profesionales que participan en espacios p¨²blicos de comunicacio?n reciben un nivel de violencia muy superior al de los hombres
Recuerdo dos escenas de Mad Men que me dieron escalofr¨ªos. En la primera, la supuesta id¨ªlica familia de Don Draper tira los restos de su picnic a un lago, incluyendo las botellas de cristal de los refrescos. En la segunda, la hermosa Betty Draper fuma un cigarrillo tras otro, embarazada de siete meses. El escalofr¨ªo se convirti¨® en horror y poco despu¨¦s en alivio: se trataba de una ficci¨®n y como tal, de forma muy inteligente, nos muestra los cambios de ¨¦poca. Ahora nos resultan inconcebibles cosas que antes eran absolutamente naturales: fumar en los aviones, conducir sin cintur¨®n de seguridad, dar de beber alcohol a los ni?os. Todos esos cambios nos hacen sentir que hay una l¨ªnea de progreso ascendente, que corregimos errores, que aprendemos del pasado. Y eso es tranquilizador.
La semana pasada, la escritora y periodista argentina Luciana Peker declaraba que su labor period¨ªstica denunciando abusos sexuales implica, desde hace varios a?os, el hostigamiento y las amenazas de muerte que ha llevado a tribunales. Su trabajo como periodista apoyando a la actriz Thelma Fard¨ªn, que denunci¨® penalmente al actor Juan Darthes por abuso y violaci¨®n cuando era menor, la ha hecho m¨¢s visible. Como ella misma contaba en el medio en el que trabaja, InfoBae: ¡°Sacaron un tel¨¦fono a nombre de Thelma Fard¨ªn para amenazarme. Me escribieron con nombres falsos a mi WhatsApp desde zonas remotas de Argentina. Encriptaron las IP y los emitieron desde Chile o zonas rurales del noreste. Sacaron un tel¨¦fono a mi nombre para realizar otras maniobras de hostigamiento o fake news. Hay sectores ligados a agencias de seguridad y fuerzas de seguridad involucrados en las maniobras de persecuci¨®n por escribir y denunciar abusos¡±.
Por supuesto, no es la ¨²nica. Tenemos muchos m¨¢s casos de comunicadoras m¨¢s cercanas que se han visto sometidas a una violencia f¨ªsica, digital y simb¨®lica de enormes proporciones. Y aun as¨ª, es silente. Muchas mujeres de nuestro entorno laboral acaban eligiendo abandonar espacios p¨²blicos o contar con unas medidas de seguridad que deber¨ªan alarmarnos mucho m¨¢s de lo que lo hacen. A ellas no les compensa y el resto se encoge de hombros, con impotencia, mientras sigue la impunidad. Hay que atacar este problema cuanto antes: tenemos un problema serio con las comunicadoras en los pa¨ªses en los que ha habido m¨¢s avances en los derechos de las mujeres y su autonom¨ªa, y la proporci¨®n del odio y la violencia que reciben est¨¢ absolutamente normalizada.
Nos aterrorizan las historias de las torturas de Lydia Cacho, autora de Los demonios del Ed¨¦n (2004), libro en el que denunciaba a la mafia de la pederastia en M¨¦xico y la explotaci¨®n comercial del sexo con menores. A ra¨ªz de este libro, en 2005 fue secuestrada por la polic¨ªa y torturada durante 48 horas, hasta ser liberada despu¨¦s de pagar una fianza de casi 4.000 d¨®lares en efectivo. Vive su exilio forzado en Espa?a. Mientras reconocemos su valent¨ªa sobrehumana y asistimos a su testimonio y buen hacer period¨ªstico, las periodistas siguen amenazadas y hostigadas. Por supuesto, no es solamente un problema con las mujeres ¡ªconocemos de sobra los ataques y amenazas a los que se ven sometidos los periodistas hombres en nuestro pa¨ªs que han investigado, por ejemplo, sobre los grupos de ultraderecha¡ª, pero hay un marcado se?alamiento hacia las mujeres, especialmente en la esfera digital.
Las mujeres profesionales con perfil pu?blico que participan en espacios de comunicacio?n (periodistas, investigadoras, activistas y artistas) reciben un nivel de acoso y violencia muy superior. Como apunta un demoledor informe de la revista Pikara en colaboracio?n con la abogada Laia Serra, esta particular forma de violencia de ge?nero a trave?s de las tecnolog¨ªas de la informaci¨®n y las telecomunicaciones (TIC) se ceba en especial con las mujeres con visibilidad pu?blica. El abuso en li?nea contra mujeres comunicadoras y periodistas constituye un ataque directo a la presencia y visibilidad de las mujeres y su plena participacio?n en la vida pu?blica. A pesar de la falta de datos exhaustivos, debido al hecho de que se trata de un fen¨®meno relativamente nuevo, la macroencuesta europea de 2014 de la Agencia de Derechos Fundamentales de la Uni¨®n Europea (FRA), destac¨® que el 23% de las mujeres hab¨ªa informado haber sufrido abuso o acoso en l¨ªnea al menos una vez en su vida, y que una de cada 10 mujeres hab¨ªa experimentado alguna forma de ciberviolencia.
Como apunta el informe, las mujeres activistas, incluidas las defensoras de los derechos humanos, enfrentan amenazas y riesgos espec¨ªficos, que requieren la adopci¨®n de medidas de protecci¨®n para que no solamente puedan desarrollar su trabajo. La vida digital debe ser una vida que merezca ser vivida. Tenemos que hablar. Porque no me cabe duda de que en 40 a?os, cuando veamos a lo que fuimos sometidas en redes, volver¨¢ el horror y diremos: c¨®mo pudimos permitirlo. O al menos, eso espero.
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