Los debates Gonz¨¢lez-Aznar, 30 a?os despu¨¦s
M¨¢s que convencer a los dos candidatos de la necesidad de un cara a cara en televisi¨®n, lo dif¨ªcil fue la negociaci¨®n para acordar los detalles entre los equipos socialista y popular
?Treinta a?os ya desde aquel primer debate entre candidatos a la presidencia del Gobierno! Un antes y un despu¨¦s en la historia audiovisual espa?ola y en las campa?as electorales.
?Por qu¨¦ fue posible entonces? Porque ambos lo necesitaban. Recuperada la democracia el 15 de junio de 1977, un debate televisado en la siguiente elecci¨®n, marzo de 1979, tras la aprobaci¨®n de la Constituci¨®n, resultaba impensable. Adolfo Su¨¢rez era un gran comunicador, con magnetismo especial en privado, pero solo interven¨ªa en declaraciones en radio y televisi¨®n. Ni siquiera concedi¨® ruedas de prensa durante su mandato.
Felipe Gonz¨¢lez gan¨® por mayor¨ªa absoluta en 1982, tambi¨¦n en el 86 y casi en el 89; le falt¨® un esca?o. Pero en 1993 lo ten¨ªa muy ajustado. La idea del debate se la propusimos Antonio Asensio y yo en La Moncloa y se abri¨® a esa posibilidad. Fue f¨¢cil convencer a Aznar porque necesitaba esa proyecci¨®n p¨²blica. Lo dif¨ªcil fue acordar los detalles porque era la primera vez en Espa?a y no hab¨ªa precedentes. Y lo sorprendente es que fuimos a pedir un debate y nos dieron dos, por lo que, despu¨¦s de Antena 3, se celebr¨® otro en Tele 5, moderado por Luis Mari?as. El PP exig¨ªa que los candidatos aparecieran sentados porque alguien les vendi¨® la especie de que ¡°en un debate televisado gana siempre el m¨¢s alto¡±. ¡°?Cu¨¢nto dice el PP que mido yo?¡±, ironizaba el candidato socialista. ¡°?1,82? Exageran porque en milicias me tallaron en 1,80 y siempre se mengua¡±. Pero ya los ten¨ªamos sentados. Avanz¨¢bamos. Los negociadores del PSOE quer¨ªan entonces que la mesa fuera alta ¡°porque a Felipe le gusta cruzar las piernas¡±. A?os despu¨¦s se lo cont¨¦ al presidente y no daba cr¨¦dito.
Lo que s¨ª hicieron ambas fuerzas pol¨ªticas fue firmar un documento notarial en secreto, que conocimos a?os despu¨¦s, porque lo ¡°desclasific¨®¡± Txiki Benegas. Me entreg¨® una copia. Lo relevante en ese texto era que los partidos se obligaban a dos debates: para que, quien ganara el primero, no se escabullera del segundo. En cuanto al minuto final, all¨ª solo se dice que se establecer¨¢ el orden de intervenci¨®n ¡°de mutuo acuerdo¡±.
Los negociadores principales, Benegas y Javier Arenas, se citaron el s¨¢bado para llegar a ese acuerdo. Nada. Ni el domingo; ni el lunes. Llegaron al plat¨® encastillados y el comienzo del debate se alargaba. Al final, saqu¨¦ una propuesta de emergencia, que creo que favorec¨ªa a Aznar porque abr¨ªa el debate y cerraba la primera parte; y abr¨ªa tambi¨¦n la segunda. Pero el ¨²ltimo minuto era para Gonz¨¢lez, con petici¨®n m¨ªa en p¨²blico de que no lo utilizara contra el candidato popular. Cumplimos todos y, a pesar de un rifirrafe en pantalla sobre la cuesti¨®n, el programa termin¨® en paz.
El primer debate lo gan¨® Aznar en Antena 3 y nadie lo pone en duda. No lo esperaban, quiz¨¢s, ni quienes lo acompa?aron: Javier Arenas, Miguel ?ngel Rodr¨ªguez, Ana Mato y alguno m¨¢s. Le aplaudieron a la salida y le corearon ¡°?presidente!, ?presidente!¡±. ¡°?Os pensabais que iba a perder, eh, cabrones?¡±, les respondi¨®, con aquellas bromas suyas que helaban la sangre. Felipe perdi¨® porque subestim¨® al adversario y confi¨® en su dial¨¦ctica superior. Jos¨¦ Mar¨ªa Maravall y su equipo le recomendaron que no mirara al oponente sino al moderador, lo que me incomodaba much¨ªsimo porque descuadraba los tiros de c¨¢mara cuidadosamente preparados por el realizador Pedro Ricote. Escondi¨® tras el decorado las c¨¢maras con lo que el candidato socialista sal¨ªa de perfil. Adem¨¢s, Aznar llevaba bien preparados en fichas los titulares que iba a disparar. Y daba en el blanco. Debi¨® de ensayar a conciencia y con una planificaci¨®n de campa?a cuidada: el s¨¢bado, mitin en Toledo; el domingo, en Alcal¨¢ de Henares. Cercan¨ªas. Y el lunes descanso y preparaci¨®n. El PSOE mand¨® a Felipe a Canarias el domingo anterior. Cansancio y susto de gravedad. Algunos socialistas difundieron posteriormente la idea de que Felipe hab¨ªa perdido aquel primer enfrentamiento dial¨¦ctico por el impacto emocional del grave incidente a¨¦reo del d¨ªa anterior. Tampoco sab¨ªamos aquel lunes 24 de mayo, cuando lleg¨® con aspecto muy cansado, que la cabina del avi¨®n privado que llevaba a Felipe Gonz¨¢lez, despu¨¦s de dar m¨ªtines en Santa Cruz y Las Palmas, se despresuriz¨® s¨²bitamente sobre el Atl¨¢ntico y tuvo que regresar de noche y planeando a Canarias. Luego, esperar all¨ª otro avi¨®n que vol¨® desde Madrid a recogerlo.
El segundo debate lo gan¨® claramente Gonz¨¢lez, despu¨¦s de prepararlo arduamente, lo que no hab¨ªa sucedido una semana antes.
Aquel d¨ªa Aznar se debi¨® de prometer a s¨ª mismo que no ir¨ªa nunca m¨¢s a un debate. En 1996 lideraba las encuestas y lo rechaz¨®. ¡°Nos ha faltado una semana de campa?a o un debate¡±, declar¨® Felipe al reconocer la ¡°dulce derrota¡± por solo 150.000 votos. Cuatro a?os despu¨¦s, el PP gan¨® por mayor¨ªa absoluta, as¨ª que Aznar se permiti¨® no aceptar debates: y en 2004 le ¡°recomend¨®¡± a su sucesor designado, Mariano Rajoy, que no lo mantuviera frente a Zapatero. S¨ª lo acept¨® Rajoy en 2008 y desde la Academia de Televisi¨®n se pudieron restablecer los debates, que nunca han faltado en las citas electorales. Tras quince a?os de par¨®n.
Tambi¨¦n se hab¨ªan suspendido en Estados Unidos durante 16 a?os, despu¨¦s de aquellos primeros Kennedy-Nixon que maravillaron al mundo. Quienes lo vieron por televisi¨®n apreciaron que hab¨ªa ganado ampliamente Kennedy. Los que solo lo escucharon por la radio optaron por una clara victoria de Richard Nixon. Hab¨ªa algo extra?o que no controlaban. Efectivamente: la comunicaci¨®n no verbal, que pas¨® a ser objeto de estudio en las universidades. De aquella ¨¦poca son los libros de Flora Davis, como El lenguaje de los gestos, y otras investigaciones.
En Espa?a, recuperados en 2008, se celebr¨® en 2011 un Rajoy-P¨¦rez Rubalcaba. Uno. Pero en esta materia, la diferencia entre cero y uno, no es uno; es infinita. Y en 2015 tambi¨¦n uno, con Rajoy y Pedro S¨¢nchez. El socialista elev¨® el techo: ¡°El presidente del Gobierno debe ser una persona decente y usted no lo es¡±. ¡°Hasta aqu¨ª hemos llegado¡±, replic¨® Rajoy que lo tach¨® de ¡°ruin, mezquino y deleznable¡±.
Fue el ¨²ltimo cara a cara presidencial. Pero no por su dureza. Con la nueva pol¨ªtica, los debates se celebraron a cuatro, con Albert Rivera y Pablo Iglesias; y m¨¢s tarde a cinco, con Santiago Abascal. Debatir a cinco es asumir el riesgo de una sucesi¨®n de mon¨®logos.
Para la pr¨®xima campa?a lo ideal ser¨ªa mantener uno o dos debates a cinco pero, adem¨¢s, celebrar un cara a cara entre los que de verdad pueden presidir el Gobierno, l¨¦ase Pedro S¨¢nchez y Alberto N¨²?ez Feij¨®o. Y si quiere el resto de candidatos, que propongan a cualquiera de ellos, o entre ellos, debates a dos. Veremos.
Lo importante es que la tradici¨®n se mantenga. Al fin y al cabo, como dice Alan Schroeder, investigador de debates, ¡°no se trata de un boxing dial¨¦ctico, sino de una selecci¨®n de personal¡±. La ciudadan¨ªa, con la moneda de su voto, contrata a quien crea mejor para dirigir la empresa Espa?a S.A. Imprescindibles los debates.
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